Estuvieron escondidas durante 70 años en dos cajas rojas, en un garaje particular, y hoy lucen en el principal museo de arte de Catalunya. Las fotografías de la Guerra Civil de Antoni Campañà (Arbúcies, 1906 - Sant Cugat del Vallès, 1989) suponen uno de los mayores fondos documentales de la contienda española descubiertos recientemente, más de 5.000 instantáneas que retratan cómo el conflicto impactó en la población de Barcelona. Tras el hallazgo en 2018, cuando la familia se estaba a punto de vender la casa del fotógrafo en Sant Cugat, se editó un libro. Ahora el Museu d’Art Nacional de Catalunya ha inaugurado la exposición La guerra infinita.
Fotógrafo versátil, Campañà fue agente de la Leica en Barcelona y llegó a trabajar para La Vanguardia. Pero durante el conflicto bélico se lanzó a retratar las crudas consecuencias de la guerra en su ciudad. Sin censurarse ni buscar la épica, Campañà reflejó en sus imágenes su propio testimonio de la cruda cotidianidad: comedores populares, iglesias en ruinas, la conocida exposición de momias de monjas de Las Salesas en el Passeig Sant Joan, barricadas, milicianos, colas o entierros. “Campañà recoje escenas de la vida diaria, entre lo cotidiano y la violencia de la guerra, y finalmente, en 1939, la retirada del ejército republicano y los desfiles franquistas”, detallan los comisarios de la exposición. Fue en ese momento, con la victoria de Franco en el 39, cuando decidió guardar las fotografías e intentó pasar página de lo ocurrido.
¿Por qué decidió ocultarlas? Quizás para evitar que pudieran ser empleadas para identificar a republicanos, porque retrataban unos años dolorosos para él, que era republicano, catalanista y también católico… “No lo quería recordar”, eso es lo único claro, según explicaba este lunes uno de sus nietos, Toni Monné Campañà. “La familia no lo sabía y mi abuelo no quería hablar”, añadía Monné sobre el hallazgo del archivo oculto de su abuelo en un garaje en Sant Cugat del Vallès, en 2018. No se sabe, dice el nieto del fotógrafo, la razón precisa por la que Campañà decidió no difundir los cientos de fotografías del periodo de la Guerra Civil. Lo que es seguro saben sus nietos es que su abuelo sí quiso conservar las imágenes una vez las hubo presentado a las nuevas autoridades franquistas por imperativo legal.
Monné es uno de los comisarios de la exposición junto con el historiador Arnau Gonzàlez y el periodista Plàcid Garcia-Planas. Estos dos últimos fueron también los responsables de la edición de La capsa vermella, el libro lanzado en 2019 y en el que por primera vez se hacían públicas las fotos olvidadas de Campañà, con una selección de 400.
A partir del 39, el fotógrafo cerró esa carpeta de su vida e intentó adaptarse al nuevo contexto, en parte gracias a un amigo fotógrafo afín al régimen que le ayudó, recuperando el gusto por otros temas como el deporte, los paisajes, o escenas de la modernidad cuando ésta llegó a España. Anteriormente al conflicto armado, Campañà se había iniciado en la fotografía pictorialista y había sido uno de los más premiados a nivel internacional.
De hecho, su obra ya formaba parte de la colección del MNAC como representante del pictorialismo catalán. Con motivo de esta exposición, la familia ha decidido ceder el museo un nuevo e importante depósito de 63 fotografías de esta etapa, que también se muestran en la exposición. El nieto del fotógrafo reconoce más contactos entre los herederos del archivo –los cuatro hermanos Campañà– con Patrimonio Nacional para una eventual donación, pero todavía sin concretar. “De momento lo importante es darle la máxima difusión”, expone.
Garcia-Planas aseguraba este lunes que editar las fotos de Campañà de la Guerra Civil es “exactamente igual que mirar fotografías de Siria, con las mismas tensiones éticas y estéticas”. El fotoperiodista destaca de Campañà que es un fotógrafo “sin filtro, que lo fotografía todo, no por equidistantes sino porque es un fotógrafo de raza”.