El Departament de Justicia ha decidido destituir al director de la cárcel de Mas d'Enric, en Catllar (Tarragona), Paco Romero, quien puso su cargo a disposición de la Generalitat justo después de que un interno asesinara a una cocinera y luego se suicidara.
Se trata del primer cambio en la cúpula directiva de las cárceles catalanas después de este crimen, que acabó de encender los ánimos de los funcionarios penitenciarios.
Los sindicatos y trabajadores bloquearon accesos a los centros durante algunas jornadas y pidieron la dimisión de la consellera de Justicia, Gemma Ubasart, y del secretario de Medidas Penales, Amand Calderó. Pero hasta ahora no se había relevado ningún alto cargo.
Esta decisión llega un día después de que la prisión de Ponent (Lleida) decidiera que los internos que cumplen condena por delitos de homicidio o asesinato dejen de trabajar en la cocina. De esta manera, este centro se ha adelantado a la Generalitat, que sigue revisando el protocolo, vigente desde 2002, de trabajo en la cárcel para decidir si los presos condenados por asesinato pueden seguir trabajando en las cocinas.
Trabajadores de Ponent han pedido ir más y que se externalice el servicio de cocinas, así como el de la cafetería, donde hay internos con cuchillos y productos de limpieza que pueden verter a la comida.
El Ejecutivo catalán, a falta de cerrarse la investigación de los Mossos d'Esquadra, concluyó que, si bien el crimen de Tarragona era imprevisible dados los 14 controles que no detectaron un riesgo alto en el interno, sí se podían revisar protocolos. El objetivo, minimizar el riesgo, que nunca puede desaparecer en una prisión.