El juicio del caso Macedonia sobre presunta corrupción policial vinculada al narcotráfico se ha retomado este lunes y ha vivido una sesión clave. El antiguo jefe de Asuntos Internos que investigó los hechos ha señalado al único mosso acusado, J.R. como colaborador de la banda de traficantes de drogas, además de situar en su cúspide al acusado Manuel G.C., un histórico confidente policial.
La testifical del jefe del área de investigación de la unidad de Asuntos Internos de los Mossos d'Esquadra ha servido para apuntalar la acusación de la Fiscalía, que pide once años de cárcel para J.R. y Manuel C.G. Otro tanto que se ha llevado la Fiscalía es la ratificación del pacto con cinco acusados, que este lunes han aceptado dos años de cárcel y corroborado el relato de hechos del Ministerio Público. Uno de ellos es el acusado de entregar dinero a un mosso que habría ayudado a la banda.
Tras la ratificación del pacto, el investigador principal del caso ha relatado que las pesquisas se basaron en las intervenciones telefónicas autorizadas por el juzgado y ha esquivado las preguntas críticas de las defensas sobre la supuesta parcialidad a la hora de escoger qué conversaciones se incluían en la investigación. El tribunal no ha ahorrado reproches a varios de los abogados por no formular preguntas al testigo sino argumentaciones y valoraciones.
Respecto al uniformado acusado, el jefe de la investigación ha detallado al tribunal que sus conversaciones con otros dos procesados no denotaban ningún tipo de relación entre un confidente y un agente de la autoridad, sino que J.R. era su colaborador. “[J.R.] les facilitaba información de bases de datos y les hacía favores cuando tenían un problema”, ha zanjado.
¿Qué tipo de “problemas” atendía J.R.? Según mantiene la Fiscalía y ha corroborado el exresponsable de Asuntos Internos, el mosso acusado daba a la banda números de matrícula y otros datos e identidades disponibles solo en bases de datos policiales. También intentó que un traficante detenido quedara en libertad sin pasar a disposición judicial y que no fuera reseñado en comisaría, lo que en jerga policial se conoce como “tocar el piano”. Pero el jefe de la comisaría “no cedió” a las presiones de J.R., ha agregado el investigador.
Otro de los “favores” realizado por J.R. fue llamar al jefe de la policía local de Sitges (Barcelona) para retirar una multa a uno de los miembros de la banda. No todas las gestiones salieron bien. A cambio de todos los favores la banda de Manuel G.C. le habría abonado 1.000 euros al mes, además de regalarle una consola Play Station y comprarle medicamentos, según la Fiscalía. El agente y la banda, ha explicado el investigador, intentaron que uno de sus miembros entrara en el cuerpo de los Mossos d'Esquadra, pero no lo consiguieron, para “enfado” de uno de los 'narcos'.
Sobre el papel de Manuel G.C., quien la Fiscalía sitúa en la cúspide de la organización, el investigador de los Mossos ha explicado que tardó en salir en las intervenciones telefónicas y que su papel es el de liderazgo, pero cubriéndose bien las espaldas. Sus dos principales colaboradores, también acusados en la causa, “estaban molestos” por las órdenes que les daba Manuel G.C. y les molestaba tener que ir a verle, ya que Manuel G.C. rehusaba hablar de droga por teléfono.
Según la fiscal, Manuel G.C. financiaba la adquisición de la droga y sometía a un “estricto control” al resto de acusados en la causa, que eran los que supuestamente la preparaban y distribuían. Su poder provenía, precisamente, de su condición de confidente de Policía Nacional, Guardia Civil y Mossos d'Esquadra, que habría usado para someter al resto de la banda a sus “exigencias caprichosa”, hasta el punto de que sus miembros le llevaran la compra a casa e incluso le hicieran de chófer.
El investigador de los Mossos que ha comparecido este lunes ha ofrecido al tribunal un episodio del día en que detuvieron a Manuel G.C. El acusado de narcotráfico dormía junto a una pistola y “encañonó con un revolver al equipo de asalto”, ha relatado el testigo. Cuando vio que eran policías, ha agregado, Manuel G.C. se relajó. “Dejó el arma y dijo que pensaban que venían a matarle”, ha indicado.