“Un clásico del domingo”, tuiteó Manuel Valls mientras se comía una ración de los churros con chocolate más famosos de Barcelona, en la Granja la Pallaresa de la calle Petritxol. El candidato sabe que tiene siete meses para convencer al electorado de su arraigo en la ciudad que le vio nacer. Ese es uno de sus principales objetivos antes de que empiece la campaña, aunque para conseguirlo caiga a menudo en tópicos alejados de los quehaceres de sus nuevos vecinos, los 1,6 millones de barceloneses.
No había pasado ni un día desde que colgó su foto con la taza de chocolate en Twitter que este mismo lunes el exprimer ministro francés se hacía retratar frente al bar Pinotxo, en el mercado de la Boquería, otro local que pese a mantener clientela autóctona es más propio de una lista de recomendaciones de la guía turística 'Lonely Planet' que de un menú de lunes para el barcelonés medio. Lo hacía tras “intercambiar unas palabras” con los comerciantes de un mercado que es “una de las marcas más potentes de la ciudad”.
Un mes y medio después de confirmar su candidatura, Valls ha centrado parte de su actividad no solo a conocer mejor la ciudad, reuniéndose con asociaciones de vecinos de distintos barrios, sino en dar muestras de que su vínculo con ella va más allá de sus veranos de niño en la casa familiar del barrio de Horta. De hecho, se le ve mucho más cómodo en sus intervenciones hablando de sus referentes culturales o políticos de la ciudad que de sus propuestas concretas como candidato a alcalde, de las que todavía no ha dado detalles, o de sus acompañantes en la lista electoral.
Su trabajo de identificación con la ciudad cobró más sentido si cabe cuando le llovieron críticas desde todos los sectores políticos al anunciar que dejaría la política si fracasaba en las elecciones de Barcelona. Desde entonces, en todas sus intervenciones Valls ha insistido en que esto no significa que vaya a dejar su acta de concejal si pierde los comicios, algo que le haría parecer un paracaidista en la política municipal barcelonesa.
De hecho, su destacado papel en la política francesa, que parecía su principal cualidad a la hora de lanzarse a la carrera por la alcadía barcelonesa, ha acabado convirtiéndose en una losa, al menos en los primeros compases de su campaña. Solo ha hecho valer su trayectoria en el país galo para hablar de seguridad, el tema que desea convertir en su principal herramienta.
El imaginario barcelonés de Valls
“Soy consciente de que para muchos seré el exprimer ministro francés, nacido en Barcelona, que vuelve a casa. Sin embargo, lo que yo quiero es que la mayoría me vea como Manuel, Manel o Manolo”, expresa el líder de la plataforma Barcelona Capital Europea en el libro 'Vuelvo a casa'. Por ese motivo, insiste siempre que puede en sus vínculos sentimentales con la ciudad, que van desde sus paseos por la Rambla de la mano de su abuelo a su primer “t'estimo” [te quiero en catalán].
Desde Sant Jordi -día en que explica que se planteó ser alcaldable- hasta el Barça, pasando por los célebres 'panots' [adoquines] que ha adoptado como seña de campaña, Valls se ha rodeado de un imaginario sobre la capital catalana que se adentra directamente en lo pintoresco. Esos referentes son los que saca a relucir en sus intervenciones, en las que también suele citar los artistas e intelectuales catalanes que conoció gracias al oficio de pintor de su padre, como Eduardo Mendoza, Albert Ràfols-Casamada o Maria Girona.
Algunos de estos nombres aparecen en el capítulo 'Menorca-Macron-Barcelona' de su libro, donde da detalles de cómo estando en la isla se decidió a dar el salto a la política barcelonesa. “Como muchos barceloneses, he decidido pasar mis vacaciones de agosto en Menorca”, arranca Valls, en otro alarde de vinculación con la ciudad más cercana al tópico que a la realidad. Y se describe como un Ulises que vuelve a Ítaca, su patria, después de haberse sumergido durante el verano en lecturas de Mendoza, Josep Pla, Nuria Amat, Javier Cercas o en las canciones de un repertorio que va de Lluís Llach y Joan Manuel Serrat a Rosalía, “otra catalana”.
Bromas en Twitter sobre su “guía turística”
La foto del desayuno de Valls este domingo ha dado para numerosas bromas en Twitter, donde algunos usuarios le han comparado con un turista que acude a la ciudad con una guía turística bajo el brazo.