Felisa Gómez hace casi 50 años que veranea en las 'casetes blaves' (casitas azules) de la Playa del Cristall de Badalona. Son unas pequeñas edificaciones que se alzaron en la década de los 60 en la misma arena de la playa, apenas a cuatro pasos del agua. Pero, tras medio siglo, este es el último año para la 'caseta' de Felisa: dentro de pocos meses desaparecerá. La suya es una de las escasas edificaciones que se mantienen en pie al filo de la ribera y todo hace pensar que el mar no tardará en recuperar el terreno sobre el cual está construida.
“Hemos visto cómo, poco a poco, nos quedábamos sin arena”, relata Felisa. Así lo refleja la parte dañada de la edificación, que está a menos de un metro de la línea de la costa y a la que le falta un trozo de pared que se ha desprendido a causa del escarceo del mar. “Desde hace muchos años, la gente de la playa nos decía que este era el último año que íbamos a estar aquí”, comenta su hijo Carlos Reina. “Hemos alargado nuestra estancia lo máximo posible”, añade.
Durante el pasado invierno, los temporales y los oleajes (que han aumentado en número e intensidad debido al cambio climático) han destrozado parte de la construcción en la que Felisa, su marido e hijos se han alojado cada verano junto con otras ocho familias más. El pasado mes de mayo todos los inquilinos fueron desalojados por el propietario de las 'casetes blaves', que no quiso hacerse cargo del coste de las reparaciones, según explica Carlos, quien también reconoce la peligrosidad de seguir habitando la infraestructura ante el imparable avance del mar.
La situación de las 'casetes blaves' de la Playa del Cristall es una muestra de la problemática que sufre también el resto de la costa badalonesa y buena parte del litoral de la provincia de Barcelona. El mar ha ido avanzando lenta, pero inexorablemente, y ha reconquistado el terreno que le fue robado a raíz de la construcción de puertos, industrias, espigones o edificaciones a pie de playa. Estos elementos han alterado la dinámica propia del litoral y el movimiento de la arena, las corrientes y los sedimentos, impidiendo la renovación natural de la arena. Con todo, buena parte de esta zona de costa se está quedando sin playas.
Actuaciones de urgencia para contener la regresión
Durante los últimos 30 años, la costa de Badalona ha perdido unos 50 metros de arena. Es un fenómeno que va en aumento: el municipio cuenta con una tasa anual de retroceso de hasta 9,8 metros, según el informe ‘Un litoral al límit’, encargado por la Generalitat de Catalunya. Este estudio expone que la mala ordenación estratégica de la costa catalana ha provocado que el 60% esté urbanizada en sus primeros 100 metros.
Por su parte, el Área Metropolitana de Barcelona, entidad gestora de los 30 kilómetros de playas metropolitanas, incide en que si no se actúa con previsión y elaborando medidas transversales a largo plazo, algunas podrían desaparecer por completo hacia el año 2050.
De hecho, las playas de más al norte de Badalona, como la de la Barca María o la del Cristall, podrían tener los días contados. Según explica la exconcejala del Área de Medio Ambiente, el consistorio encargó al Ministerio de Costas y Medio Marino a principios de este año una compra de 60.000 metros cúbicos de arena para regenerar artificialmente el tramo de la Barca María de cara a la temporada estival. A día de hoy, la aportación de arena todavía no ha llegado, por lo que Trenado lamenta la inacción del Gobierno español.
En este tramo, el más crítico de la costa badalonesa en cuanto a la regresión, los temporales de mar también dejan al descubierto los restos de antiguas edificaciones que fueron derribadas por el retroceso de la arena o la aplicación de la Ley de Costas. Es por esto que los bañistas tienen que sortear cada verano los cimientos que van emergiendo ante la progresiva pérdida de arena.
“Gran parte del problema de la regresión recae en la falta de perspectiva global de las medidas, que se aplican normalmente desde un punto de vista local y sin tener en cuenta todos los municipios perjudicados”, afirma Gregori Muñoz-Ramos, responsable del Área de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Badalona.
Ante esta situación, el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Democrático ya ha empezado a impulsar en algunos municipios del sur de la comarca del Maresme (Barcelona) una serie de actuaciones para la estabilización de las playas: desde la ampliación de espigones para proteger el mobiliario urbanístico hasta la concesión de más regeneraciones artificiales de arena. Pero las medidas han sido recibidas con mucha polémica por parte de la comunidad científica y las entidades ecologistas, que alertan sobre el impacto ambiental y paisajístico que suponen.
“La playa es un sistema dinámico: hay que hacer menos rígida la costa en vez de parcelarla”, defiende Lea Sitjà, activista de la Plataforma Badalona Mar, quien apunta que la política de construcción de puertos y espigones es en gran parte culpable de la regresión. Cuando las olas del mar chocan contra elementos duros como los espigones, generan un impacto en el terreno que puede llegar a aumentar la pérdida de arena. “Lo que deberían hacer los puertos es cumplir con la instalación de los sistemas de bypass, para así desembozar la arena retenida y facilitar su transporte”, sentencia Sitjà.
Sitjà también previene sobre la “inutilidad” de las aportaciones extraordinarias de arena, ya que desaparecen a la “mínima” que se levanta un temporal. Se trata, pues, de un parche que no soluciona el principal problema del litoral, que reside en el hecho de que en su día se intentara ganar terreno al mar y se edificara en lugares en los que debería haber agua.
Un ejemplo de ello es la línea R1 de Rodalies. Fue la primera línea férrea que se construyó en España y ya registra incidentes en días de temporal en los que las olas de el mar llegan a invadir las vías. En vista de eso, la Generalitat de Catalunya llegó a proyectar la reubicación de la línea en su plan territorial metropolitano de 2010. Pero el proyecto fue retirado por falta de recursos económicos.
Playas menguantes y aguas contaminadas
Bajo estas circunstancias se están produciendo daños de incalculable valor medioambiental y económico en playas urbanas como la de Badalona, un municipio que también sufre la contaminación de sus aguas. La insuficiencia del sistema de saneamiento del municipio se ha convertido en un problema casi endémico cada verano.
“La contaminación cíclica de las aguas es un clásico. A la mínima que llueve vemos cómo salen vertidos residuales sin sanear directamente por los aliviaderos”, apunta Felisa. Badalona, como la mayoría de ciudades metropolitanas, tiene un sistema de alcantarillado unitario y compartido con varios municipios, donde se mezclan las aguas pluviales y residuales para su saneamiento. El principal inconveniente de este sistema es que, ante episodios de intensa precipitación, los aliviaderos vierten el volumen de agua excedente que la estructura no puede soportar ni transportar hasta la estación depuradora EDAR del Besòs.
“Cuando se levanta un poco de aire, se remueven las corrientes. Nos falta arena y nos sobra la basura de todo tipo, que aparece frecuentemente en la orilla”, lamenta Carlos, rememorando un verano en que vio tantas toallitas en la playa que parecían formar un “mosaico”. Ante la falta de depósitos pluviales que puedan aligerar el volumen de carga del colector de Levante en momentos de alta presión, el Ayuntamiento de Badalona instaló hace un par de años una línea de peines metálicos en nueve aliviaderos de la ciudad, para así intentar retener algunos residuos durante las descargas que van a parar al mar sin depurar.
“No es una solución definitiva, pero se ha podido reducir el número de vertidos sólidos que van a parar directamente al mar”, defiende Rosa Trenado, exconcejala del Área de Medio Ambiente.
Esta falta de depuración llevó a Ecologistas en Acción a otorgar en 2020 el distintivo ‘Bandera Negra’ a Badalona por tener uno de los litorales más contaminados de España. En la misma línea, una prospección realizada hace cuatro años en la Playa de La Mora, al sur del municipio, apreciaba concentraciones de elementos cancerígenos en el terreno por la presencia de la antigua fábrica Cros. La Playa de La Mora, junto a la del municipio aledaño de Sant Adrià del Besòs, está en proceso de descontaminación, por lo que también está prohibido bañarse.
Con todo, la insuficiencia de capacidad de esta gran tubería unitaria de saneamiento, añadida a la falta de depósitos pluviales que puedan mitigar el volumen de carga en momentos de fuerte precipitación, provoca episodios recurrentes de contaminación de las aguas. Desde la Plataforma Badalona Mar denuncian que es “injustificable” que se hayan producido vertidos directos al mar en días sin lluvia.
A principios de julio, Xavier García Albiol, alcalde del PP en Badalona, se reunió con el máximo responsable de los fondos europeos en España para exigir a la Comisión Europea una financiación de 30 millones de euros para la construcción de tres depósitos pluviales en el municipio. Con el objetivo “de reducir en un 75% los episodios de contaminación de las aguas”, en palabras de Albiol.
Actualmente, Badalona solo cuenta con el depósito de aguas pluviales de la Estrella. Y, pese a que pueda albergar en su interior unos 30 millones de litros, en 2012 ya se consideró insuficiente para evitar vertidos al mar e inundaciones. Por ello, bajo el mandato del PP, se diseñó un Plan Director Urbanístico de Alcantarillado que contemplaba la construcción de 14 nuevos depósitos, pero nunca se llegó a aprobar la partida presupuestaria para su ejecución.
Los usos de las playas urbanas cambiarán
La playa de Badalona es el espacio público más utilizado de la ciudad. “En los próximos años, tanto los usos como los servicios lúdicos, sociales y deportivos que proporciona la playa se irán restringiendo”, informa el responsable del Área de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Badalona. Porque la regresión, sumada al incremento de los efectos del cambio climático sobre el oleaje y los temporales, acabará afectando a infraestructuras de transporte, energía, saneamiento, puertos y obras de protección.
La erosión de las playas ha llegado a un punto casi irreversible ante la imposibilidad de deshacer la urbanización en la fachada marítima. Entonces, resulta difícil estudiar soluciones reales que a largo plazo permitan restituir la dinámica costera, frenar la regresión y paliar los desastres naturales que provocan las descargas del sistema de saneamiento. Eso sí, las pocas edificaciones que se mantienen aún a pie de playa están destinadas a desaparecer, ya sea porque la Ley de Costas actuará o porque la regresión y la acción climática forzarán tarde o temprano su retirada, como es el caso de las 'casetes blaves' de Felisa y su hijo.