El Mosso d'Esquadra que dio un porrazo en la cabeza de un joven durante los días posteriores al desalojo de Can Vies sigue en su puesto de trabajo como si nada hubiera pasado. A pesar de que la normativa establece que los porrazos se tienen que propinar de cintura para abajo, la conselleria de Interior no lo ha expedientado y el agente sigue formando parte del cuerpo de antidisturbios de la policía catalana. Así se ha puesto de manifiesto en su declaración como imputado este miércoles en el juzgado de instrucción número 3 de Barcelona.
El agente ha reconocido que propinó un porrazo en la cabeza del joven, una agresión que requirió de tratamiento médico y quirúrgico. La explicación que han dado los Mossos es que el golpe de porra en la cabeza iba inicialmente dirigido al glúteo, pero que hubo un cambio de trayectoria ya que la otra agente de la Brigada Móvil que aparece en la fotografía fue a dar una vez al joven de la bicicleta en el mismo momento. Esto provocó, según la versión policial, que el imputado se desequilibrase y que, en lugar de la parte inferior del cuerpo, el porrazo del agente acabara reventando la oreja del joven. Una explicación que, sin embargo, no encaja con la secuencia de imágenes que se tomaron del momento de la agresión.
La abogada Montse Fernández ha considerado que las imágenes corroboran la comisión de un hecho ilícito por parte del antidisturbios imputado. “No hay duda, las pruebas son claras”, ha afirmado la letrada, que ha reclamado a la conselleria de Interior que sancione el agente para no dar una imagen de impunidad. Este miércoles también han declarado como testigos la otra agente que aparece en la fotografía, el cabo del equipo del que formaba parte el agente imputado y el reportero gráfico que captó imágenes de lo que ocurrió.
Por su parte, el abogado del centro para la defensa de los derechos humanos Iridia y de la Coordinadora para la Prevención y la Denuncia de la Tortura, Andrés García Berrio, consideró que el agente que propinó un porrazo al joven debería estar expedientado y apartado de la Brigada Móvil. “Si en un caso tan claro la consejería no actúa, Interior está dando un mensaje de impunidad”, ha afirmado el letrado.
Caso reabierto por la Audiencia
La Audiencia de Barcelona ordenó al juez reabrir la investigación el pasado abril, al apreciar indicios de delito en el golpe de porra en la oreja. El juez de instrucción había denegado inicialmente la admisión a trámite de la querella formulada por el joven, aunque la Audiencia revocó su decisión y estimó “forzosa” la apertura de una investigación, ya que consideraba que los hechos descritos por el joven y recogidos en las fotografías “revisten sin duda a nivel indiciario caracteres de infracción penal”.
El joven se querelló contra los dos agentes de la fotografía por las lesiones que sufrió en una oreja fruto del golpe en la cabeza propinado por el agente imputado, aunque los protocolos de actuación establecen que los porrazo sólo se pueden dar de cintura para abajo. En su querella, el joven identificó uno de los dos agentes -lo que le pegó con la porra y ha sido imputado- con el código alfanumérico que llevan los antidisturbios, mientras que el otro aún no ha podido ser identificado.
Según la Audiencia, no existen dudas de que el “menoscabo corporal” que sufrió el joven -con lesiones que requirieron un tratamiento médico y quirúrgico-, “se produjo como consecuencia del acometimiento en la cabeza con una porra que llevaba uno de los agentes”.
En el escrito en el que rechazó admitir la querella, el juez sostuvo que los agentes requirieron al joven para que no entrara en la zona de conflicto por los disturbios tras el desalojo de Can Vies, ante lo cual éste, lejos de atender a lo que se le ordenaba, optó por desobedecer, se enfrentó a los agentes y los embistió con la bicicleta que llevaba, por lo que advertía que incluso podría haber cometido un delito de desobediencia. Sin embargo, la Audiencia corrigió el juez y precisó que ni la querella detallaba hechos para acusar al joven de un delito de desobediencia ni “por supuesto” las imágenes permitían llegar a la conclusión de que el querellante agredió los mozos valiéndose de la bicicleta en la que iba.