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Movimientos sociales cuestionan al Ayuntamiento de Barcelona por la presión sobre los manteros

REPORTAJE | El oficio de la manta visto con ojos senegaleses

Este fin de semana pocos vendedores ambulantes han podido desplegar las mantas en los puntos más turísticos de Barcelona. Desde el jueves la presencia policial en las Ramblas y en la zona del puerto impide que puedan desarrollar su actividad con normalidad. “Ha sido una semana muy dura, y la gente no sale y no vende nada, nosotros queremos vender para comer y si no nos dejan es muy difícil”, critica Pape, uno de los vendedores. Este martes a las 19h hay convocada una manifestación ante la fuente de Canaletes para criticar la presión social y la criminalización del top manta.

Desde hace semanas los manteros de la zona de la Plaza de Catalunya se concentran en el vestíbulo de la estación de metro. “Los policías dan la idea a los vendedores que si se ponen en el vestíbulo no les molestarán, por lo que se genera una imagen de masificación, que entendemos que esta concentración en tan pocos metros cuadrados pueda ser molesta, no como el espacio que ocupaban antes en la calle”, explica Aurea Martín, de la red de apoyo Tras la Manta.

El jueves la Guardia Urbana de Barcelona llevó a cabo una redada en la estación y se llegó a paralizar una línea de metro para perseguir a los manteros. Durante la intervención hubo enfrentamientos y policías, manteros y una turista terminaron heridos. A partir de entonces los puntos de venta habituales han sido vigilados por antidisturbios del cuerpo municipal y son pocos los manteros que se han atrevido a salir a trabajar. “Puedo entender las críticas y aquellas imágenes no nos gustan a nadie, pero también es verdad que hay que enviar un mensaje claro, la violencia no es tolerable en ningún nivel”, asegura la teniente de alcaldía Laia Ortiz, que, por otra parte, remarca que la venta ambulante “no es una cuestión de seguridad, como algunos quieren hacer ver estos días, sino de vulnerabilidad de un colectivo”.

Desde los movimientos son conscientes de que el nuevo Ayuntamiento plantea la cuestión desde otra óptica, por eso rechazan con fuerza las últimas actuaciones. “Se ha generado este verano un problema de algo que no es un problema en sí mismo, y si queremos liderar un proceso de cambio en el que los derechos humanos estén en el centro tenemos que trabajar duro entre todos y todas para que cuatro portadas no provoquen una pérdida de derechos”, asegura el abogado Andrés García Berrio, del Observatorio del Sistema Penal y los Derechos Humanos de la UB (OSPDH). Ortiz coincide en que “ha habido todo el foco mediático que se ha ido generando y poniendo presión, y esto no facilita, porque también ha generado una presión muy fuerte sobre el colectivo y también a la Guardia Urbana”.

Un fenómeno inherente a la ciudad

Hace casi un mes que activistas antirracistas y vecinales constituyeron la red de apoyo Tras la Manta y trabajan con los vendedores. Aurea Martín celebra la respuesta que han recibido de varios movimientos de la ciudad y asegura que “se aprecia que hay bastante gente que no se traga la campaña criminalizadora de La Vanguardia, y que la venta ambulante no es un problema, que es muy más problemático encontrar la policía pegándolos”.

“No existe un problema de top manta, la venta ambulante existe en Barcelona desde hace 10 o 20 años, y en una ciudad capitalista como esta es imposible que no haya gente vendiendo en la calle”, apunta Martín. Ortiz coincide en que la venta ambulante es inherente a la ciudad. “Se ha querido trasladar la idea de que esto es un fenómeno que se puede erradicar completamente, y eso no se ha conseguido en ninguna ciudad turística del mundo; generar este estado de opinión sería engañar a la población y a los comerciantes”, critica la concejala. “Hay que trabajar desde la mediación y encontrar espacios regulados y saber qué tipo de actividades se pueden llevar a cabo y cuáles no”, concluye.

Momentos difíciles

García Berrio apunta que estos son momentos especialmente difíciles para la comunidad de manteros. Por un lado, por la reforma del Código Penal, que vuelve a penalizar la actividad del top manta, “tirando por tierra muchos años de lucha por la despenalización”, lamenta. “Es un momento en el que de nuevo pueden entrar en prisión por querer sobrevivir y entendemos que es un momento en que se deben garantizar sus derechos desde la sociedad civil y también desde el ayuntamiento de Barcelona”, reivindica.

Por otra parte, el abogado apunta que los manteros se encuentran al final de la temporada y muchos de ellos se irán de Barcelona pronto. “Necesitan vender porque necesitan comer, porque les quedan dos o tres semanas para terminar la temporada y sobrevivir en invierno”, añade Martín.

Ortiz asegura que quieren seguir trabajando desde una vertiente social, con interlocución con el colectivo y un trabajo social que incluya áreas como empleo, servicios sociales y también comercio, apunta. “Gran parte de las quejas vienen de este sector, y hay que explicar cuál es el impacto real, porque tenemos datos que nos dicen que no hay un impacto real en el comercio por la tipología de productos que venden, sino más bien un impacto a nivel de espacios”, explica. “La solución no es policial, pero la policía también tiene un papel”, asegura.

El mensaje que envía Tras la Manta al consistorio es que “no permitirán que se repita la imagen de la policía tomando las calles para impedir la venta ambulante”. Para ello convocan a la manifestación de este martes. “Esperamos muchos cambios del ayuntamiento, pero el primero es que retiren los policías que están en la calle y volvamos a estar como antes”, reclama Pape.

Una noche en comisaría

Informa Siscu Baiges

Una semana después de hablar con Catalunya Plural ante el hotel Miramar, en Montjuïc, donde talla y vende pequeñas obras de arte, Ibrahima Seydi fue detenido el domingo por dos policías municipales con los que se enfrentó. Durante la entrevista con Catalunya Plural, Seydi saludó a los miembros de un coche de la Guardia Urbana que pasaron por delante. Domingo, sin embargo, los policías que lo interpelaron, le dijeron que se fuera e intentaron decomisarle las obras de arte. Lo detuvieron bajo la acusación de “atentado a la autoridad”. La tarde del lunes ha sido puesto en libertad, pero deberá presentarse a un juicio fijado para mediados de noviembre. Ibrahima Seydi tiene previsto volver al lugar donde trabaja a pesar de este incidente. “Estaré nervioso pero tengo que trabajar”, dice.