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Barcelona en Comú es una candidatura municipal

Foto: ENRIC CATALÀ

Jordi Rabassa

Puede parecer un título estúpido para hablar de las últimas elecciones municipales. Podríamos pensar que ha sido escrito por y para tontos. Pero nada más lejos de mi intención. Puede parecer una afirmación ingenua, pero a pesar de ser obvia, hay que remarcarla: la presumiblemente nueva alcaldesa, cabeza de la lista más votada en las últimas elecciones municipales, y su equipo gobernarán la ciudad de Barcelona para llevar a cabo las propuestas incluidas en su programa electoral. Un programa pensado para desarrollarlo con las herramientas de la administración del municipio de Barcelona.

El voto de los vecinos y las vecinas de la ciudad ha conformado un pleno del Ayuntamiento fragmentado y se requerirá reunir esfuerzos para poder plasmar las medidas programáticas en las calles de Barcelona. Algunos se empeñan en leer esta diversidad en virtud de bloques soberanistas, independentistas o unionistas; pero quizás habría que hacer el esfuerzo de leerlo en clave barcelonesa, es decir, en clave municipal. Una lectura que, desgraciadamente, no se estila en los medios de comunicación ni en algunos partidos. Así pues, deberíamos preguntarnos qué consensos generan algunas de las medidas programáticas de la fuerza ganadora como la priorización de la inversión pública en los barrios más desfavorecidos, garantizar un techo para las personas sin hogar, favorecer una ciudad de código abierto, recuperar el agua como bien común, establecer una moratoria en la concesión de licencias de alojamientos turísticos... en definitiva, ¿qué grupos municipales están dispuestos a trabajar por un cambio de modelo ciudadano? Para trabajar para llevarlo a la práctica y para hacerlo diferente, impulsando la participación ciudadana, la transparencia y la rendición de cuentas.

Es necesario que todas las formaciones políticas se miren al espejo y den respuesta pública a preguntas como las siguientes: ¿quieren revisar las cláusulas de los contratos vigentes y garantizar los derechos laborales básicos de los trabajadores y trabajadoras? ¿Quieren descentralizar la política municipal y promover la elección directa de las consejeras de Distrito? ¿Quieren garantizar el derecho a la vivienda, a la alimentación y a los suministros básicos? ¿Quieren aplicar una moratoria inmediata a la apertura de hoteles y apartamentos de uso turístico? ¿Y investigar y rediscutir las condiciones de concesiones como la de la Marina de Lujo del Port Vell...?

Para mí, ante todo hay que responder a estas preguntas, y hacerlo sabiendo que Barcelona en Comú quiere garantizar, también, que los barceloneses y las barcelonesas puedan ejercer soberanamente el derecho a decidir, lo que se evidencia en un punto del programa suficientemente explícito titulado “Hacer de Barcelona una ciudad comprometida con los cambios constituyentes necesarios para que Catalunya pueda decidir su futuro político”, y que incluye dos puntos. El primero habla de “dar pleno apoyo desde el Ayuntamiento de Barcelona a todas las iniciativas que, impulsadas por la sociedad civil, supongan un avance para abrir procesos constituyentes que lleven a las transformaciones democráticas y sociales ampliamente reclamadas por la mayoría de la sociedad”, y en el segundo se concreta el compromiso de “defender, impulsar y facilitar el ejercicio del derecho a decidir de los barceloneses y las barcelonesas, ya sea en forma de referéndum o de consulta”. Y todo ello, remachado por unas declaraciones de Colau (El País, 06/01/2015), que contesta como sigue a la preguntas “¿Qué haran si se les impugna esta consulta?”, refiriéndose a una supuesta consulta para el ingreso de Barcelona en la AMI: “Defenderemos que se puede hacer. Si hay que desobedecer leyes injustas, se desobedecen. Pero lo irrenunciable ahora, cuando la ciudadanía pide un cambio es que la última palabra la tengan los ciudadanos. Si queremos relegitimar nuestras instituciones y yo lo quiero firmemente y la mayoría de la gente lo que quiere tener más y mejor democracia es inapelable que la gente pueda tener la última palabra en grandes cuestiones”. Caramba. El compromiso de la candidatura con el derecho a decidir, el impulso de la sociedad civil y los procesos constituyentes parece inapelable, incluso desobedeciendo.

Asimismo, asumimos que la voluntad mayoritaria explicitada por la ciudadanía será un mandato para el equipo de gobierno que ha repetido insistentemente que quiere “mandar obedeciendo”. Entonces, si se diera un resultado favorable a la independencia de Catalunya en este mandato, el equipo de gobierno de Barcelona en Comú sería el primero de la capital de la República Catalana. Y me juego un pie cuando aseguro mi convencimiento de que seguiría trabajando para revertir el modelo económico y social de la ciudad.

¿Realmente es la cuestión nacional, entendida como un proceso popular que camina hacia el horizonte de la soberanía plena, el freno que puede impedir acabar con las políticas liberales de Trias? ¿Es el rechazo a la firma de la hoja de ruta lo que frenará la posibilidad de municipalizar el servicio de suministro del agua? ¿Es la defensa sin paliativos del derecho a decidir lo que impedirá implantar un sello de calidad laboral municipal? ¿O bien podría ser que hubiera diferencias sustanciales en las políticas municipales, que se prefieren esconder tras la disputa por la hegemonía política del proceso y su discurso dominante? ¿O lecturas diversas de la coyuntura ciudadana actual y la oportunidad de tomar las instituciones?

A pesar de la insistencia de este artículo en localizar el fenómeno de BComú, a nadie se le escapa que el terremoto provocado por su irrupción en el panorama político supera el ámbito municipal, justamente porque ha sido provocado, en parte, por causas que, a su vez, superan el ámbito barcelonés estricto. Pero a pesar de esta ineludible realidad la propuesta de la candidatura pasa por contraponer su modelo económico, social y participativo al que la ha gobernado en los últimos años. Es, pues, una propuesta inequívocamente municipal y municipalista que, dado el proceso de gestación y su forma final, trasciende este ámbito.

Barcelona en Comú es una candidatura municipal, decíamos, como lo son Guanyem Badalona en Comú (con la CUP) o Terrassa en Comú (sin la CUP). Ambas formaciones llegarán a acuerdos con partidos como ERC y PSC para acceder a la alcaldía y gobernar, dado que se acercan en su diagnóstico de la ciudad, la voluntad de revertir el modelo y echar a los que lo han implantado, y las propuestas para hacerlo posible. Pues eso: hagámoslo posible, también, en Barcelona, y su fuerza sacudirá el país.

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