En estas elecciones europeas sorprende la intensidad con la que los partidos políticos se han pegado tiros a sus propios pies. Arias Cañete, ha mostrado no solo ser un profesional en meter la pata, sino que de desestabilizar con ello, casi de modo involuntario, a sus adversarios, algo patosos para criticar al gobierno. Al final ha logrado que no se hablase de su nefasta política, con conflictos a lo largo de todo el territorio, destrucción de la costa y patrimonio nacional, en cambio, se cargaran las cintas sobre un comentario sobre su superioridad intelectual.
Los socialistas han estado bajo la presión de su gestión de la crisis, sobre todo, cuando la crisis del euro se convierte en una crisis de la deuda soberana. Salvaron a los bancos, en quiebra, pero dejó a los gobiernos atados de pies y manos a los acreedores. Las deudas nacionales usurpadas por especuladores. En lugar de domesticas a los bancos, estos domesticaron la política, ahora, culpable de la crisis. Fue una política pilotada por los socialistas, socializaron las deudas, sin socializar el poder de los bancos que ahora ejercen contra la mayoría.
La política, como el arte de la contención, ese discurso institucional, sin pasión, ni alma, acaba de ser derrotada en las urnas. No se puede hacer un brindis por el europeísmo y, al mismo tiempo, denuncia las disfuncionalidades de las instituciones europeas que urge reformar. El partido socialista tiene un problema de comunicación con los ciudadanos; estos no comprenden su política pues, ni sabe dónde quieren llevar Europa, ni con qué fuerzas cuentan, ni qué compromisos son necesarios para lograr dicho objetivo. Se suma que su candidato a presidir la comisión, Martin Schulz, gobierna con Angela Merkel; cualquier crítica a Mariano Rajoy por gobernar bajo el dictado de Angela Merkel se le vuelve, automáticamente, en contra. Falta coraje para defender el papel del SPD en la gran coalición. Alemania gracias a la presencia de SPD en el gobierno afronta la crisis como un problema europeo, no de deudas nacionales. Acepta reformar de los tratados de la unión.
Los socialistas se han enredado en errores; un guión frio, cocinado por expertos en comunicación, sin credibilidad, ni autenticidad. Falta coraje para mostrar el abismo entre Mariano Rajoy con una Angela Merkel que gobierno, no sólo con el SPD, también en gobiernos regionales con Los Verdes. Katrin Göring-Eckardt y Anton Hofreiter, copresidentes del grupo verde en el Bundestag envió una carta a Angela Merkel reclamando “transparencia en las decisiones para formar la comisión Europea, evitar la dinámica de hechos consumados, que erosiona el apoyo ciudadanos al proyecto europeo”. No ven nada claro que ni Martin Schulz, ni Jean-Claude Juncker se hagan con la presidencia de la Comisión. Quieren estar en la cocina de la elección del sucesor de José Manuel Barroso.
Los socialistas en España se han dejado apabullar, en lugar de mostrar que es Arias Cañete se quien no tiene fuelle ante un proyecto de envergadura como el europeo. Manuel Valls mostraba su preocupación. “Un momento grave, muy grave para Francia y para Europa, estoy alarmado. Tengo la convicción que es una nueva alerta, un choc, un seísmo, que nos reclama a todos los responsables actuar… es una muy mala puntuación de los partidos del gobierno, en particular, la mayoría de izquierda, que los ciudadanos han expresado su profundo escepticismo”. Los movimientos para forman la comisión no hay hecho nada más que comenzar. Suenan Mario Monti o Christine Lagarde. Martin Schulz quedaría como jefe de la política exterior.
David Cameron llama sus colegas por teléfono para una minoría de bloqueo, tiene 41 eurodiputados, necesita 93. Más que la Europa de Juana de Arco, en los carteles del FN, renace a Europa dividida por las guerras napoleónicas. Reino Unido podría buscar una mayoría con Polonia –la propuesta de Viktor Orbán, conservador húngaro, sería aceptable para populistas y extremistas. Mientras que Angela Merkel descarta cualquier colaboración con Alternative für Deutschland; califica su éxito de lamentable, toda una declaración contra el populismo radical de derecha antieuropeo, un gesto que abre la puerta a conversaciones con socialdemócratas y verdes. Evita, incluso, una apuesta por Juncker.
Manuel Valls no es lo mismo ni que Marianos Rajoy, ni un Frente Nacional que lo acusa de favorecer el fundamentalismo islámico criminalizado de terrorista. Luego se maquilla a Martine Le Pen de conservadora al uso. ¿Les parece a usted una observación demográfica decir que el virus de la ebola resuelve la inmigración? Es el rostro pornográfico de la extrema derecha. ¿Tiene claro cual son esas líneas rojas el PSOE para dibujárselas al PP? Mariano Rajoy recibió en La Moncloa la presidente de Polonia, alabando una política energética de signo opuesto a la Energiewende de Francia y Alemania. No se puede atizar a Sigmar Gabriel, vicecanciller del SPD por gobernar con Angela Merkel, cuando puede ser la clave para dar a la integración europea esa finalidad que se perdió hace más de una década.
En estas elecciones europeas sorprende la intensidad con la que los partidos políticos se han pegado tiros a sus propios pies. Arias Cañete, ha mostrado no solo ser un profesional en meter la pata, sino que de desestabilizar con ello, casi de modo involuntario, a sus adversarios, algo patosos para criticar al gobierno. Al final ha logrado que no se hablase de su nefasta política, con conflictos a lo largo de todo el territorio, destrucción de la costa y patrimonio nacional, en cambio, se cargaran las cintas sobre un comentario sobre su superioridad intelectual.
Los socialistas han estado bajo la presión de su gestión de la crisis, sobre todo, cuando la crisis del euro se convierte en una crisis de la deuda soberana. Salvaron a los bancos, en quiebra, pero dejó a los gobiernos atados de pies y manos a los acreedores. Las deudas nacionales usurpadas por especuladores. En lugar de domesticas a los bancos, estos domesticaron la política, ahora, culpable de la crisis. Fue una política pilotada por los socialistas, socializaron las deudas, sin socializar el poder de los bancos que ahora ejercen contra la mayoría.