Denunciar a sus padres fue un paso muy difícil para Ezequiel, como ha quedado demostrado este lunes en la Audiencia de Barcelona. El joven ha pasado toda la sesión sentado a menos de dos metros de sus padres. Por suerte, al lado tenía a su pareja, Juan, su principal apoyo desde que explicó a su familia que era homosexual. Juntos han escuchado cómo el abogado de sus padres les acusaba de mentir sobre el maltrato homófobo que denunciaron, además de alegar que “la homosexualidad es pecado” para muchas religiones, incluido el credo evangélico que practican los acusados.
La Fiscalía y la acusación particular de Ezequiel piden dos años y medio de cárcel para el padre y uno y medio para la madre, a los que acusan de “presionar” a su hijo para hacerle variar su orientación sexual y de varios insultos y episodios de maltrato. “No quiero que se me acerque ese maricón”, le llegaron a decir, según las acusaciones. Por contra, los padres niegan agresión alguna e incluso aseguran que fue su hijo el que les golpeó, por lo que le reclaman una multa por un delito leve de lesiones.
Este lunes se ha celebrado la última sesión del juicio. Hace unas semanas declararon el padre y la madre, quienes presentaron un relato de una familia feliz y negaron tener problema alguno con la orientación sexual de su hijo. No aludieron a que son pastores de la Iglesia del Evangelio Cuadrangular, un culto evangélico. En cambio su abogado ahora sí ha tirado de religión en su informe final en el que se ha reafirmado en la petición de multa para el hijo.
“La iglesia evangélica no es diferente al islam, el catolicismo o el judaísmo, que también consideran que la homosexualidad es pecado, desgraciadamente”, ha aseverado el letrado, que en el tramo inicial de su informe ha responsabilizado a la víctima de los “muchísimos problemas” que, su juicio, le provocó “el conflicto entre la educación cristiana que había recibido y la homosexualidad, que se considera pecado”. “No es homofobia, es expresión de su creencia religiosa”, ha apostillado.
No se han quedado aquí las invectivas –por boca de su abogado– de los padres contra su hijo. El letrado ha acusado a Ezequiel y a su pareja de “mentir” en los hechos claves del caso: cuando su padre lo abordó en el autobús y una agresión cuando el joven regresó a su domicilio un mes después de haberse marchado para buscar su pasaporte y poder tramitar así varias ayudas sociales. “Este señor [en referencia a Ezequiel] es español, no necesita el pasaporte para solicitar ayudas porque tiene DNI”, ha dicho el letrado.
Según la defensa de los padres, en la versión de las dos víctimas hay “mentiras” y “contradicciones” con lo que denunciaron primero a la policía y dijeron después en fase de instrucción, lo que impide que sean testigos creíbles. Además, según el abogado, Ezequiel habla “desde el resentimiento”, algo “incomprensible para unos padres que aman a su hijo”.
Ha orillado la defensa los testigos clave que avalan la versión de las víctimas. Una de las profesoras del instituto al que iba Ezequiel explicó al tribunal una tensa reunión con la familia del joven, en la que el padre “vino a decir que el pene está para introducirse en la vagina, y que la mujer está para reproducirse”. Otra mossa d'esquadra que asistió al encuentro ha ratificado esta versión: “Su condición religiosa les hacía no aceptar la homosexualidad de su hijo”.
Tras todos estos dardos, la madre del joven ha empleado su turno de última palabra para proclamar que sigue amando a su hijo. El tribunal ha tenido que cortar el último turno de palabra de Ezequiel, en el que el joven ha leído un escrito donde ha volcado sus sentimientos por todo lo ocurrido desde 2017. “Crecí en una familia tradicional, en un molde que no era mí”, ha expresado. En declaraciones a la prensa fuera del Palacio de Justicia, Ezequiel ha contestado a su madre: “Si no hay aceptación, no hay amor”. Ahora la familia de Ezequiel es la de Juan.