Álex Pastor, un alcalde por descarte que fracasó en el laboratorio de Badalona
La ciudad de Badalona parece haber entrado en un bucle temporal que la condena a volver una y otra vez al mismo punto, a la misma elección entre una alcaldesa independentista de izquierdas y Xavier García Albiol. El episodio protagonizado en la noche de este martes por el hasta ahora alcalde socialista de la ciudad, Álex Pastor, que fue detenido por los Mossos por saltarse el confinamiento y conducir ebrio por el centro de Barcelona, devuelve a la ciudad por enésima vez a la casilla de salida, al tiempo que hunde la tercera vía que el PSC había ensayado durante los últimos dos años.
Pastor, militante socialista desde su juventud y concejal durante los últimos 15 años, llegó a la alcaldía en 2018 de rebote y pese a contar solo con cuatro de 27 concejales. En 2015, el año del cambio en los ayuntamientos, los socialistas habían apoyado a la candidata Dolors Sabater, de la coalición de izquierdas soberanistas Guanyem Badalona, y única propuesta viable para sacar a Albiol de la alcaldía. Pero tres años después la alcaldesa, tras tener un significado papel en los hechos álgidos del octubre independentista, planteó una cuestión de confianza a la desesperada para poder aprobar unos presupuestos sin mayoría en el pleno.
El PSC vio entonces la oportunidad de recuperar un ayuntamiento que había sido socialista durante casi treinta años, desde 1983 hasta el 2011. En la cuestión de confianza, PP, PSC y Ciutadans unieron sus votos para descabalgar a Sabater y, poco después, Pastor resultó investido con los votos de Albiol.
El nuevo alcalde era un hombre con pedigrí socialista. Afiliado a las juventudes del partido, había ido escalando responsabilidades, primero como responsable de política internacional de la Joventut Socialista, después en el ámbito municipal del partido. Padre de dos hijas y de formación vinculada al mundo laboral, trabajó en el servicio de ocupación municipal de Badalona hasta que entró en el pleno, en tiempos de la alcaldesa Maite Arqué. Una década y media después, Pastor formaría su propio gobierno. Un gabinete en minoría y criticado por su dependencia del PP, pero diseñado para conducir la ciudad con el piloto automático hasta las siguientes elecciones.
Los socialistas apostaron fuerte en el municipio, conocido por los aficionados al baloncesto por ser la casa del Joventut y por los aficionados a los espirituosos por ser la destilería de Anís el Mono. No era solo que el partido de Miquel Iceta deseara atesorar la alcaldía de la conocida como “tercera ciudad de Catalunya”. Era sobre todo que, si Pastor no se hacía con la vara municipal, las alternativas del PSC pasaban por apoyar al PP o respaldar un ayuntamiento independentista. Dos posiciones que quemaban mucho a largo plazo.
Así que, tras las elecciones de 2019, los socialistas volverían a jugar la misma carta de la tercera vía pese a volver a quedar por detrás del PP y de Guanyem. El equipo de Pastor anunció que no apoyaría ninguna de las anteriores dos candidaturas y que se presentaría él mismo a la investidura. Esa decisión era, de facto, darle la alcaldía a Albiol, pues como ganador de las elecciones no necesitaba los votos de nadie, únicamente que no se formar una coalición en su contra. Pero, en el último momento, los soberanistas optaron por ceder y votar a Pastor como mal menor. El órdago del PSC había funcionado. Al menos hasta este martes.
Este martes por la noche su etapa como alcalde tocó su fin. El Kia de Pastor fue visto por una patrulla de los Mossos d'Esquadra cuando hacía eses en una calle desierta del centro de Barcelona. Los policías interceptaron a un hombre que no solo se había saltado la orden de confinamiento sino que conducía con claros síntomas de embriaguez y que se resistió a la detención con uñas y dientes. Y, según el atestado policial, esta no es una frase hecha. El partido reaccionó expulsándolo inmediatamente del partido y pidiendo su dimisión, que él ha acabado aceptando este miércoles. Sus rivales políticos hablan de problemas de adicción que eran conocidos no solo por su equipo, sino por media Badalona.
La política local de Badalona suele tener escala nacional. A veces porque sus protagonistas adquieren una dimensión que trasciende la antigua ciudad pesquera del cinturón industrial, como el propio Albiol, quien capitaneó el PP catalán durante la última etapa, o Dolors Sabater, a quien se ha situado en el último tiempo en el entorno de ERC e incluso ha sido valorada por la dirección republicana para ocupar un puesto de salida en su lista al Parlament. Pero la política badalonina también es importante porque ha sido frecuentemente usada como laboratorio de pruebas de diferentes tendencias que, tras ser testadas allí, se han lanzado a gran escala en Catalunya e incluso en varios puntos de España, desde los discursos contra los inmigrantes de Albiol a los acercamientos entre los comuns y ERC.
Badalona es un 'spoiler'. Fue allí donde el PSC primero comenzó a aflojar su poder territorial, al inicio de su gran crisis de esta década, y fue allí donde el PP lanzó antes sus propuestas abiertamente xenófobas, que después probaría en ciudades como L'Hospitalet, Sant Adrià del Besós o incluso Barcelona. De nuevo, Badalona vio primero nacer un cordón sanitario contra el PP mucho antes de que en el Congreso se hablara de moción de censura a Mariano Rajoy, y fue en esa misma ciudad donde una alcaldesa del cambio cayó, antes de que Ada Colau quedase segunda en Barcelona o que Manuela Carmena se encontrase sin apoyos para continuar al frente de Madrid.
Por eso la política nacional tendrá un ojo puesto en lo que pase en las próximas semanas dentro del ayuntamiento de Badalona. Albiol no ha tardado en proponerse como candidato para volver a tomar las riendas de una ciudad par la que receta orden y estabilidad. Sabater también ha dado un paso al frente y se ha presentado como capaz de volver a formar un gobierno de izquierdas de alternativa al PP.
La decisión final, de nuevo, pasa por el tejado del PSC, que tras el golpe asestado por el episodio de Pastor tiene las fuerzas menguadas para lanzar un nuevo órdago y, ahora sí, parece abocado a elegir entre Albiol y Sabater, entre el PP y el independentismo. Y, conocidos los antecedentes de la ciudad, lo que pase en el pleno municipal de Badalona será como una bola de cristal para ver los derroteros que puede tomar la política catalana en los próximos años.
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