La batalla por Barcelona: Colau frente a Valls y un independentismo dividido

La batalla por Barcelona promete ser la gran batalla electoral de este 2019 en Catalunya. No hay sondeo que aclare cuál puede ser el resultado en los comicios del mes de mayo y el único pronóstico que se apunta como más plausible es que ningún candidato podrá obtener una mayoría lo suficientemente holgada como para no tener que recurrir a un pacto para asegurar la gobernabilidad de la capital catalana.

Inicialmente era fácil prever que la campaña sería un todos contra Colau. Pero la aparición de Manuel Valls ha obligado a todas las fuerzas a reorientar su estrategia. La mayoría de partidos insisten en que el debate debe centrarse en los problemas de la ciudad y no dejarse llevar por la pugna entre independentistas y no independentistas. Solo el PP, que estrena candidato, y una parte del PDeCAT y la Crida Nacional -la plataforma impulsada por Puigdemont- consideran que el conflicto soberanista debe trasladarse al campo municipal.

Ada Colau (Barcelona En Comú): La alcaldesa de Barcelona aspira a mantenerse en la alcaldía pese a que los sondeos apuntan que no lo tendrá nada fácil. El descontento de los barceloneses con su gestión es elevado, cuatro de cada diez tienen una opinión negativa según el último barómetro municipal, y su falta de socios estables en el consistorio le ha obligado a aparcar algunos de sus proyectos emblemáticos. Pero Colau es una marca en si, el principal referente de los ‘comuns’, y su equipo de campaña considera que la aparición de Manuel Valls como adversario le favorece porque la alcaldesa puede reforzar su papel de referente de la izquierda y heredera del movimiento del 15-M frente al exprimer ministro francés, cuyo discurso está más que alejado del espíritu de las llamadas alcaldías del cambio. “Todo el mundo tiene claro que Valls es el candidato de las élites y que lo han escogido porque Colau es incómoda para determinados poderes de Barcelona”, resume uno de los estrategas Barcelona En Comú.

Colau intentará exhibir algunos avances en políticas de vivienda, el más reciente es el compromiso de destinar un 30% de las nuevas promociones a vivienda pública. También puede esgrimir la reserva de suelo para pisos sociales así como la construcción de los llamados pisos prefabricados o la compra de bloques. Pero sus rivales tienen para reprocharle que ha dejado pendientes muchas de las promesas que hizo en este ámbito empezando por no cumplir la cifra de 4.000 pisos públicos que había asegurado que iba a conseguir durante este mandato.

Manuel Valls (Ciudadanos): Es la principal sorpresa y la principal duda en esta contienda. Sus contrincantes aseguran que se está demostrando que el exprimer ministro francés empezó demasiado pronto su campaña y pronostican que su resultado será peor del que sus mentores, entre ellos algunos empresarios (Luis Conde es de los pocos que ha aparecido en público para expresarle su apoyo), grupos de comunicación o Ciudadanos, esperan. Juega en su favor que uno de los elementos principales de su discurso, el de la inseguridad, es percibido por los barceloneses como su mayor problema. Hay que remontarse a diez años atrás para que esta fuese la primera preocupación. El fenómeno de los narcopisos en el barrio del Raval y algunas imágenes de reyertas en plena calle en Ciutat Vella ayudan a que Valls pueda espetarle a Colau que la ciudad hoy es más insegura que cuatro años atrás.

El principal problema que tiene ahora Valls, más allá de su desconocimiento de la ciudad, es que es el candidato de Ciudadanos pero no quiere aparecer solo como el candidato del partido de Albert Rivera. Es un complicado equilibrio que de momento no acaba de resolver de forma exitosa. El acercamiento del partido de Rivera a Vox para asegurarse el gobierno de la Junta de Andalucía complica el discurso al político francés pese a que él mantiene que su proyecto pretende aglutinar el voto de centro y eso incluye a los electores socialistas.

 

Ernest Maragall (ERC): Sea porque la marca de ERC está más fuerte que nunca o por el apellido, Ernest Maragall a sus 76 años es el favorito para ganar las elecciones en Barcelona. A su favor juega que conoce el funcionamiento de la maquinaria municipal como pocos políticos pese a que lleve 14 años fuera del Ayuntamiento. Su elección fue una decisión de Oriol Junqueras y tras una semana pensándoselo decidió aceptar el reto. En sus primeros discursos ha dejado claro que no pretende jugar a ser el candidato de los independentistas. O no solo eso. Tanto él como su equipo insisten en que situar la pugna entre secesionistas y constitucionalistas juega en contra de los intereses de la ciudad.

La candidatura de Ernest Maragall desmonta una de las estrategias del equipo de Valls, la de presentar al político francés como el impulsor de un nuevo 'maragallismo'. Una de las frases que más repetía el expresidente de la Generalitat y que citó el día que se despidió de la política es que “el auténtico Pasqual Maragall se llama Ernest”. Además, tanto el actual equipo de gobierno de Colau como en ERC reconocen que el nuevo candidato y la estrategia del partido de Junqueras, obsesionado en ampliar la base más allá de los votantes y reforzar el perfil de izquierdas, puede favorecer una entente de cara a la próxima legislatura, un pacto que se ha demostrado imposible.

 

Forn y las dudas de Artadi (PDeCAT). Cuando hace unos meses el PDeCAT y la Crida plantearon a Quim Forn la posibilidad de encabezar la lista por Barcelona, el exconseller de Interior respondió que no. Estaba dispuesto a ir en la candidatura pero no a ser el número uno. Forn había anunciado que dejaba la política antes del 21-D, en un gesto que se interpretó como una medida para conseguir la libertad provisional. El juez no lo vio así y actualmente cumple prisión preventiva en Lledoners. La presión y la falta de alternativas (se intentó buscar un rostro mediático pero todos los tanteados les dieron calabazas) han llevado tanto a los afines a Puigdemont como al PDeCAT a acordar que Forn debe ser el cabeza de lista aunque su 'sí' aún no se ha hecho oficial.

La duda es quién, en la práctica, acabará ejerciendo de candidato puesto que Forn es más que probable que durante la campaña siga privado de libertad. Aunque las fuentes consultadas aseguran que no hay una decisión tomada, el nombre que encabeza las apuestas es el de Elsa Artadi, actual consejera de Presidència, dirigente afín a Puigdemont y distanciada de la cúpula del PDeCAT. Artadi era vista por algunos sectores de la Crida como la candidata natural para las próximas elecciones autonómicas, pero los sondeos no son nada esperanzadores para ella (aunque las encuestas sobre las municipales tampoco son mejores).

Pese a que Artadi es la portavoz del Govern, a la práctica su visibilidad ha quedado muy limitada. A diferencia de ERC, Artadi sí jugaría la carta de ser la candidata del independentismo para intentar restar votos a Maragall, mientras que en el eje ideológico, a diferencia de Colau o el candidato republicano, ni es ni pretende ser una política de izquierdas. “Todavía no está decidido si estará en la lista, pero Artadi es nuestro principal activo electoral y sería una manera de demostrar que vamos a por todas en Barcelona”, aseguran fuentes próximas a la consellera.

 

Jaume Collboni (PSC). El cabeza de lista del PSC asegura no estar inquieto por la presencia de Valls. Cuando éste anunció que se presentaba, Jaume Collboni fue de los que pronosticó que era muy pronto y que la campaña se le haría larga. El candidato socialista cuenta con la confianza de Miquel Iceta y ambos han hecho oídos sordos a quienes en público y en privado les han reclamado que se uniesen al proyecto de Valls. De hecho en los últimos días le han dado donde más le duele y le han reclamado que, si Ciudadanos mantiene su acuerdo con Vox en Andalucía, lo que tiene que hacer el exprimer ministro francés es romper con el partido de Rivera.

Collboni reprocha a Colau que la alcaldesa evitó posicionarse en público para intentar que las bases de los comuns no rompiesen el pacto con los socialistas y en el PSC están convencidos de que esa decisión favorecerá sus intereses electorales y pasará factura a la candidata de Barcelona En Comú. La otra baza que el PSC piensa jugar es la de la figura de Pedro Sánchez, cuya estrategia con Catalunya ha permitido rebajar la tensión.

 

Josep Bou (PP). Tras 27 años como concejal, Alberto Fernández Díaz ha dejado de ser el hombre del PP en Barcelona. En el Ayuntamiento era habitual la broma de que conocía mejor el funcionamiento de la casa que muchos de los concejales del equipo de gobierno. Su relevo es Josep Bou cuyo primer lema ya apunta por donde irá su campaña: “Barcelona será mejor, será de todos”. Pretende configurar una lista con el máximo de independientes, cosa que no será nada fácil teniendo en cuenta los malos resultados que el PP acostumbra a obtener en Barcelona (actualmente tiene solo tres concejales).

Bou se presenta como empresario y no como político aunque según publicó El Món fue militante de la formación de extrema derecha Fuerza Nueva, a la que se afilió en 1978. A diferencia del PSC, el PP ya ha ofrecido a Valls sus votos si tras las elecciones los necesita para garantizarse la alcaldía.

La CUP, pendiente de la militancia. La CUP ha puesto sobre la mesa ocho nombres para que integren su lista en las municipales, aunque deberá ser la militancia la que, antes del 2 de febrero, decida qué posiciones acaban ocupando en la candidatura. Es decir, que la formación de la izquierda anticapitalista todavía tiene que escoger el que será su cabeza de lista, después de que sus tres actuales concejales (Maria Rovira, Eulàlia Reguant y Pere Casas) anunciaran que no repetirán.

Entre los nombres destacan miembros de su secretariado municipal, como Roser Vime o Anna Saliente, su actual jefe de prensa Jordi Magrinyà o los miembros de la Comisión Permanente del Consell Ciutadà per a la Sostenibilitat Marc Cerdà o Leo Bejarano.