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El aval de Convergència al control conservador del Congreso empaña la refundación del partido

Pese a los intentos de mostrar una imagen moderna, la refundación de Convergència en un partido del siglo XXI tiene aroma a años 90. En concreto, a los salones del hotel Majestic, donde Aznar y Pujol firmaron el pacto que permitió acceder a La Moncloa al líder del PP en 1996. Los ecos de este acuerdo han vuelto con el aval de Convergència al control de la Mesa del Congreso por parte PP y Ciudadanos. Un giro a la derecha que, aunque sea táctico y circunstancial a cambio de un hipotético grupo parlamentario propio, ha suscitado el rechazo rotundo de los sectores renovadores que aspiran a liderar el nuevo Partit Demòcrata Català (PDC) a partir de este sábado.

Las figuras ascendientes del partido quieren alejarse de las viejas maneras de hacer política de Convergència. Precisamente por esto la crítica a la jugada del jefe de filas convergente en Madrid, Francesc Homs, ha sido descarnada. “No se puede tratar a la gente de idiota”, ha afirmado este jueves el alcalde de Igualada, Marc Castells.

Castells forma parte de la candidatura liderada por los jóvenes diputados Marta Pascal y David Bonvehí para la dirección ejecutiva del nuevo PDC. En la misma línea, su único rival –aunque sin opciones– para la dirección, Ignasi Planas, ha tildado de “inaceptable que tengamos una nebulosa respecto a lo que ha hecho el partido y no tengamos una argumentación”.

Castells ha explicado que la decisión de Homs ha sembrado las dudas a la militancia acerca del grado de renovación del partido. “Estamos reavivando unas estructuras y un partido, y la militancia tiene la sensación que la hemos abandonado”, ha señalado. Con todo, ha lanzado un mensaje de esperanza: “La buena noticia es que entraremos en el partido un equipo de gente que eso lo piensa cambiar radicalmente”.

La refundación de Convergència se compone de dos etapas. El congreso de hace dos semanas enterró políticamente a CDC, que no jurídicamente, por los casos de corrupción que afectan al partido. Tras la rebelión de las bases ante los nombres propuestos por la cúpula, nació el Partit Demòcrata Català (PDC), que todavía no tiene el aval del Ministerio del Interior para registrarse como partido por compartir la denominación de “demócrata” con varias formaciones. Entre este viernes y el sábado, los “asociados” del nuevo PDC –la denominación que el partido ha dado a los militantes– escogerán a los principales cargos directivos de la formación.

En el nuevo organigrama convergente, el día a día del partido lo gestionará la dirección ejecutiva nacional. Estará formada por 12 miembros y, salvo sorpresa, la liderará el tándem Pascal-Bonvehí. Los integrantes de su lista son activos al alza del partido en el mundo local –como Castells– o a nivel catalán –Bonvehí y Pascal en el grupo parlamentario de Junts pel Sí; Elsa Artadi en el Govern. Son la baza de Convergència para recuperarse de los sucesivos batacazos electorales que viene sufriendo desde 2012.

Pugna por el Consejo Nacional

El máximo órgano entre congresos, que en el PDC se llaman asambleas, es el Consejo Nacional. Aquí sí hay disputas entre las familias del partido por su presidencia. La vieja guardia del partido, por ejemplo Francesc Homs, apoya al conseller de Cultura, Santi Vila. Pero el exalcalde de Figueres también tiene apoyos entre el mundo local, como el del alcalde de La Seu y diputado de JxSí, Albert Batalla; y, en especial, el del president de la Generalitat, Carles Puigdemont.

Voces del partido critican, siempre en privado, a Vila por tener una agenda personal al margen de la formación. Se basan, por ejemplo, en que ya se haya postulado para competir contra Ada Colau en las municipales de 2019, o que, en plena confrontación entre el Govern de Mas y el Ejecutivo de Rajoy la pasada legislatura por el proceso soberanista, recetara moderación y diálogo. Su candidatura se basa en marcar perfil convergente. “¡No podemos caer en el asamblearismo! ¡No somos ni ERC ni la CUP! Liderazgo y meritocracia”, proclamó esta semana.

La principal rival de Vila es la presidenta de la diputación de Barcelona y alcaldesa de Sant Cugat, Mercè Conesa, encuadrada en el sector socialdemócrata del partido. Incondicional del independentismo, defiende un partido con protagonismo de las bases. En una entrevista en el diario ARA, aseguró sentirse “cómoda” con un referéndum unilateral de independencia, mientras que Vila lo calificó de “aportación inoportuna e injustificada”.

Con todo, el PDC seguirá bajo el liderazgo de Artur Mas, que será el presidente del partido, mientras que la portavoz del Govern, Neus Munté, será la vicepresidenta. Los estatutos del PDC establecen que el presidente y vicepresidente tienen atribuciones representativas y de coordinación, pero no ejecutivas. Este sábado la militancia también ratificará los estatutos y escogerá la figura del Defensor del Asociado, que tiene como objetivo velar por los derechos de los asociados del partido aunque sólo podrá hacer recomendaciones a la ejecutiva en los casos de vulneración de derechos.