El juicio del caso Palau ha arrancado este miércoles entre enorme expectación por si Jordi Montull decide tirar de la manta el próximo 8 de marzo durante su declaración como acusado. La mano derecha de Fèlix Millet en el Palau negocia rebajar la pena de su hija Gemma, para quien la Fiscalía pide 26 años de cárcel. Para ello tendría que confesar que Convergència cobró comisiones de Ferrovial a través del Palau de la Música.
La sorpresa de la jornada de cuestiones previas la ha dado Xavier Melero, el abogado de Convergència y de su extesorero Daniel Osàcar. El letrado ha anunciado que renuncia a un total de 36 testigos, todos ellos altos cargos de la Generalitat, en su mayoría del último gobierno de Pujol, y miembros de las mesas de contratación de las obras en el punto de mira de la justicia por ser moneda de cambio de las presuntas comisiones de 6,6 millones de euros de Ferrovial a CDC. La Fiscalía sostiene que el partido y la constructora tenían un “acuerdo criminal”.
Entre los testigos que se salvan de acudir al juicio figuran ilustres convergentes como Felip Puig, exconseller de Obras Públicas en la etapa de los hechos que se juzgan, o Jordi Turull, actual presidente del grupo parlamentario de JxSí y que formó parte de una de las mesas de contratación de las obras bajo sospecha.
La razón oficial de la renuncia es que el fiscal, Emilio Sánchez Ulled, no ve irregularidades administrativas en los contratos de las obras de la Ciudad de la Justicia –el edificio donde se celebra el juicio– o la Línea 9 del metro, obras de las que los testigos tendrían que dar cuenta. Y es que las presuntas comisiones del 4% de Ferrovial –que se habrían repartido al 2,5% para Convergència y al 1,5% para Millet y Montull– no figuran en ningún documento oficial, sino que se deducen de los archivos encontrados en los ordenadores del Palau.
No obstante, con este movimiento el partido también salva a Puig, Turull, y a otros ex altos cargos convergentes como Pere Macias de exponerse públicamente en un momento político en que el partido está tocado por las revelaciones del caso del 3% y que contiene la respiración ante una eventual confesión de Jordi Montull.
El resto del trámite de cuestiones previas ha servido para pedir la prescripción de varios delitos. El abogado de Osàcar y de CDC ha solicitado la prescripción del delito de tráfico de influencias del que está acusado su cliente, por el que el fiscal pide un año y medio de cárcel. Además, Sánchez Ulled reclama otros seis años de cárcel para Osàcar por blanqueo de capitales. También han pedido la prescripción del delito de falsedad documental los abogados de los dos directivos de Ferrovial acusados y de otros empresarios implicados en la presunta confección de facturas falsas para Millet y Montull. El tribunal resolverá el próximo miércoles las cuestiones previas.
Millet llega tarde y en silla de ruedas
“Hemos intentado que el juicio fuera lo antes posible”, ha indicado la presidenta del tribunal, la magistrada Montserrat Comas d'Argemir al arranque de una vista oral que llega casi ocho años después del estallido del caso. El principal acusado, el saqueador confeso del Palau, Fèlix Millet, ha llegado cinco minutos tarde a la Ciudad de la Justicia. Lo ha hecho postrado en una silla de ruedas, con su inseparable paquete de tabaco en el bolsillo de la americana. La tardanza de Millet, para quien el fiscal pide 27 años de cárcel por un saqueo de más de 25 millones, ha sido anecdótica, pues el juicio ha arrancado con 50 minutos de retraso.
Sin ir en silla de ruedas, el rostro de Montull y Osácar también revelaba un deteriorado estado de salud. Ninguno de ellos ha pedido ausentarse de las sesiones del juicio una vez hayan declarado como acusados, aunque pueden hacerlo más adelante. Antes de que empezara la vista, Millet y Montull han conversado durante cerca de diez minutos protegidos por unas mamparas colocadas en la entrada del auditorio de la Ciudad de la Justicia.
Sentada al lado de su padre en las butacas rojas del auditorio, la acusada que puede ser clave en el devenir del juicio, Gemma Montull, ha escuchado impasible las cuestiones previas planteadas por las partes. A ratos rebuscaba en su bolso, pero no sacaba nada.