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ERC tiende la mano a Sánchez para apartarle de Ciudadanos

Cuando el primer Gobierno de coalición en España echó a andar, en enero pasado, ERC tenía claro el papel que quería tener en Madrid como socio de necesidad, una posición que le permitiría obtener avances en la agenda soberanista gracias a su apoyo al Ejecutivo en proyectos clave. Pero ocho meses y un pandemia después, la aritmética ha cambiado mucho en el Congreso, y el presidente, Pedro Sánchez, ha conseguido que Ciudadanos pase de la oposición frontal a estar abierto a acuerdos. Los republicanos ven en la negociación de los presupuestos el último tren para conservar su posición de influencia en el Gobierno o descabalgarse definitivamente.

El jefe de filas de ERC en el Congreso, Gabriel Rufián, se reunirá este jueves con Sánchez en la ronda que el jefe del Gobierno mantendrá con los partidos. La intención de Esquerra es tender la mano al Gobierno para negociar las cuentas a cambio de un nuevo clima en la mesa de diálogo bilateral con la Generalitat. “No somos nosotros quienes nos excluimos de la negociación”, afirmaba este martes el vicepresident del Govern, Pere Aragonès. “Es el PSOE quien nos intenta excluir de la negociación, porque nosotros no ponemos un precio tan barato como Ciudadanos y no estamos dispuestos a apoyar cualquier presupuesto”, añadía el líder republicano.

“Una cosa es no ir con un 'no' de entrada y otra entrar en una subasta a la baja con Ciudadanos”, inciden fuentes de la formación, sin especificar cuáles serán las peticiones concretas. Aunque la letra pequeña aún se discutía este martes entre los dirigentes de Esquerra, los independentistas tienen claro que, para apoyarlos, además de unos presupuestos sociales deben obtener del Gobierno gestos contundentes, tanto sobre el futuro de los presos como para el autogobierno catalán. “No hay suficiente con ir a hablar de cualquier cosa. Queremos concreción, un orden del día y un compromiso que vamos a abordar la resolución del conflicto, no a hablar del tiempo”, ha asegurado la portavoz de ERC, Marta Vilalta, en los micrófonos de la Cadena Ser.

En paralelo a que la mesa vuelva a convocarse, la prioridad de los republicanos en los primeros compases de la negociación con Sánchez es evitar que el PSOE pueda utilizar la dureza de ERC como “excusa” –en palabras de Vilalta– para convertir a Ciudadanos en aliados permanentes del Gobierno hasta el final de la legislatura.

“Si lo que quieren decidir ahora es dar un giro hacia la derecha, dejar de lado una posible mayoría de izquierdas y virar hacia políticas de derechas y de recortes de derechos de la mano de Ciudadanos, que lo hagan, pero que no nos pongan de excusa a nosotros”, clamaba este lunes Vilalta. “Para poder sentarnos, seguir hablando y ver qué podemos negociar, incluyendo los presupuestos, debe haber un clima favorable, que significa que la vía del diálogo y de la resolución del conflicto con Catalunya esté abierta”, completaba la portavoz independentista.

Desde que a principios del verano el Gobierno sacara adelante los llamados “pactos de la reconstrucción” con Ciudadanos, en Esquerra han estado esperando a Unidas Podemos se revolviese por el giro en la política de alianzas. “Veremos si Iglesias es capaz de acabarse tragando unos presupuestos hechos a seis manos con Arrimadas”, afirmaba este verano un dirigente republicano. Según lo ven en el cuartel general de ERC, si finalmente esa alianza se consuma, Catalunya en Comú puede tener problemas para explicarla en la campaña electoral catalana.

El balón de oxígeno llegó la semana pasada, cuando Unidas Podemos se declaró “incompatible” con Ciudadanos, avisando al PSOE de que no tenían intención de apoyar unos presupuestos que hicieran guiños hacia el centro. Pero el lunes la vicepresidenta Carmen Calvo se apoyaba en unas declaraciones de Oriol Junqueras para dar por hecho que ERC no negociaría las cuentas, por lo que apelaba al resto de formaciones.

La batalla dentro del Gobierno se acabó apaciguando este lunes, en una reunión entre Sánchez e Iglesias en la que los socios acordaron consensuar entre ellos unas bases para el proyecto de presupuestos y, después, acudir juntos a la búsqueda de apoyos externos. Finalmente este martes Sánchez también ha evitado dejar a ERC fuera de la ecuación y ha dado a entender que quiere mantener como “socios prioritarios del Gobierno” a los de la investidura. Además ha reiterado su predisposición a volver a reunir la mesa de diálogo con la Generalitat “en septiembre, cuando quiera el Govern”.

Pero, como ya ocurrió en las semanas previas a la anterior cita de la mesa bilateral, ERC se topa de nuevo con las reticencias internas a facilitar el encuentro. Si el lunes eran los republicanos quienes pedían “un cambio de clima” y el martes Sánchez recogía el guante pidiéndole a la Generalitat que pusiera fecha para el encuentro, unas horas después la consellera portavoz aseguraba que para el Govern es imprescindible que la amnistía y la autodeterminación aparezcan en el orden del día.

JxCat vuelve a torpedear así el encuentro de la mesa de negociación para evitar que ERC pueda capitalizar eventuales éxitos. De hecho, aunque la relación bilateral con la Moncloa fue la cesta en la que los republicanos pusieron todos los huevos el curso pasado, en el propio seno de ERC ha comenzado a aparecer voces que,  en vista de su poco recorrido y su dependencia de dos formaciones rivales, consideran que este no puede ser el único eje de su posición en Madrid.

Los diputados del PDeCAT, dispuestos a mantener la unidad de su grupo

Como ocurre en todas las jornadas previas a negociaciones o votaciones importantes, en este inicio de curso han vuelto a aparecer las calculadoras para comprobar qué sumas podrían dar mayoría para aprobar unos presupuestos. El Gobierno tiene en su mano buscar el apoyo de ERC o decantarse por el de Ciudadanos pero, en cualquier caso, necesitan más apoyos. El del PNV se da por hecho, y también se cuenta con otras formaciones pequeñas que apoyaron la investidura de Sánchez. Sin embargo, la reciente ruptura entre JxCat y el PDeCAT ha generado rumores sobre el posible apoyo de los últimos a unas cuentas.

La escisión posconvergente ha roto el grupo del Congreso por la mitad, con cuatro diputados fieles a Puigdemont y otros cuatro que siguen en el partido de David Bonvehí. Sin embargo, fuentes del PDeCAT explican que su intención es mantener en la medida de lo posible la unidad de acción dentro de la candidatura que comparten. “El Gobierno debe entender que no ha aparecido un nuevo actor y que no va a haber cambios radicales de posición”, explican desde la organización. Estas mismas fuentes afirman que Ferran Bel, que no ha roto el carné, mantiene una buena relación personal con Míriam Nogueras, una de las que ha seguido al expresident, lo que ayudar a facilitar la cohesión interna durante el resto de legislatura.