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ERC quiere una vicepresidencia de la Generalitat de amplios poderes a cambio de dejar a JxCat Presidència y portavocía

La estructura del nuevo Govern va dibujándose poco a poco, pese a que los vaivenes en la negociación se suceden casi a cada hora. Tal y como avanzó eldiario.es, el nudo actual de la negociación está en la elección del número 3 del Govern, que podría ser la figura que lleve el peso efectivo del Ejecutivo. El precario equilibrio actual implica que ERC reconozca para JxCat una conselleria de la Presidència que incorporase al portavoz del Govern, a cambio de tener una Vicepresidència de amplios poderes ejecutivos.

ERC dibuja una gran vicepresidencia que tendría algunas de las competencias que hasta ahora pertenecían a la presidencia, como la secretaría de comunicación. Los republicanos además enfrían la opción de que Oriol Junqueras vuelva al cargo del que fue cesado, ya que está encarcelado y con nulas perspectivas de salir de prisión antes del juicio. ERC desea un vicepresident que esté, físicamente, en el Palau de la Generalitat y que tenga capacidad para suplir al president ausente.

La apuesta decidida de ERC por la efectividad del número dos del Govern es un problema para JxCat, que ya ha apuntado a Jordi Sànchez, encarcelado en la prisión de Soto del Real, como sustituto de Puigdemont en la investidura. Por esta razón JxCat se niega a ceder competencias de la conselleria de Presidència, que en la pasada legislatura tuvo grandes poderes ejecutivos y, sobre todo, el área de reparto de subvenciones y publicidad institucional y la relación con los medios de comunicación. Tanto JxCat como ERC codician estas áreas, y su reparto es más que sensible.

Otro de los flecos difíciles de cerrar es la portavocía del Govern, figura que en ausencia del president sería de gran visibilidad. Hay tradición en la Generalitat de que el portavoz sea el conseller de la Presidència, aunque no ha sido así siempre. ERC quisiera disociarla y que colgara de la vicepresidencia, mientras que JxCat se niega.

Los postconvergentes sitúan al frente de la conselleria de Presidència a Jordi Turull, un nombre que tampoco deja de sonar como candidato a la investidura si el juez impide a Sànchez ser president. Turull no solo es un hombre puente entre JxCat y el PDeCAT, sino que además tiene una buena relación personal con la republicana Marta Rovira, con quien en la pasada legislatura formó tándem al frente del grupo parlamentario de JxSí.

“Poner a Turull y Rovira podría servir para limar asperezas en la cúpula del Govern, donde nos tenemos que entender cada día”, reconoce una fuente de las negociaciones. Pero, como esto todavía no pasa de proyecto voluntarioso, el reparto de competencias entre la vicepresidencia y la primera conselleria ha tensionado las negociaciones este jueves hasta el punto de que sectores postconvergentes las han dado por bloqueadas y cercanas a la ruptura.

Tanto ERC como JxCat de forma oficial salían en seguida a rebajar estos rumores. “Estamos en los minutos finales de la negociación”, aseguraba el portavoz republicano, Sergi Sabrià, mientras que en la candidatura de Puigdemont se hablaba de un “receso en la negociación”. Los equipos negociadores, que no forman más de una decena de personas, se han visto por última vez este jueves por la tarde, cuando JxCat ha lanzado una propuesta sobre el reparto de competencias de Presidència. ERC se ha retirado a valorarla.

Un nuevo pleno

Mientras tanto, el presidente del Parlament, Roger Torrent, convocará este viernes un pleno, probablemente para el próximo martes, a petición de Ciutadans. Pero esta sesión difícilmente servirá para aprobar la propuesta de resolución para reconocer a Puigdemont la legitimidad presidencial, ya que no hay acuerdo en este sentido. Lo que sí hará este pleno es introducir presión a los equipos negociadores, ya que se quiere evitar a toda costa acudir al primer pleno en plena guerra.

“Si no es mañana, será pasado cuando nos veamos”, aseguran los republicanos sobre el calendario para retomar las negociaciones. Según consideran, lo más difícil era que Puigdemont aceptase que no podía ser investido en el Parlament y eso ya está hecho. En JxCat rebajan el optimismo. “Las cosas no van tan bien como para comenzar a hablar de investidura”, aseguran.