ERC ya tiene a Junts donde quería: acorralada y frente a sus contradicciones internas. Eso no significa que si en la consulta de los posconvergentes gana la opción de salir del Govern (algo que no está claro que acabe sucediendo), la vida de los republicanos vaya a ser mejor.
En las filas de ERC ya sacan pecho afirmando que están preparados para seguir solos, pero en el caso de que la militancia de Junts optase por abandonar el Ejecutivo ellos seguirán teniendo solo 33 diputados en el Parlament, ya no podrán apelar más a la unidad independentista para sobrevivir y estarán obligados a llamar a la puerta del PSC porque solo con los comuns no suman para impulsar leyes fundamentales. Salvador Illa lleva semanas tendiendo la mano y expresando su disposición a aprobar los Presupuestos aunque ni eso ni nada es gratis y menos con las cuentas de Pedro Sánchez pendientes también de los votos de ERC en el Congreso y con unas elecciones municipales a la vista.
El foco, de momento, está en Junts, un partido que, decidan lo que decidan sus bases, sale debilitado de este envite. Si se queda porque no habrá podido conseguir ninguna de las peticiones que hizo a Pere Aragonès, y aunque las vuelva a plantear ya sabe que la respuesta será la misma. Y si sale se adentrará en una travesía del desierto que está por ver si será más corta o larga, pero lo que seguro que no será es placentera.
Quien definió como “travesía del desierto” los siete años que CiU pasó en la oposición fue Artur Mas, que sabe de lo que habla porque él fue quien intentó revestir de épica (“somos soldados derrotados”, llegó a proclamar) lo que no era más que un mazazo económico y político para una formación que descubrió por primera vez qué era estar fuera de la Generalitat.
Eso lo sabe también el actual secretario general de Junts. Jordi Turull se afilió a Convergència en 1987, fue uno de los hombres de confianza de Oriol Pujol Ferrusola (cuando el hijo del expresident pensaba que sería el sucesor de su padre en el partido), y azote del tripartito en el Parlament, donde entró como diputado en el 2004 después de haber ocupado cargos varios en el ámbito municipal y haber sido director general en la Generalitat.
Mas es de los que ha considerado públicamente que sería un error salir del Ejecutivo catalán. ¿Si la conclusión final de Junts es que rompen, quién se creerá que la independencia es un horizonte real, si ellos no son capaces de mantener ni un solo Govern?“, se preguntó en una entrevista en Catalunya Ràdio. Este es uno de los argumentos que esgrimen los muchos altos cargos que defienden la continuidad de la alianza con ERC. Entre ellos destacan dos nombres: Jaume Giró y Victòria Alsina. El conseller de Economía porque no entró en política para ser solo diputado y porque siempre ha defendido que la manera de avanzar hacia la independencia es estar en las instituciones y gestionarlas bien.
Por su parte, la titular de Exteriores, uno de los valores en alza, ha anunciado este lunes que se ha hecho militante del partido porque aunque por estatutos no podrá votar en la consulta, de esta manera sí podrá hacer campaña a favor de la permanencia en el Govern. También las conselleres Violant Cervera y Lourdes Ciuró están en la misma posición, una opción con muchos apoyos entre los altos cargos del Govern, según fuentes del propio partido. Otros, como el abogado y diputado Jaume Alonso Cuevillas, afín a Borràs, están en el otro extremo y recabarán apoyos para salir del Ejecutivo.
Formalmente la dirección del partido no se posicionará, cosa que no significa que sus integrantes opten por el silencio. Turull ya ha anunciado que en tanto que secretario general no se pondrá de perfil y su intención es explicar a la militancia cuál es su posición. Él, a diferencia de Laura Borràs, ha medido siempre sus críticas a ERC y ha mostrado su “voluntad de arreglarlo”. Pero a la vez sabe que el riesgo de fractura interna es alto y una futura escisión del partido no es descartable por más que nadie se atreva a verbalizarla como una posibilidad.
“Nada hace pensar que el posicionamiento de Laura Borràs y el mío no sean el mismo en la consulta” aseguró Turull ante los medios. El secretario general insiste en que hasta el momento él y la expresidenta del Parlament no han discrepado en la estrategia a seguir. Habría que precisar que no lo han hecho públicamente. Lo que sí asume Turull es que está obsesionado con evitar que el partido se rompa y para algunos de allí dentro eso le ha hecho pasar del rechazo a salir del Govern a planteárselo.
La pregunta a los 6.465 afiliados militantes se aprobó en la ejecutiva de este lunes con el apoyo de todos sus integrantes y una abstención: “¿Quieres que Junts siga formando parte del actual Govern de la Generalitat de Catalunya? Utiliza el verbo seguir y no salir (algo que gusta a los partidarios de quedarse) pero a la vez incluye un párrafo previo en el que se recuerda que una auditoría interna de mayo pasado (cuyo contenido íntegro no se dado a conocer ni se repartirá entre las bases) constató ”incumplimientos de elementos que son centrales“ en el acuerdo entre Junts y ERC y se añade que las propuestas que han hecho los posconvergentes para cumplirlo ”hasta ahora“ no han sido aceptadas por los republicanos.
Estas peticiones, según la versión dada por Junts, no apelaban en su último documento a la tutela del Consell de la República al Govern, como interpretan en ERC, sino a una mayor “coordinación”. Para el partido de Junqueras el solo hecho de mencionar este órgano controlado por Carles Puigdemont y sus afines es casi una declaración de guerra. Sobre otro de los elementos de discordia, la mesa de diálogo, y para contradecir el relato hecho por los republicanos, en Junts aseguran que solo pidieron que se aceptase la posibilidad de que hubiese diputados del Parlament. Esto significaba que ni Turull, Borràs o Miriam Nogueras podían estar (aunque sí otros parlamentarios del sector más crítico con la vía del diálogo emprendida por Aragonès). Había desaparecido también de la negociación la posibilidad de que el president se sometiera a una cuestión de confianza, el elemento detonador de esta crisis entre ambas formaciones.
Turull considera que ERC no ha hecho nada por retenerlos y que más bien llevan días enseñándoles la puerta de salida. Otros dirigentes de Junts, como el destituido Jordi Puigneró, piensan lo mismo. Lo último que le dijo a Aragonès tras cesarle fue recordarle que ya había perdido el apoyo de la CUP y que ahora echaba al vicepresidente de su socio en el Govern. “Te has quedado solo”, le espetó al president.
Los militantes votarán el jueves y el viernes hasta las cinco de la tarde. Si finalmente Turull y Borràs apuestan por salir del Govern y la militancia les contradice se abre un escenario del todo incierto (más aún) en el partido. Más raro sería que ellos apoyasen quedarse y las bases optasen por el divorcio con ERC. Es pronto para hacer pronósticos, según reconocen también en el partido. Pero no para vaticinar que, sea cual sea el resultado, en Junts se acercan curvas.