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JxCat y ERC se encomiendan a los comuns para salvar la mayoría perdida por su crisis

La fotografía que el Govern ha dejado tras la primera votación del curso parlamentario es contundente: está con el agua al cuello. Así se explica que este martes haya optado por perder la mayoría en la Cámara para poner freno a una bronca que no ha parado de agrietar el Ejecutivo que dirige Quim Torra desde la semana pasada. El independentismo mayoritario se lanzará ahora a seducir a los 'comuns', en busca de la estabilidad que sus diputados ya no garantizan en solitario.

Esa ha sido la pretensión de ERC desde hace meses, que ha perseguido generar alianzas de izquierdas y soberanistas que rompan los bloques estancos en los que se ha convertido la política catalana. Pero este martes, por primera vez, fuentes de JxCat en el Parlament admitían que no tendrán otro remedio que buscar complicidades con el partido que dirige Ada Colau. La alcaldesa, por su parte, ya puso este fin de semana la alfombra a los pactos, marcando como prioridad una negociación global en el Ayuntamiento, el Parlament y el Congreso.

Que los dos partidos del Govern se encomienden al apoyo de los 'comuns' demuestra también que ambos han aceptado que la unilateralidad, al menos por el momento, deberá quedar aparcada. El grupo formado por ICV, Podem y EUiA tiene una batería de condiciones económicas con las que se presenta para negociar las leyes centrales, como los presupuestos. Pero entre ellas también figuran otras cuestiones de tipo político, como mantener al Ejecutivo de Torra alejado tanto de cualquier ruptura de la legalidad como de avances electorales demasiado madrugadores.

Confirmada la pérdida de la mayoría como ha ocurrido este martes, los ocho diputados de Catalunya en Comú emergen como única tabla salvavidas posible para el Govern. Mientras, el independentismo mayoritario sigue tirándose los platos a la cabeza en busca de responsables por haber pasado de los 70 diputados que las urnas les dieron el 21 de diciembre –contando a la CUP–, a los 61 con los que han podido contar en las votaciones del último pleno, ya sin los anticapitalistas.

El resultado deja poco margen a la interpretación: el Govern perdió en el Parlament una docena de iniciativas, entre ellas algunas claves, como reafirmar las resoluciones independentistas de la pasada legislatura o reprobar al rey por su discurso del 3 de octubre de 2017. Sí se han aprobado, en cambio, cuestiones que contentan a los 'comuns', como el referéndum pactado o la mejora de la financiación de las guarderías.

Sin los cuatro diputados procesados de JxCat, sin poder usar el voto de Toni Comín por estar ausente pero sin medidas cautelares en Bélgica y ya sin el apoyo de la CUP, los 61 asientos que sostienen al Govern pueden perder cualquier votación complicada. El casi único alivio para el Ejecutivo es que no cabe la moción de censura contra Torra, porque para ella se necesita tener mayoría absoluta, con la que la oposición tampoco cuenta.

La suspensión de diputados dictada por el magistrado Pablo Llarena en julio pasado, sumada a la incapacidad de acordar una solución entre JxCat y ERC, ha acabado convirtiéndose en un cóctel que ha minado no solo la mayoría parlamentaria, sino también la legislatura. Tanto es así, que el pasado viernes Quim Torra y el vicepresident Pere Aragonès vieron la necesidad de salir en rueda de prensa para escenificar la unidad. Una entente que ha durado lo que han tardado en volver al Parlament.

Después de anunciar un acuerdo el pasado jueves por el que los republicanos aceptaban que los cuatro diputados procesados de JxCat pudieran delegar el voto –y no ser sustituidos, como Oriol Junqueras y Raül Romeva–, ERC ha acabado dando un golpe sobre la mesa, tras conocer que los letrados rechazaban la fórmula. Así, el grupo del presidente del Parlament, Roger Torrent, ha acabado tumbando las delegaciones de voto de sus socios. En respuesta, Carles Puigdemont, Jordi Sànchez, Jordi Turull y Josep Rull han enviado un comunicado en el que manifestaban que preferían perder la mayoría antes que aceptar su sustitución.

A partir de aquí, ninguno de los dos partidos tiene claro si en el futuro habrá forma de enmendar la situación. Varios de los diputados suspendidos por el Supremo están a la espera de que el Tribunal Constitucional resuelva sus recursos, al igual que Ciudadanos, que acudió al árbitro judicial en defensa de lo contrario. Ni siquiera está claro que la fórmula utilizada por Junqueras y Romeva de “designar” sus votos sea aceptada por el Constitucional, aunque también podría ocurrir lo contrario y que acabase resolviendo que las suspensiones no son correctas. De cualquier manera, el independentismo por el momento ya no cuenta con los votos que este martes no ha podido usar.