Por octavo año consecutivo el independentismo catalán se prepara para celebrar una manifestación masiva en la Diada. Una jornada para darlo todo en la calle que cada año sirve para medir la temperatura en las bases del movimiento secesionista. El de este 2019 será el segundo Onze de Setembre con dirigentes independentistas encarcelados y permitirá testar hasta qué punto la bronca pública de los partidos a cuenta de la respuesta a la esperada sentencia ha hecho mella o no en su fuerza social.
Los independentistas llegan a la Diada sin haber pactado una respuesta común desde las instituciones que controlan, Govern y Parlament, para la esperada sentencia del Tribunal Supremo sobre el juicio del procés. La cuestión ha dividido a JxCat y ERC desde hace meses pero, en los últimos días, ha acabado coagulando en un debate mucho más prosaico sobre la conveniencia de un adelanto electoral deseado por los republicanos y que los posconvergentes rechazan. La semana pasada Oriol Junqueras y Carles Puigdemont polemizaron en público sobre ello, firmando la última discusión de la relación tormentosa que mantienen los socios del Govern.
La desunión del independentismo es palpable en casi cualquier ámbito. La propia organización de la manifestación generó polémica durante el verano al considerar algunos miembros de ERC que los convocantes, sobre todo la ANC, trataban de apartarlos de la movilización al no invitar a autoridades políticas a las primeras filas. En realidad el choque es más profundo pues una parte de las bases de las entidades, la más movilizada, ha protagonizado protestas contra los partidos independentistas, lo que ha generado también desconfianzas entre las formaciones políticas y ciertos grupos.
Sin poder ocultar ya ese trasfondo lleno de desencuentros, en la recta final hacia la Diada los dirigentes políticos y sociales se han afanado en disimular sus diferencias y hacer una llamada conjunta a la manifestación. Este domingo los políticos que esperan el fallo desde la prisión y los que la esperan desde el extranjero firmaron juntos una carta llamando a los suyos a mostrar en la Diada el apoyo que aún suscita su reivindicación. Y es que si alguna cosa comparten todos los actores, de los partidos a las entidades, es que el independentismo no puede permitirse un pinchazo en la movilización de este miércoles.
Otra cosa en la que todos ellos coinciden es en otorgar a esta Diada la función de pistoletazo de salida de un otoño de movilizaciones. Tanto para la estrategia de ERC como para la de JxCat es fundamental tener a sus bases activadas en los meses en los que se prevé que llegue la sentencia del Supremo, con la intención de capitalizar unas condenas que podrían convertirse en un parteaguas similar al que supuso la sentencia que recortó el Estatut en 2010.
Este año la manifestación tendrá su epicentro en la plaza España de Barcelona y discurrirá por la Gran Vía y las calles aledañas. Pese a que la consigna del movimiento es la de no fallar a esta marcha, según la propia ANC la cifra de inscritos ha caído respecto al año pasado. El martes la organización ofreció el último dato: 400.000 personas, cerca de un 10% menos que lo divulgado en las vísperas de 2018.
Con todo, los organizadores subrayan que los números siempre se sitúan en una horquilla similar y dan por hecho que las imágenes volverán a mostrar la potencia de la convocatoria. Pero su peor enemigo es la lluvia, que este martes ha obligado a aplazar el acto oficial que la Generalitat preparaba para la víspera de la jornada nacional y que, finalmente, se celebrará el miércoles tras la manifestación. Las formaciones no independentistas rechazaron asistir a la ceremonia oficial al considerarla “secuestrada” por el independentismo, en una polémica que se ha producido también en los últimos años.
Pase lo que pase en los alrededores de plaza España este miércoles, para los partidos y entidades la Diada de este 2019 solo será el primero de varios eventos de fuerte carga política. A partir de este 11 de septiembre se conmemorarán el segundo aniversario del 1-O y, el 16 de octubre, los dos años de prisión preventiva de Jordi Sànchez y Jordi Cuixart. La sentencia, según fuentes del Supremo, podría llegar entre esas fechas, para evitar tener que prorrogar la prisión de los dos líderes sociales. Es entonces cuando el independentismo tiene previsto mostrar su mayor fuerza en la calle.