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Junqueras y el exvicepresidente de Ecuador se escriben desde la cárcel: “Los que vivimos por ideales pagamos un precio muy alto”

Antes de que la justicia ecuatoriana iniciase el proceso penal contra ellos, el presidente se había marchado a Bélgica, donde aún reside, mientras que el vicepresidente se quedó en el país, lo que le acabó llevando a la cárcel en la que aún cumple condena. Aunque la historia puede sonar conocida, los protagonistas no son independentistas catalanes sino dos nombres propios del socialismo latinoamericano: Rafael Correa y su número dos, Jorge Glas. Este último y Oriol Junqueras no solo están unidos por trayectorias paralelas sino que ahora han comenzado una relación epistolar desde la cárcel.

Glas y Junqueras se han remitido cartas cruzadas desde las cárceles en las que ambos están recluidos, el CRS Cotopaxi el primero y la prisión de Lledoners el segundo. Fue el exmandatario ecuatoriano quien inició el contacto, con una misiva enviada el 9 de enero. “Compañero Oriol, soy Jorge Glas, preso político en Ecuador”, le escribe el político ecuatoriano.

El que fuera número dos de Correa continúa: “La historia nos dice cómo acaban estas injusticias, la restauración viene siempre, toca resistir. Los que elegimos vivir por ideales a veces pagamos un precio muy alto, pero toca enfrentarlos con fuerza”.

El dirigente latinoamericano se despide deseándole al político independentista que el encarcelamiento de ambos “termine pronto” para poder “tener el gusto de darte un abrazo”. “¡Hasta la victoria siempre!”, cierra.

Junqueras le respondió con una carta de vuelta que salió de Lledoners la semana pasada. “Siempre he sabido que la prisión es una etapa más en el camino por la libertad”, le escribe el líder de ERC, que afirma que eso “vale tanto para Catalunya como para Ecuador”. “Estamos viviendo una nueva forma de ataque a la libertad y la democracia por parte de los poderosos de toda la vida”, continúa el dirigente catalán, “a través por ejemplo de las políticas de 'lawfare', desgraciadamente tan habituales en América Latina”.

El líder republicano continúa buscando paralelismos entre su situación y la de Glas. “Con todos los matices y las diferencias entre nuestras respectivas causas, estoy convencido de que estamos juntos en la defensa de la democracia y de los derechos humanos, en un esfuerzo cada día más global”, asegura.

“Ellos pueden encarcelarnos y reprimir a los ciudadanos, pero no pueden impedir el cambio porque las ideas no pueden encarcelarse”, lanza Junqueras en el último párrafo, para finalmente despedirse con un “hasta la victoria siempre”, utilizando la frase del Che Guevara que también había empleado su interlocutor en la primera carta.

Desde su entrada en prisión –el 2 de octubre de 2017–, Jorge Glas se ha convertido en un icono para los partidarios de Correa en Ecuador y también para otros movimientos de la izquierda bolivariana en Latinoamérica. El exmandatario está condenado por el caso de corrupción conocido como Petrobras-Odebrecht o simplemente Odebrecht, según el cual la empresa constructora y con una ramificación energética habría pagado sobornos a diferentes gobiernos de varios países en el continente americano.

Glas, en concreto, está condenado por asociación ilícita a seis años de prisión, junto con otros siete implicados. A principios de este año la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), un órgano dependiente de la Organización de los Estados Americanos (OEA) y que en Europa podría tener ciertas similitudes con el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, reclamó al Estado ecuatoriano que preservara los derechos de Glas, lo que su defensa consideró una concesión de las medidas cautelares reclamadas. Los partidarios de Correa y Glas consideran que el juicio seguido contra él fue una farsa destinada a desactivarlo políticamente.