El PDeCAT y ERC son expertos en disimular sus diferencias. Lo han hecho durante toda la legislatura y, tras la negativa de los republicanos a tejer una candidatura conjunta para el 21D, ambos partidos se esfuerzan lo justo para aparentar que tienen una estrategia común. Pero, pese a las dificultades por simular un frente común, las respectivas cúpulas han acordado coordinarse para ofrecer el viernes una imagen de unidad a las puertas del Supremo.
El objetivo es que cuando los exconsellers entren para prestar declaración ante el juez Pablo Llanera, en las puertas del Supremo haya el máximo de dirigentes independentistas. Y, sobre todo, que si el magistrado decide dejarlos en libertad, su salida se convierta también en un “acto de desagravio”.
Si el vicepresidente cesado, Oriol Junqueras, y los otros siete consellers encarcelados salen de prisión ya se les prepara un recibimiento multitudinario en Barcelona. El escenario escogido sería el concierto que la Asamblea Nacional Catalana ha organizado para el sábado en el Estadio Olímpico Lluís Companys. La ANC ha vendido, de momento, menos de la mitad de las entradas para un concierto cuyos beneficios se destinarán a la caja de solidaridad que las entidades independentistas han puesto en marcha para hacer frente a las multas y fianzas de los políticos independentistas procesados.
Si finalmente el juez Llarena cambia el criterio sobre los encarcelados y ordena su liberación bajo fianza, los consellers cesados y los jordis podrían llegar a tiempo para el concierto, dependiendo de cuánto tarden en depositar las fianzas impuestas. Pese a esto, tanto los partidos independentistas como las defensas de los encausados se mantienen más que prudentes sobre la posibilidad de que acaben saliendo en libertad. Los antecedentes no son halagüeños.
La unidad que se vivirá frente al Supremo será el contrapunto a la batalla que ambas formaciones mantienen en el terreno electoral y que ya ha tenido su traducción en la precampaña. Ambos partidos, junto a la CUP, negocian una serie de puntos comunes para llevar en sus programas, pero las conversaciones están siendo más duras de lo que se esperaba.
Una de las cuestiones que separa a ERC de JxCat es la estrategia a seguir para configurar el Govern a partir del día 22 de diciembre si el independentismo revalida su mayoría parlamentaria. La formación exconvergente presiona a los republicanos para que se comprometan a investir de nuevo a Puigdemont, bajo la idea de que hace falta “restituir al Govern legítimo”. En el argumentario que JxCat ha repartido entre los integrantes de su lista se asegura que investir a otro president sería tanto como avalar el 155.
Mientras, los republicanos insisten en que sus candidatos a la presidencia son Junqueras, si está libre, y Rovira en su ausencia. En ERC la idea que han sostenido hasta ahora es que hará falta un gobierno ejecutivo investido desde el Parlament y formado por miembros sin causas judiciales abiertas. Para Puigdemont y el llamado “Govern legítimo” sí contemplan un reconocimiento simbólico, y se han comprometido a buscar la forma de restituirlo. Pese a esto, consideran que será más que difícil que tanto Puigdemont como Junqueras puedan tomar posesión de sus actas de diputados.