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JxCat confía en el 'efecto Puigdemont' para superar a ERC en Europa y retener el liderazgo independentista

En el Lazarillo de Tormes se culpaba a la “negra honrilla” de que sus hambrientos protagonistas se viesen obligados a aparentar mejor situación de la que realmente tenían. Y es que, pese a que en las generales fue ERC quien le ganó la partida y que los republicanos tienen a tocar la alcaldía de Barcelona, que Carles Puigdemont supere en votos a a Oriol Junqueras en este cara a cara electoral permite a los posconvergentes olvidar los recientes malos resultados y mantener, al menos simbólicamente, el liderazgo del independentismo desde Waterloo.

JxCat confía poder ganar los comicios europeos en Catalunya gracias al 'efecto Puigdemont', que ya hizo aparición en las elecciones al Parlament en diciembre de 2017 cuando la lista del expresident consiguió remontar y superar a ERC gracias a una campaña personalista y centrada en la restitución del jefe del Govern depuesto por el 155. Ahora la formación considera que la figura de Puigdemont sigue teniendo un enorme tirón entre el electorado independentista, gracias a lo que, pronostican, podrá salir victorioso en el combate contra un Junqueras al alza y que viene de hacer historia para su partido en las generales.

Pese al bueno de sus rivales republicanos, en la formación de Puigdemont aluden a dos factores claves para ganar este domingo. El primero es que los electores premian la utilizad de cada uno de sus líderes en un ámbito concreto, es decir, que los independentistas quisieran una ERC fuerte en Madrid como interlocutora del Gobierno de Pedro Sánchez pero preferirían a un Puigdemont “en el exilio” e “internacionalizando el conflicto” en Europa. Así se han repartido los papeles hasta el momento, resaltan fuentes de la campaña de JxCat.

La segunda cuestión es que las elecciones europeas son consideradas como unos comicios menores, que el votante ve más lejanos y con menos en juego. Eso permite que, en el ámbito catalán y concretamente entre los independentistas, las elecciones se focalicen en la competición entre Puigdemont y Junqueras, dos estrechos rivales que pugnan sin descanso por la hegemonía dentro del independentismo. Una competición casi obsesiva para ambos y que, en este ciclo electoral, ha conseguido que por momentos ambos partidos se centraran en las elecciones menos importantes.

Y es que, este domingo, ERC se jugará conseguir su mayor cuota de poder municipal en la historia. Los republicanos tienen al alcance de la mano importantísimas alcaldías como Barcelona, Badalona o Sabadell, así como desbancar a JxCat de algunos de sus feudos clásicos con ayuda de las candidaturas de la CUP, como en Girona o Sant Cugat. Por esa misma razón, no menos importante es la dimensión municipal para JxCat, que debe dar la talla en el territorio para no perder su posición como partido de cuadros locales en las provincias de Girona y Lleida, y para no desaparecer en la corona metropolitana donde su situación viene siendo muy apurada.

Capitulo aparte merece la competición por Barcelona, donde los posconvergentes han sacado sus mejores armas, Quim Forn y Elsa Artadi. Ambos fueron una apuesta encaminada a demostrar que, para los herederos de Convergència, la capital del país importa. Aunque el tándem sí ha conseguido, en parte, cortar la hemorragia que el partido ha sufrido en la legislatura que acaba, los sondeos siguen dejando la fórmula fuera de la carrera por la alcaldía que mantienen Ada Colau y Ernest Maragall.

Un aperitivo con gran simbolismo

Una de las papeletas de este domingo decidirá todo lo anterior. Por eso, la urna europea será apenas un aperitivo de lo que se juega en las municipales. Pero un aperitivo importante a nivel simbólico, y en el que los dos partidos han tirado de propuestas originales para resultar atractivos. ERC en una coalición con Bildu y BNG, baja la marca Ahora Repúblicas, que intentará obtener votos fuera de sus respectivos territorios. Puigdemont, por su parte, desembarazándose de la antigua alianza con el PNV y Coalición Canaria, y lanzando las siglas de Lliures per Europa como voto antisistema.

La lucha sin cuartel entre ERC y Convergència o sus herederos se remonta, precisamente, a las elecciones europeas de 2014, cuando los republicanos superaron por primera vez a la formación de Artur Mas. Desde desde entonces la competición por la hegemonía del independentismo se ha llevado a todas las elecciones y se ha dirimido en todas las plazas posibles, de las municipales al Parlament pasando por tres generales.

Ahora, y antes poner rumbo a un avance electoral en la Generalitat al que nadie pone fecha pero que todos dan por sentado, las europeas brindan un cara a cara inmejorable para ajustar las cuentas pendientes entre independentistas. No ganará nada quien llegue primero y ni siquiera está claro que ambos puedan coger las actas de eurodiputados, pero en los cuarteles generales de las dos formaciones saben que la pugna europea será definitiva para su imagen. La “negra honrilla”, de la que ya advertía el anónimo autor de la novela de picaresca, marca la política catalana cinco siglos después.