La portada de mañana
Acceder
La declaración de Aldama: “el nexo” del caso Ábalos apunta más arriba aún sin pruebas
De despacho a habitaciones por 1.100 euros: los ‘coliving’ se escapan de la regulación
Opinión - ¿Misiles para qué? Por José Enrique de Ayala

“Planteamos el referéndum unilateral porque el proceso actual tiene incongruencias”

Eulàlia Reguant (Barcelona, 1979) es diputada de la CUP-Crida Constituent. Ha tenido un papel destacado tanto en las negociaciones que terminaron en la investidura de Carles Puigdemont como en las conversaciones con el Govern que han llevado la CUP a tumbar los presupuestos con el resto de la oposición. Pese a la rotura del pacto con Junts pel Sí, Reguant se muestra conciliadora con el president de la Generalitat. “Si en la cuestión de confianza se ponen de manera clara los pasos definitivos para la independencia, Puigdemont nos encontrará”, vaticina. Reguant reconoce que la política parlamentaria está creando división en la CUP y pide más debate político interno.

El Referéndum Unilateral de Independencia (RUI), la última moda del debate político catalán, aparece pocos minutos después de comenzar la entrevista. Reguant ve el RUI como una manera de encarar definitivamente las “incongruencias” del proceso soberanista derivadas del resultado del 27 de septiembre y de una hoja de ruta de Junts pel Sí “que no acaba de funcionar”.

¿Qué quiere decir que la CUP se siente “corresponsable pero no culpable” de la ruptura con Junts pel Sí?

Si tropezamos o hay un momento de parada como el de ahora somos corresponsables porque el acuerdo es entre dos partes. No queremos asumir el rol que la CUP es la culpable de todos los males del Govern y del Parlament.

¿La CUP quiere rehacer el acuerdo con Junts el Sí y el president Puigdemont?

Sí. El acuerdo con Junts pel Sí para desplegar la declaración del 9 de noviembre creemos que aún es vigente. Y si no lo es, nos sentamos, hablamos y vemos cómo lo abordamos. Hay algunas cosas que se deben replantear. Nosotros hemos puesto sobre la mesa el Referéndum Unilateral de Independencia porque el proceso tal y como está establecido tiene algunas incongruencias. No creemos que haya un día que, tal y como plantea la hoja de ruta de Junts pel Sí, pulsemos un botón rojo y seamos independientes. Cuanto más tiempo pasa creemos que se demuestra que esta vía no acaba de funcionar. Por lo tanto, el referéndum unilateral es la única manera de ganar un cierto reconocimiento internacional y sumar más gente al proceso ante la imposibilidad de que el Estado ceda en nada. Ahora bien, el RUI no es la consulta del 9 de noviembre.

¿Cómo se consigue que el RUI no sea otro 9-N? En otras palabras, que no sea un mero acto de reafirmación independentista y que se sume a la gente por el derecho a decidir que no participó en el 9-N.

La consulta del 9-N se terminó descafeinando. Se asumió que nunca sería vinculante para empezar porque no era una pregunta binaria. El 9-N estuvo bien como un momento de reafirmación, pero no generaba nada más allá. El RUI debe construirse asumiendo que el Estado no pondrá ningún tipo de facilidad pero estableciendo las bases de legalidad catalana propia que marquen que el resultado del RUI será vinculante para la Generalitat y el Parlament de Catalunya. Para el Estado evidentemente nunca lo será.

El jueves el president hablaba “enriquecer” la hoja de ruta soberanista para incluir a Catalunya Sí que es Pot, aunque sin renunciar a la independencia. ¿Qué opina?

Esto está bien, hace cinco meses que lo deberíamos haber empezado a hacer. Se han hecho algunas cosas en la comisión estudio del proceso constituyente que no han funcionado. Hay una cuestión clave: las elecciones del 26J acaban condicionando los posicionamientos de los partidos.

¿Pero si el objetivo de la independencia se mantiene cómo sumarán a un partido que no quiere ir más allá del derecho a decidir?

Hay dos actores que están netamente por un objetivo de soberanía nacional, que son Junts pel Sí y la CUP. Pero hay una parte de construcción de república donde con CSQEP nos podemos encontrar y nos deberíamos estar encontrando pero hasta ahora no lo hemos conseguido.

¿Por qué?

Por la coyuntura española. CSQEP espera que llegue el referéndum por parte del Estado español, ya sea por convencimiento o por cuestiones electorales estatales. Que en el Estado no se haya dirimido la situación política hace que sea mucho más difícil que ellos se posicionen. Porque si ahora se posicionaran por una hoja de ruta que nos lleve al menos hacia un referéndum unilateral o que se acerque a la vía unilateral, que es la única que la CUP ve viable, CSQEP podría quedar descolocada.

¿No es contradictorio buscar un aliado como CSQEP que espera un cambio de la situación nacional y al mismo tiempo afianzar la vía unilateral con un RUI?

Tiene una parte de contradictorio ahora, a día de hoy. Para mí es absurdo esperar nada de las elecciones estatales, pero si CSQEP confía en ello, pues los tenemos que esperar. La situación a la que creo que se llegará es que CSQEP acabará constatando que la vía pactada por el referéndum no va a ninguna parte. Entonces deberá posicionarse: si defienden un proceso constituyente propio y no subordinado tendrán que venir a la vía unilateral. Si no vienen es que no vemos el proceso constituyente de la misma manera.

Puigdemont dijo en el pleno de este jueves que no negociaría con ustedes antes de presentarse a la cuestión de confianza.dijo en el pleno de este jueves que no negociaría con ustedes

Esperamos que negocie y no sólo con la CUP. No sé qué sentido tiene que el president vaya a la Cámara a presentarse a la cuestión de confianza sin haber hablado con nadie. Puigdemont dijo esto el día antes de que comenzara la campaña electoral. Por lo tanto el 27 de junio, ya hablaremos.

¿Cómo pueden volver a construir los puentes que Puigdemont considera dinamitados con Junts pel Sí?

Sentándonos y hablando. Debemos escucharnos entre nosotros, a la calle y a los motivos que hasta ahora quizás no se han escuchado suficientemente bien, ni de unos ni de otros.

Pero la CUP deberá ofrecer algo a Puigdemont si quiere restablecer el acuerdo.

Si en esta cuestión de confianza se ponen de manera clara los pasos definitivos para la independencia, Puigdemont nos encontrará. También debe haber voluntad de no priorizar ciertas políticas que se han llevado a cabo hasta ahora. Algunas políticas de estos seis meses, sobre todo en enseñanza, no son las de una legislatura excepcional ni sirven para ensanchar la base del proceso sino que son continuar exactamente como hasta ahora.

¿Se ven capaces de llegar a acuerdos con la Convergència de Puigdemont pero con la de Mas no?

Sí. La Convergència que representa Puigdemont es diferente que la de Mas. Creo que la Convergència de Puigdemont es netamente independentista y por lo tanto el objetivo es mucho más claro.

¿Y a los sectores de Convergència que no querían una cuestión de confianza sino directamente elecciones les intentarán convencer de un nuevo acuerdo?

Estos sectores de Convergència que quieren elecciones ahora ya las querían cuando Artur Mas dio un paso al lado, por lo tanto no se si podrán cambiar su planteamiento. El punto es ver si el sector Puigdemont existe y no está solo. Creo que el presidente es consciente de que para avanzar necesita la CUP de una manera u otra. El acuerdo que hasta ahora existía y que para nosotros es plenamente vigente se puede reanudar o se puede replantear, pero en ningún caso el objetivo marcado de la independencia ha desaparecido.

¿Qué argumentos estrictamente económicos tenían para rechazar tramitar los presupuestos, sin entrar a valorar la confianza política con sus exsocios?

Si los presupuestos son los de una legislatura excepcional deben tener un punto de excepcional. Unos presupuestos subordinados a Montoro y a la troika, que asumen el tope de déficit o las políticas de deuda, no marcan ningún punto de inflexión. Y claro que eran expansivos, pero la expansión la marca el aumento de ingresos del sistema de financiación estatal y la reducción de intereses de la deuda. El Govern no hizo ningún esfuerzo para aumentar los ingresos.

¿No tenían suficiente pistas desde la conselleria de Economía para saber que se podría hacer este esfuerzo durante el trámite parlamentario? Le han terminado ahorrando una votación a Convergència sobre si quiere subir los impuestos a los ricos.

No teníamos suficientes indicios previos. El vicepresident Junqueras habló de reformar el IRPF y al cabo de quince días retrocedió y dijo que esto ya se vería en el trámite parlamentario. Consideramos que no había elementos suficientes para pensar que ERC tuviera intención de sumarse a una modificación progresiva del sistema fiscal. Sí lo vimos con el IRPF, pero nosotros queríamos abordar el debate fiscal en su totalidad. La campaña electoral, de nuevo, también ha influido.

La CUP quería tener unas bases claras de qué impuestos se modificarían en trámite parlamentario. Después ya nos hubiéramos discutido sobre los tipos y las bonificaciones, pero queríamos un acuerdo para hacer el sistema más progresivo, no acordar un estudio para ver si se modificaba. La diferencia es grande y al final estas bases no estaban: Junts pel Sí tumbó el 1 de junio una reforma del impuesto de sucesiones que propuso CSQEP para hacer pagar más a los más ricos.

¿La CUP está más dividida ahora que después de las negociaciones para la investidura?

La CUP siempre ha tenido debates ajustados. Ahora bien, como CUP no hemos sido capaces de solucionar la resolución de las tomas de decisiones que son A o B. Históricamente siempre ha habido estas situaciones pero la diferencia es que ahora la CUP es mucho más grande, tiene muchos más focos mirándola y se hace mucho más evidente la división. Hay que abordar internamente cómo se solucionan estos debates. No sólo por la imagen que se proyecta al exterior sino especialmente por la sensación interna que dejan.

No quiero simplificarlo en Poble Lliure y Endavant, pero parece que en la CUP hay dos posturas sobre los ritmos y aliados en el proceso soberanista y el debate interno se acaba reduciendo a propuestas de un lado por oposición al otro en vez de un debate político en profundidad.

En la CUP no hay dos sectores. El problema es que cuando hay que tomar un posicionamiento entre A o B todos los matices del medio desaparecen. La actualidad política nos ha pasado por encima. Tenemos que aprovechar los meses de antes de la cuestión de confianza y no llegar a septiembre teniendo que tomar una decisión de A o B sin haber hecho un proceso interno de más debate político.

¿Existe alguna forma de que el grupo parlamentario no traslade una decisión entre A o B y recoja los matices internos?

El grupo parlamentario tiene que ser el emisor de las decisiones de la organización. Lo que tenemos que ver es cómo se toman estas decisiones. En el debate de presupuestos el grupo parlamentario ha tenido el rol que le tocaba: recabar el máximo de información posible, transmitirla a la militancia y aclararle lo que fuera pertinente. Pero también es evidente que el grupo parlamentario es quien tiene la foto más amplia de la situación. Antes de la investidura fuimos capaces de transmitir esa foto porque generamos los espacios de debate en las asambleas territoriales con diputados y diputadas, pero durante estos cinco meses no hemos sido tan capaces de hacerlo.

¿La CUP se romperá?

Siempre existe el riesgo. La política parlamentaria está provocando división pero en el municipio es mucho más fácil trabajar y existe un punto de encuentro de todo el mundo en cómo entendemos el municipalismo. Esta es la clave de la CUP.