El PSC reabre el debate sobre la ley electoral con una propuesta que prevé dos papeletas y diputados 'territoriales'

¿Es posible que los catalanes voten en las próximas elecciones al Parlament con dos papeletas? No será fácil, pues requiere de grandes acuerdos, pero el PSC intentará que así sea. Los socialistas han presentado una propuesta de ley electoral catalana para esta legislatura que reabre un debate de décadas para tratar de dotar a Catalunya de un sistema electoral propio.

El modelo propuesto por el PSC copia el modelo alemán y se basa en el equilibrio de dos características que habitualmente colisionan: la representación territorial y la proporcionalidad. Para conseguirlo, el sistema obliga a que cada elector introduzca dos papeletas para elegir la composición del Parlament. Con la primera se vota por la persona que representará a tu distrito mientras que, con la segunda, se decide el peso de cada partido en el conjunto de la Cámara.

“Es un sistema que puede introducir una cierta complejidad añadida, pero que cambiaría la forma en la que los diputados se relacionan con su territorio y los electores con su representante directo”, explica el diputado del PSC y miembro de la Mesa del Parlament, David Pérez. Según explica, el objetivo de su partido con la iniciativa es que generar el máximo consenso posible entre los grupos. Para aprobar una ley electoral se necesita el apoyo de dos tercios del Parlament, 90 diputados que nunca se han conseguido poner de acuerdo, haciendo de Catalunya la única comunidad sin ley electoral propia.

Para trata de superar esto, el PSC asegura haber introducido características reclamadas por cada partido. “Hay distritos, como reclamaba Convergència, hay proporcionalidad a la holandesa, como pedían los comuns, hay articulación territorial en 7 demarcaciones, como reclamaba ERC...”, enumera Pérez. Pero el centro de la discordia no es tanto esto como el reparto de escaños. Con una ley proporcional pura, el independentismo se quedaría con el 47% de los escaños, es decir, 64, cuando ahora disfruta de 70. En números, no es una desviación demasiado grande comparada con sistemas electorales del entorno, pero en este caso marca la diferencia entre tener mayoría absoluta y no tenerla.

El sistema alemán, aplicado a Catalunya

La ley electoral propuesta por el PSC trata de equilibrar representación territorial y proporcionalidad. Para ello da al elector un voto doble, con dos papeletas, y reparte los primeros 58 escaños en base a la primera y el resto en base a la segunda. Esto es así porque previamente se divide el territorio catalán en 58 circunscripciones de población similar, agrupadas en 7 demarcaciones. De cada circunscripción sale un solo representante, el más votado con la primera papeleta.

Pero, independientemente de los representantes territoriales que haya conseguido cada formación, su peso final en el Parlament lo decidirá la segunda papeleta. Para calcular cuántos escaños tiene finalmente cada formación se suman los votos obtenidos a todas las listas de cada demarcación, y se asignan cuántos escaños le toca a cada una.

Así, si un partido ha conseguido 30 representantes territoriales (con la primera papeleta) pero la segunda le concede una representación de 35 diputados en total, entrarán 5 diputados nuevos de la lista, porque es la segunda papeleta la que fija el peso total de cada partido en el Parlament. La primera solo sirve para asignar un representante a cada distrito.

El sistema se complica cuando el peso que otorga la segunda papeleta es menor a los diputados territoriales obtenidos. Siguiendo el ejemplo anterior en el que un partido ha obtenido 30 diputados territoriales, si la segunda papeleta marca que debe de tener 25 en total, entrarían los primeros 30, que ya han sido elegidos, pero se añadirían nuevos escaños a la Cámara para mantener la proporción que han dado las urnas. El Parlament tendría de esta manera un número variable de diputados, entre 116 y 135 dependiendo de la legislatura, como ocurre en Alemania u otros países con sistemas de los llamados “de representación proporcional personalizada”.

El sistema alemán está bien valorado por los politólogos, pero la crítica habitual es su complicación. Algo a lo que el PSC quita importancia. “La gente ahora va al colegio electoral y coge la papeleta con el partido al que quiere votar. Con este sistema, elegirá a una persona para representar a su territorio y después una lista de partido. Ambas cosas son comprensibles para todo el mundo”, asegura David Pérez.

Una tarea pendiente y difícil de culminar

Han sido múltiples los intentos por consensuar un sistema electoral para Catalunya, siempre paralizados por las reticencias de los grupos que perderían peso respecto al que disfrutan ahora. Estos son, tradicionalmente, los partidos con mejor entrada en las zonas sobrerrepresentadas, es decir, en las provincias de Lleida, Girona y Tarragona, como son ahora los independentistas. De hecho, con el sistema propuesto por el PSC, sería JxCat quien más escaños podría perder.

El último gran intento de hacer una ley electoral catalana ocurrió al final del segundo Tripartit, cuando una comisión de expertos llegó incluso a proponer un proyecto de ley, auspiciado por Josep Maria Colomer, que también combinaba la representación territorial de las siete vegueries con el reparto proporcional de escaños. El debate fracasó principalmente por la oposición de CiU, que ya entonces era quien más tenía que perder con un sistema en el que todos los votos valen igual.

Pero no fue aquella la única vez que el debate ha embarrancado. Vistas las dificultades para consensuar una modificación sustancial del sistema, en su momento algunos partidos como CiU, ERC o ICV, se abrieron a una ley que dejara intacto el reparto actual de escaños pero que desbloqueara las listas. PSC y PP, que tradicionalmente habían abogado por la circunscripción única, se opusieron entonces a firmar una modificación que no entrara en lo que consideraban sustancial.

Ahora, los socialistas reabren este debate conscientes de las dificultades, pero con optimismo. “Nos gustaría que todos los grupos se tomasen en serio nuestra propuesta y que el debate estuviera por encima de a quien le beneficia o le perjudica”, explica Pérez, que se muestra reticente a pactar un sistema no proporcional. “En vista que no nos ponemos de acuerdo, el acuerdo de mínimos debe ser dar a cada partido lo que le corresponde en las urnas. Y eso es precisamente lo que hace nuestra propuesta”, asegura. En la ponencia que se abrirá esta legislatura para debatirla se comprobará hasta que punto esa es una idea compartida por el resto de partidos.