“No hay lealtad y así no se puede gobernar”. El presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, ha da por roto el pacto de estabilidad con la CUP y ha anunciado en el Parlament que se someterá a una moción de confianza después del mes de agosto. Después que la Cámara haya tumbado los presupuestos, Puigdemont ha dicho que “no está dispuesto a cualquier cosa” para continuar en el Govern ni tampoco “a renunciar” al proceso soberanista.
Puigdemont ha llegado a la conclusión que el veto de la CUP a las cuentas certifica la rotura del acuerdo de estabilidad entre Junts pel Sí y la CUP, por el que el mismo Puigdemont llegó a la presidencia tras la retirada de Artur Mas. “Confiaba en ustedes y me han decepcionado”, ha espetado Puigdemont a la CUP.
La legislatura catalana que empezó con una mayoría independentista de 72 diputados nunca vista ha tardado menos de seis meses en llegar a un callejón, que la moción de confianza del mes de septiembre determinará si desemboca en un nuevo president, unas nuevas elecciones anticipadas o en un nuevo pacto con la CUP o alguna otra fuerza parlamentaria. Junts pel Sí tiene minoría en la cámara (62 diputados de 135), por lo que debe encontrar algún apoyo en la moción de confianza para salvarla.
“Los puentes hacia la independencia no se han roto”, ha dicho el diputado de la CUP, Joan Garriga, en una escueta intervención de menos de tres minutos. “Nos sentimos corresponsables pero no culpables”, ha añadido, ante la indignación de los diputados de Junts pel Sí.
El tono de Jordi Turull, el presidente del grupo parlamentario de Junts pel Sí, ha sido tremendamente bronco con sus antiguos socios de legislatura. “¿Podrán volver a mirar a la cara a la gente que tiene el sueño de la independencia?”, ha preguntado a los cupaires.
Pese a las palabras de Garriga, los puentes entre Junts pel Sí y la CUP están rotos y el verano determinará si pueden rehacerse. El veto cupaire a las cuentas ha mostrado con total claridad las dos aguas entre las que nada el Govern Puigdemont desde que fue investido: una minoría parlamentaria y un socio independentista que en teoría le daba mayoría pero con quien no comparte los ritmos y los pasos a seguir del proceso soberanista. La CUP siempre se ha mostrado partidaria de la desobediencia, mientras que JxSí defiende un proceso pactado con el Estado y sin sobresaltos.
Puigdemont mantiene la independencia como objetivo
Con todo, Puigdemont ha reiterado que su objetivo es “hacer la independencia”. Si en septiembre lo mantiene, se antojan complicados los apoyos a la cuestión de confianza del resto de la oposición partidaria del derecho a decidir o contraria a la independencia.
Todo parece indicar que, igual que el debate de presupuestos, el debate de septiembre se convertirá en un nuevo examen de la confianza entre los partidos independentistas. Será, eso sí, el último, porque sí la CUP se une al resto de la oposición y retira la confianza al Govern, la Cámara tendrá que elegir a un nuevo president, que, más que probablemente, convocaría elecciones anticipadas.
El resto de la oposición, salvo el popular Xavier García Albiol, ha evitado hacer leña del árbol caído. Albiol ha pedido a Puigdemont que no “pierda tres meses” y convoque antes de las vacaciones la cuestión de confianza. Miquel Iceta (PSC) ha advertido al president que tendrá el apoyo de los socialistas si abandona el proyecto soberanista. Desde Catalunya Sí que es Pot (CSQEP), Lluís Rabell ha pedido al president que reconstruya las mayorías en torno al derecho a decidir. La jefa de la oposición, Inés Arrimadas (Ciutadans) ha definido el anuncio de Puigdemont como la “crónica de la muerte anunciada” de la legislatura.