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El tira y afloja de la CUP

A poco más de un mes para la consulta independentista del 9 de noviembre de 2014, la CUP convocó la que sería su asamblea más peculiar si no hablásemos de una formación capaz de cerrarlas con empate a 1.515. En aquella ocasión, los anticapitalistas llamaron a un encuentro informativo en la plaza Sant Jaume de Barcelona y cuando pasaban de las 23h de la noche. Ni el lugar ni la hora eran los más habituales, pero los tres diputados que entonces tenía la formación acababan de tomar una decisión que querían comunicar cuanto antes.

David Fernàndez, Isabel Vallet y Quim Arrufat volvían de una reunión con los partidos que daban apoyo a la consulta del 9-N en la que Artur Mas les había expuesto su intención de mantener la cita, pero rebajándola legalmente para no entrar en desobediencia abierta con el Estado. Los representantes de ERC se habían levantado de la mesa, sintiéndose traicionados por la rebaja propuesta. ICV-EUiA había emprendido el mismo camino, en su caso al entender que, si la consulta no podía celebrarse con garantías, era mejor no hacerla. La CUP, en cambio, se había quedado en la mesa.

Que el partido con más tradición independentista aceptase una rebaja en el que debía ser su anhelado referéndum de autodeterminación encerraba no pocas contradicciones, pero entonces se impuso la idea de que irse de la mesa hubiera permitido a Convergència dar marcha atrás en una consulta que realmente no deseaba. El frente parlamentario de la izquierda independentista es un jugo de la soga en el que dos posiciones estiran cada una de un lado intentando ganar un palmo de terreno. En aquella ocasión la óptica del arrastre a CDC desde la transversalidad ganó los centímetros.

“La mitad de la CUP”

Durante los cuatro años de andadura parlamentaria, la CUP ha tenido dos formas de acercarse al procés. Una parte considera que se debe ampliar la base social independentista por la izquierda y por ello denunciar la tendencia al autonomismo de Convergència que, sostienen, esquiva los escenarios de confrontación con el Estado por intereses de clase. La otra opina que se debe fortalecer el movimiento popular independentista de forma transversal y apuesta por arrastrar a Convergència hacia el independentismo no dándoles nunca una excusa para retroceder, incluyendo pactar con ellos aunque esto signifique sacrificar determinadas reivindicaciones sociales.

La convivencia de estas dos tendencias, que responde a planteamientos estratégicos de fondo, es el combustible del tira y afloja. Si una parte estira para llegar a un pacto con JxSí, la otra lo hace inmediatamente después para romperlo en la primera votación parlamentaria. Si unos se resisten a aflojar ni un centímetro para favorecer la aprobación de los presupuestos, los otros presionan lanzando un comunicado en el que aseguran que se deben aprobar, antes incluso de verlos. El desgaste de ambos equipos es enorme, pero mantienen el equilibrio entre ellos.

Con motivo de las negociaciones sobre la investidura de Artur Mas, el tira y afloja cupaire estuvo muy cerca de romperse. Las dos principales corrientes, representada por las organizaciones externas Poble Lliure y Endavant, además del heterogéneo tercer espacio de la Crida Constituent y muchos militantes que simplemente lo son de la CUP, se enzarzaron en una pelea interna televisada en directo. Ganó “la mitad de la CUP”, tal como definió Artur Mas a quien le acabó de sacar de la presidencia, pero en realidad hubo un empate. El pacto que finalmente posibilitó la investidura de Carles Puigdemont dejó en suspenso pero no acabada la guerra interna. La asamblea nacional que este domingo celebrará la CUP volverá a tener espacio el juego de la soga y “la otra mitad de la CUP”.

La militancia de la CUP deberá aprobar en la asamblea nacional de Esparraguera nuevas ponencias, política y organizativa. Sobre la primera, se ha presentado una enmienda a la totalidad que dejaría muy mermado cuando no directamente roto el pacto parlamentario suscrito con Junts pel Sí. Ni presupuestos, ni apoyar propuestas con las que no comulguen, ni salvar los muebles a Junts pel Sí, como han hecho hasta ahora en unas cuantas ocasiones. “Esa enmienda es puro postureo, nadie está planteando eso en serio”, explica una de las caras visibles de la tendencia contraria. “Había que dar ya un golpe en la mesa y decir que no vamos a pasar una legislatura como muleta de Junts pel Sí”, asegura otro dirigente, de la rama afecta. Con la CUP nunca se sabe por donde parten las mitades.

Una lucha por el control de la organización

El pasado miércoles por la tarde, mientras que Arnaldo Otegi comparecía ante la prensa del Parlament de Catalunya entre Anna Gabriel y Julià de Jodar, un correo anónimo llegó a diversas redacciones catalanas. Se trataban de unas supuestas actas de Poble Lliure, de enero y febrero pasados, en las que la organización hablaba de romper la CUP desde dentro y quedarse la estructura para sus intereses. Desde Poble Lliure desmienten que esos documentos sean suyos, así que no hay forma de confirmarlos ni de desmentirlos.

Ciertos o no, la filtración tres días antes de la asamblea general de la CUP solo puede enmarcarse en una de las partes más encarniazas del tira y afloja cupaire: La lucha por el control de los órganos de dirección política. Este domingo se llevará a debate cambios respecto a los tres principales estamentos de dirección: el Consejo Político, el Secretariado Nacional y el Grupo de Accción Parlamentaria. Respecto al Consejo Político, que es el máximo órgano de representación entre asambleas nacionales, hay propuestas para que cambie el peso de cada asamblea territorial. También se retomará el viejo debate sobre si el secretariado nacional debe estar liberado con un sueldo del partido.

Pero los cambios más significativos podrían darse respecto al Grupo de Acción Parlamentaria (GAP) y la representación en él de las organizaciones vinculadas a la CUP a través de la Crida Constituent. Algunos sectores consideran que partidos como Lucha Internacionalista, En Lluita, Corrent Roig, etc, están sobrerrepresentados en el GAP, que se ha convertido en el órgano ampliado de toma de decisiones. De hecho, fue en el seno del Consejo Político y GAP donde la CUP tomó la decisión final de no investir a Mas.

Aquella decisión todavía duele en las asambleas locales cercanas a Poble Lliure, que el domingo intentarán hacer que su corriente gane peso en la organización. En el entorno de Endavant, en cambio, considera que los cambios organizativos que se quieren introducir, como el voto telemático, vuelven a centrarse demasiado en lo electoral y que “podemizan” la formación. En esta asamblea nacional, todas las corrientes quieren cobrarse la revancha porque todas creen que cedieron demasiado en episodios pasados. Y así, la pervivencia del tira y afloja de la sogatira cupaire está garantiazada.