Como si se tratase de alguna especie de santo y seña, la respuesta que varias personas referentes del independentismo civil daban un día después sobre lo ocurrido en el aeropuerto de El Prat era: “Yo no sé nada, el Tsunami es la gente”. Y, pese a que la coincidencia mostraba que quien contestaba sí sabía algo, de ahí no salían. El Tsunami Democràtic, que este lunes consiguió que miles de personas se apuntaran a una escalada de las movilizaciones para bloquear el aeropuerto como respuesta a la sentencia del Supremo, es uno de los secretos mejor guardados del movimiento independentista.
El Tsunami es una iniciativa nacida de un grupo de personas con trayectoria activista en el independentismo de izquierdas y los movimientos sociales. Algunos de ellos habían coincidido durante los meses previos a octubre de 2017 y también después, en charlas sobre no violencia. No fueron mucho más de media docena las personas que, a principios del pasado verano, comenzaron a pensar en lo que hoy es el Tsunami Democràtic, un nombre de evidente inspiración en Jordi Cuixart, que ha usado repetidamente este lema. La marca fue concebida como paraguas para una idea que cada vez compartían más grupos dentro del secesionismo: que la respuesta a la sentencia no podía ser solo una manifestación clásica.
Creían que debía probarse una nueva tipología de protestas, pero aún nadie tenía claro cómo. La idea de colapsar –los miembros del Tsunami prefieren hablar de “saturar”– los aeropuertos surgió poco después de forma automática, mientras en Hong Kong el movimiento contra la nueva ley de extradición a China mostraba su gran poder de convocatoria. En la ciudad autónoma china los ciudadanos se manifestaban de forma masiva, pero también iban más lejos e intentaban paralizar infraestructuras clave, como el aeropuerto. Hacer algo así en Catalunya, y hacerlo desde la práctica no violenta, era muy tentador, pero requería una enorme organización y gran poder de convocatoria.
“Una red como esta no se inventa, ya existía”, explica una fuente del Tsunami, en conversación con eldiario.es mediante la aplicación de mensajería Signal, una de las que se consideran más seguras. Según revela, una parte de los actuales participantes, que cifra en “centenares”, ya estuvieron en la preparación del referéndum del 1-O. Otros se han sumado a lo largo de los últimos meses y otros simplemente colaboran en cosas puntuales. “No hay un cerebro pensante, hay muchos cerebros”, subraya este portavoz.
Presentación ante partidos y entidades
“Hablaban de que habría como un precalentamiento, después una gran exhibición de fuerza y, a partir de ahí, una movilización sostenida en etapas”, explica una persona que, por estar relacionada con entidades independentistas, conoció el plan del Tsunami poco antes de que la campaña se presentara en público, el 2 de septiembre pasado. “Era lo que se necesitaba. El país no puede estar a la espera de un liderazgo político que en estos momentos no existe”, indica.
Una vez tuvieron diseñada la marca del Tsunami y consideraron que tenían suficiente reactivada la red para ejecutar las acciones, quisieron presentar su idea al conjunto de los partidos y entidades soberanistas. Era un paso importante porque algunas de las acciones en las que pensaban requerían de activar a mucha gente, algo que, al menos inicialmente, solo es posible si se cuenta con la visibilidad y el apoyo de los líderes y estrellas mediáticas del independentismo.
“El problema es que, a diferencia de lo que pasaba en octubre de 2017, hoy no existe nada parecido a un órgano de coordinación o una dirección táctica conjunta, como en su día fue lo que llamaban el 'estado mayor'. Así que tuvieron que explicarlo sobre todo en reuniones bilaterales, formación a formación y entidad a entidad”, explica el dirigente de un partido a quien le hablaron sobre el proyecto en agosto.
Pero no todo fueron reuniones bilaterales. En uno de los encuentros que el president Quim Torra y Carles Puigdemont celebraron con dirigentes de otros partidos independentistas y responsables de entidades, el nombre del Tsunami apareció por primera vez en boca de algunos de los participantes en la reunión.
Según se relató en aquella mesa, el grupo tenía previsto realizar una cadena de acciones enmarcadas en la no violencia pero sobrepasando las 'cándidas' manifestaciones por las que el independentismo se había decantado desde 2012. Creían, por ejemplo, que había que señalar a empresas que habían jugado un papel contra la independencia o boicotear puntos estratégicos para la economía o las comunicaciones. Entonces no explicaron exactamente las acciones en las que se pensaban, pero ya entonces advertían que algunas podrían no gustar a los partidos y entidades.
“Los partidos se engancharon porque era lo único que había, los únicos que estaban pensando en algo como respuesta a las sentencias. Esa es la triste realidad”, reconoce un miembro de una formación independentista. Las organizaciones mayoritarias acabaron dando apoyo a la idea, pese a no conocer todos los detalles. El 2 de septiembre, cuando apareció una página web con un vídeo simple que se anunciaba mediante una cuenta de Twitter, en seguida obtuvo el retuit de Quim Torra, Oriol Junqueras, Carles Puigdemont, Jordi Cuixart, Jordi Sànchez y de dirigentes de la CUP.
Pero, pese a que se lo habían anunciado, algunos sectores del independentismo no vieron con agrado una de las primeras acciones del Tsunami, que consistió en ocupar una sucursal de La Caixa. Poco más de una veintena de personas que irrumpieron en una sucursal, con máscaras y mostrando unos carteles que decían “esta empresa financia la represión”.
Las reacciones en aquel momento fueron diversas. Los sectores independentistas moderados y más cercanos al sector económico vieron la acción con disgusto. Otra parte del independentismo, la más inflamada, ridiculizó la protesta por inefectiva y blanda. Pero la inmensa mayoría de la opinión pública simplemente la ignoró y pasó de largo, considerando que el Tsunami era otro grupo de activistas voluntariosos más, sin ninguna capacidad de incidencia política real.
Bloquear El Prat como se trajeron las urnas del 1-O
La filosofía detrás de la forma en la que se organiza Tsunami tiene que ver con la tecnología blockchain. Para explicarlo de forma sencilla, las acciones se preparan como si se tratara de un gran puzzle. Los participantes se reparten las piezas, una para cada uno, sin que nadie conozca qué pieza tiene el de al lado, y ni siquiera quién tiene alguna de las piezas, cuántas piezas hay o en qué consiste cada una. Unas piezas que solo tienen sentido una vez se unen todas y la acción se conoce.
Esa forma de organizarse es la misma que permitió entre septiembre y octubre de 2017 pasar por la frontera y custodiar 8.000 urnas sin que las fuerzas policiales ni los servicios secretos pudieran descubrirlas. Esto solo fue posible gracias a un cuidado reparto de papeles, cadenas de confianza y una escrupulosa dispersión de la información.
El objetivo de esta estructura es formar una red en la que todos sus nodos estén conectados pero la caída de cualquiera no comporte la caída de todo el sistema. No solo pensando en una “caída” por razones policiales, sino también porque alguien pueda desactivarse durante un tiempo. De hecho, esta es otra de las características del grupo, su alto grado de relevos. Los papeles van cambiando y el grupo que comenzó a desarrollar una idea rara vez es el mismo que la acaba. Como ocurrió con las urnas del 1-O, la mayoría de las colaboraciones requerían únicamente hacer algo concreto durante unas horas, como llevar un paquete de un sitio a otro, y olvidarte del tema para siempre.
Sin embargo, bloquear un aeropuerto e intentar generar graves retenciones en los accesos a otro, como era el objetivo inicial del Tsunami, requiere bastantes más miles de personas que transportar y ocultar unas urnas. Una idea imposible de guardar en secreto y que, por fuerza, solo podía convocarse en el momento que fuera a realizarse. Por eso el objetivo inicial de la campaña fue que la gente se sumara a su canal de la aplicación de mensajería Telegram. Antes de este lunes habían conseguido que 150.000 personas se suscribieran al canal (el martes por la tarde ya eran 250.000). Desde aquí se desvelarían, en el momento adecuado, las instrucciones sobre la acción sorpresa.
Solo una parte de los miembros del Tsunami sabían que el aeropuerto de El Prat era el lugar de convocatoria elegido para dirigir a los manifestantes, que el lunes a media mañana esperaban a que su Telegram sonara. Y aún menos conocían que, en paralelo, salían de varios puntos de Catalunya columnas de coches con destino en el aeropuerto de Barajas, que tenían como objetivo colapsar el tráfico de las inmediaciones, algo que finalmente no consiguieron. En El Prat, en cambio, los accesos estuvieron cerrados durante horas y más de un centenar de vuelos debieron cancelarse.
Además de mejorar la flexibilidad y horizontalidad, estas son sobre todo medidas de autoprotección. Este martes, solo unas horas después de que acabara el bloqueo del aeropuerto de El Prat, el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, ha confirmado que investigaban a los promotores de la acción. “Por supuesto que hay investigaciones, tenemos unos servicios de Inteligencia eficaces y terminaremos sabiendo quién está detrás de estos movimientos del Tsunami Democràtic”, ha asegurado el titular de Interior.
Desde el Tsunami consideran “grave” y “fuera de lugar” que los servicios de inteligencia “se dediquen a investigar a gente porque se moviliza”. “Suerte que estamos en un Estado con plenas garantías…”, ironizan. A su parecer, este tipo de respuestas demuestran la fragilidad del Estado y el miedo que genera un movimiento como el que ellos proponen.
Una web en el Caribe y una app antiinfiltrados
Tras lo que consideran un “éxito rotundo”, el Tsunami asegura que pronto anunciará nuevas acciones. “Será pronto”, aseveran imprimiendo misterio desde la plataforma, y se niegan a desvelar si las próximas protestas serán similares a la ocupación del aeropuerto. “La cuestión es que parece que hayamos agotado la creatividad en este país y que no salimos de lo de siempre. El Tsunami propone cambiar el paradigma”, apostillan.
Por el momento tienen una web desde el pasado 23 de julio en San Cristóbal y Nieves, un microestado caribeño considerado un paraíso fiscal en el mundo económico y algo parecido en la esfera de internet, pues permite esconder la identidad del dueño del registro. La página, sin embargo, no ha estado demasiado activa y, como la cuenta de Twitter, han sido secundarias en una comunicación totalmente centrada en Telegram. Ahora piensan dar un paso más y han lanzado su propia aplicación, que no se encuentra en las galerías de aplicaciones habituales y que requiere de escanear un código QR para ser activada.
“Los QR llegarán, no seáis impacientes”, responden desde Tsunami, deleitándose sobre la curiosidad que despiertan. Según explican, la idea de los códigos es que se pasen entre amigos y familiares, que evitaría “trolls e infiltrados” gracias a la red de confianza. Según avanzan, la aplicación, que ya está en uso para algunos usuarios, alertará de las diferentes acciones que se realicen dependiendo de la posición geográfica del usuario y servirá para coordinarse en grupos flexibles. Una especie de Pokemon Go de las manifestaciones.
Pero, en contraste con la aparente banalidad del juego que plantean, desde el Tsunami no olvidan que tienen un objetivo político: “Autodeterminación de Catalunya y liberación de los presos políticos”. Por esta razón, el lunes por la noche, mientras miles de personas rodeaban El Prat y recibían las cargas inclementes de Mossos y Policía Nacional, que provocaron un centenar de atendidos y que uno de los manifestantes perdiera un ojo, la plataforma lanzó un mensaje en vídeo leído por Pep Guardiola. “Pedimos a la sociedad civil internacional que presione a sus gobiernos para que intervengan en este conflicto con el objetivo de encontrar soluciones políticas”, aseguraba el entrenador.
“Como ya sucedió el 1-O, parece que hay una pensada arquitectura informática para descentralizar y anonimizar la difusión de la información, y para empoderar a individuos coordinados a través de canales sociales que son indemnes al cierre de un dominio, por ejemplo”, observaba el ingeniero Jaime Gómez Obregón en un hilo de Twitter en el que ha analizado la aplicación.
Tal como atisbaba Gómez Obregón, la plataforma de activistas independentistas confirma que ese es el objetivo de su app. “Queremos generar confianza y que la gente tenga esa autoestima que tuvo el 1-O. Queremos que la gente vuelva a casa pensando: hemos ganado, todo es posible”, aseguran. “Si el Estado no ha entendido que el asociacionismo y determinación de los catalanes para defender sus derechos es inagotable, no ha entendido aún de qué va el juego”, remachan.