Un anarquista de Barcelona se ha convertido en el primer condenado por un altercado ocurrido durante el procés que entra en la cárcel. Abel M. permanece desde el pasado jueves en la prisión de Brians 2 pese a ser un posible beneficiario de la ley de amnistía (que se aprobó el mismo día de su ingreso en prisión).
Abel M. fue condenado a tres años y nueve meses de cárcel por una agresión en 2018 en el metro de Barcelona a un hombre que viajaba con una bandera española tras acudir a una manifestación del sindicato policial Jusapol.
Tal y como ha avanzado El Nacional y han confirmado fuentes jurídicas, la anterior defensa del condenado, que ejercía un abogado de oficio, no solicitó al juzgado la suspensión del ingreso en prisión pese a la inminencia de la aprobación de la amnistía. Al no tener ninguna petición, el juzgado de lo penal que condenó a Abel M. en primera instancia fue el encargado de ejecutar la sentencia y ordenar su ingreso en prisión.
Varios grupos anarquistas de Barcelona han convocado para este domingo una manifestación de apoyo al condenado. En un comunicado, han criticado la ley de amnistía como “un lavado de cara para invisibilizar el verdadero carácter represivo del Estado”.
Abel M. se convierte así en la primera persona en entrar en prisión por hechos relacionados con el procés desde que el indulto a los exdirigentes permitiera su salida de la cárcel en 2021. De las distintas condenas por disturbios, altercados y agresiones, la del anarquista es de las pocas que suponían el ingreso efectivo en prisión.
Los hechos ocurrieron el 10 de noviembre de 2018, cuando la víctima –que no era policía– se disponía a regresar a su casa en metro tras haber participado en una manifestación de la asociación sindical Jusapol, y fue agredido por otra persona –huida de la Justicia– por exhibir una bandera española y una gorra con un escudo de España.
Pese a que la persona que empujó por las escaleras a la víctima está huida, Abel M. fue condenado por vigilar el entorno de la estación de metro donde ocurrieron los hechos para asegurar el “éxito” de la agresión y para intervenir si era necesario.
Según la sentencia, el condenado actuó guiado por sus “postulados independentistas de corte anarquista”, ya sentía “animadversión” hacia quienes se identificaban con el sentimiento de pertenecer a la nación española y participaron en un acto de exaltación de estos sentimientos, como el de Jusapol.
La sentencia concluyó que en el caso no solo había ideologías “totalmente enfrentadas”, sino que “no existe otro motivo para la comisión del delito”, pues los agresores “no conocían a la víctima” y existían “numerosos indicios” de su “desprecio” a la ideología que abandera la unidad de España.
La magistrada apreció la agravante de discriminación, ya que el motivo de la agresión fue el “enfrentamiento ideológico” con la víctima. La jueza se apoyó en las publicaciones del acusado en las redes sociales, con expresiones como “putos parásitos españoles/equidistantes”, “a quemar embajadas Puta España”, “Odio eterno para España” y “madero bueno madero muerto”.