La salida del Reino Unido de la Unión Europea ofrece al resto de estados miembros un pastel muy tentador: la Agencia Europea del Medicamento (EMA, por sus siglas en inglés), cuya sede se encuentra desde 1992 en Londres y que debe ser reubicada tras el Brexit, previsiblemente en abril de 2019.
El pastel no es pequeño: según cifras de 2015, la EMA cuenta con cerca de 900 trabajadores cualificados y mueve alrededor de 36.000 visitantes al año, entre científicos, profesionales sanitarios o de la industria del medicamento, entre otros. Es por ello que a esta agencia, uno de los muchos organismos descentralizados de la Unión Europea, no le faltan, precisamente, pretendientes.
Hasta la fecha al menos una veintena de países han expresado su voluntad de acoger la agencia, cuya principal responsabilidad es la protección y promoción de la salud mediante la evaluación y supervisión de los medicamentos de uso humano y veterinario.
La lista aún no está cerrada pero a tan solo unos días para que se cierre el plazo de presentación de candidaturas –termina el 31 de este mes– ya suenan los nombres de las ciudades con más posibilidades de acoger la EMA: Barcelona, Amsterdam, Copenhague o Viena. Estas ciudades son las que sacan mejor nota en los requisitos técnicos.
Sin embargo, la decisión final, que se tomará en otoño, será política, en un proceso de votación al estilo Eurovisión. Los ministros de Asuntos Generales serán los encargados de participar en la votación, que se desarrollará en un máximo de tres rondas en una votación secreta.
Bruselas fija cinco requisitos técnicos
A grandes rasgos, las instituciones europeas fijan cinco requisitos. El primero es garantizar la capacidad para alojar la actividad de la agencia –la sede de Londres tiene 27.000 metros cuadrados e incluye salas de conferencias y un auditorio– y su puesta en marcha dentro del plazo que dure el Brexit. El segundo es la accesibilidad y la buena conexión de la sede puesto que los viajes derivados de la actividad de la agencia son muchos al año y desde muchos países.
En 2015 se reservaron hasta 30.000 noches de hotel por visitas de trabajo a la AEM. “Al final, lo que importa es que sea una ciudad que esté muy bien comunicada, el resto es una cuestión más política”, aseguran a este medio fuentes del sector de la investigación conocedoras del proceso.
El tercero y el cuarto factor están vinculados a los trabajadores. Por un lado, la existencia de equipamientos escolares para sus hijos –648 niños y niñas, la mitad de los cuales tienen entre 3 y 11 años. Por el otro, “un acceso apropiado al mercado laboral, seguridad social y asistencia médica” tanto para los hijos como para las parejas de los trabajadores. El último requisito tiene que ver con la continuidad del negocio iniciado en 2016.
BCN: bien conectada y preferida de los trabajadores
Más allá de los requisitos “objetivos”, el documento elaborado por la Comisión Europea recomienda tener en cuenta el espíritu de descentralización adoptado por líderes europeos en 2003 y 2008, según el cual se debe priorizar países que no alberguen ninguna otra agencia.
De tomarse en serio este criterio Barcelona no estaría entre las primeras opciones, puesto que en España ya hay cinco agencias europeas (seguridad laboral, control de pesca, propiedad intelectual, satélite y energía) mientras que en Holanda, por ejemplo, hay dos (la Europol y la Unidad de cooperación judicial), en Austria solo una (Derechos Fundamentales) y en otros ninguna. En total la UE cuenta con 35 agencias descentralizadas.
Sin embargo, Barcelona cuenta con otros puntos a su favor. El edificio que acogería la EMA es la Torre Glòries (antigua Torre Agbar), un edificio con capacidad similar a la de la actual sede y que ya cuenta con oficinas, un auditorio y un parking, entre otros equipamientos. “Ninguna otra ciudad tiene un edificio listo, además de icónico, para albergar la EMA mañana, si hace falta”, afirma Mateu Hernández, CEO de Barcelona Global, la asociación privada integrada por más de 600 profesionales y empresas de la ciudad que busca atraer talento y actividad económica a la ciudad.
En contra de Barcelona juegan las posibles consecuencias negativas del proceso soberanista, aunque el Gobierno de Rajoy, la Generalitat y el Ayuntamiento de Barcelona exhiben unidad respecto a la candidatura.
Por contra, su favor tiene que está bien conectada: el aeropuerto del Prat está a 40 minutos de la Torre Glòries y es el décimo en tráfico de pasajeros en la UE. Además, la capital catalana quedó segunda por detrás de Londres cuando se decidió su primera ubicación, a principios de los noventa, y desde entonces la ciudad ha ganado fama internacional y prestigio.
Según datos recabados por Barcelona Global, la capital catalana cuenta con 31 centros de investigación biomédica, ciencias de la salud y sanidad animal y con 230 laboratorios y es la quinta ciudad europea en términos de producción científica. España es el segundo país europeo en número de ensayos clínicos.
Otro punto positivo para Barcelona es que es la favorita de los actuales trabajadores, según una encuesta interna de la que informó La Vanguardia. “La retención del talento que trabaja en la EMA es clave, si se decide una ciudad que no gusta a los trabajadores muchos optarán por buscar otro trabajo en Londres”, vaticina Hernández.
Amsterdam y Copenhague: ‘el modelo europeo’
Según el experto en farmacología Joan Ramon Laporte, conocedor de la EMA y los requisitos técnicos, Amsterdam y Copenhague son dos candidatas fuertes. Ambas están bien conectadas –cuentan con aeropuerto con múltiples conexiones internacionales– y se presentan como “el modelo europeo” en cuanto a eficiencia, seriedad e innovación se refiere.
“Los holandeses son muy buenos a la hora de trabajar por obtener fondos comunitarios y en materia de medicamentos Holanda es uno de los países que más dinero se lleva. Tienen muchos vínculos con la industria y la bandera de la innovación”, explica Laporte.
“Por otra parte, Copenhague cuenta con la Agencia Nacional Danesa, que colabora habitualmente con la EMA”, apunta el farmacólogo. En la página de promoción de la candidatura, Dinamarca presenta Copenhague como el lugar ideal para la EMA pero también para sus trabajadores y familias, destacando la calidad de vida del país. Ensalzan “el gran número de escuelas internacionales y las altas competencias lingüísticas de los daneses”, así como que no se espera “trabajar como un esclavo, de ocho a ocho”.
Mateu Hernández reconoce que Amsterdam y Copenhague son competidoras potentes. Sin embargo, matiza que ninguna de las dos tiene listo un edificio como la Torre Glòries. “Amsterdam ha ofrecido un edificio temporal mientras construye uno de nuevo para la EMA mientras que Copenhague, igual que Viena, tienen algunas sugerencias pero ninguna determinante”, explica.
Viena, Lille o Milán: menos posibilidades
Otras ciudades como Lille, Viena o Milán también tienen posibilidades. Viena tiene a su favor la posición geográfica y las buenas conexiones de comunicación. En el corazón de Europa, Austria podría jugar también con ventaja de contar con el apoyo de los países del este, que podrían pactar votar en bloque en la decisión final que tomen los 27.
“Milán tiene posibilidades técnicas pero está cerca de Parma, donde ya se encuentra la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria”, dice Mateu Hernández. En los mismos términos se expresa Joan Ramon Laporte, que aunque destaca el elevado consenso en el país y la transversalidad en el apoyo interno a la candidatura, descarta que Milán quede entre las opciones finalistas.
En lo que respecta a Lille, tanto Hernández como Laporte coinciden en excluirla de la recta final, aunque por distintos motivos. Laporte explica que aunque el aeropuerto es mucho más pequeño que otros como Amsterdam o Barcelona, en una negociación política Francia podría ofrecer, a cambio de acoger la AME, renunciar a la sede del Parlamento Europeo en Estrasburgo, que cada mes supone el traslado de más de un millar de personas –entre eurodiputados, asistentes y periodistas– desde Bruselas hasta la ciudad francesa. Por su parte Hernández menciona que lo más probable es que Francia apueste más por quedarse con la Autoridad Bancaria Europea, que también debe ser reubicada.