La psicoterapeuta Mariella Dimech (Lija, Malta, 1964) es la nueva presidenta de la Autoridad del Cannabis de Malta. Liderará el diseño e implementación de un modelo de regulación pionero en Europa que permitirá la venta y consumo de cannabis a todos los mayores de edad, un paso que también prevén dar Alemania y Luxemburgo próximamente.
Curtida durante 21 años al frente del programa de rehabilitación de Cáritas para usuarios de drogas, Dimech ha sido una de las pioneras en su país en la introducción de programas de reducción de riesgos para consumidores de estupefacientes.
El modelo que se implantará en Malta está inspirado en muchos aspectos en los clubes sociales de cannabis españoles. Serán asociaciones sin ánimo de lucro las que dispensarán la sustancia a los usuarios, aunque la principal diferencia será que estos locales estarán completamente regulados en lugar del vacío legal bajo el que operan en nuestro país.
La semana pasada, Dimech estuvo en Barcelona visitando clubes de cannabis y reuniéndose con expertos y responsables públicos.
Malta será el primer país de la UE en regular el cannabis recreativo. ¿Qué cree que ha ocurrido en el país para que sea pionero en Europa?
Malta ha cambiado mucho en los últimos 15 años. Se han producido muchos cambios de tipo liberal. Por ejemplo, se ha legalizado el divorcio, que no estaba permitido. También hemos introducido en la última década la ley del matrimonio homosexual... En los últimos años se ha entendido mejor lo que la sociedad actual necesita para ser solidaria.
Su Gobierno ya optó por regular el cannabis medicinal en el pasado, ¿por qué no se han quedado solo con esa opción como otros países europeos?
Tanto en Malta como en Europa las sustancias que más se consumen son primero el alcohol, luego el cannabis y ahora la cocaína. Saber que, a pesar de que algo sea legal o no, sigue habiendo un alto consumo es un indicio muy fuerte de la necesidad de regularlo. Sin regulación no se puede tener una manera uniforme de enfocar la reducción de riesgos y daños, no se puede tener un sistema centralizado de recogida de datos… Nuestro objetivo no es promover el cannabis, sino garantizar que si un adulto decide consumirlo, lo haga con el menor riesgo y el menor daño.
Nuestro objetivo no es promover el cannabis, sino garantizar que si un adulto decide consumirlo, lo haga con el menor riesgo y el menor daño.
Malta siempre se ha visto tradicionalmente como un país muy conservador. El reglamento se ha aprobado con el partido de la oposición en contra, también asociaciones médicas, la iglesia...
Malta ha sido un país extremadamente conservador y religioso. Ha sido duro, pero ahora la oposición dice que si gana las elecciones del próximo mes no derogará la ley del cannabis. Era muy importante para todas las partes hacer un buen trabajo. El enfoque no es “ok, el cannabis es legal, todo el mundo a fumar”. La regulación nos va a permitir hacer un buen trabajo, tomar nota de lo que está afectando positivamente y lo que está afectando negativamente.
Alemania podría ser el próximo país de la UE que regula el cannabis recreativo. ¿Cree que en 10-15 años la mayoría de los Estados miembro habrán dado el paso?
No estoy tan segura. Alemania y Luxemburgo están interesados y lo están discutiendo pero habrá que ver qué pasa… Somos los primeros en Europa y soy muy consciente de la importancia de hacer un buen trabajo. Si demostramos con datos científicos que la forma en que estamos enfocando el consumo de cannabis resulta eficaz para la reducción de riesgos y daños, entonces podríamos ser un buen proyecto piloto. Me siento responsable y no sólo por Malta. Es muy importante hacer un buen trabajo y que podamos demostrar que puede funcionar.
El modelo maltés de regulación prevé la apertura de clubes sociales de cannabis. ¿Se han inspirado en los locales que hay en España?
Hay muchas cosas que hemos observado y aprendido del modelo español, que nos ha inspirado en nuestra regulación. Estos días he podido visitar unos cuantos clubes en Barcelona y me ha conmovido la seriedad de estos locales y la preocupación que tienen sus administradores por los consumidores. He hablado con investigadores que quieren explicar y dejar muy claro que es mejor regular y apoyar y crear un espacio seguro para los consumidores de cannabis que simplemente dejarlo sin regular y fomentar un estigma para los usuarios.
¿Cuántos ha visitado?
De momento he visitado dos y eran muy sencillos, limpios y cuidados. Me sentí como si estuviera yendo a cualquier lugar normal. No era un sitio negativo, no había ninguna sensación de estigma. Estaba en un lugar normalizado y no vi ni una sola persona que no supiera lo que estaba haciendo.
Hay muchas cosas que hemos observado y aprendido del modelo español, que nos ha inspirado en nuestra regulación
En principio, todos están a punto de ser cerrados...
El cierre de los clubes no detendrá a un solo consumidor de cannabis, sino que los enviará a la calle donde pueden acabar fumando cosas más peligrosas, tomar otras drogas que no están controladas e incluso correrán el riesgo de convertirse en policonsumidores. Mi objetivo es este: si un joven de 18 años decide fumar cannabis, no voy a decir que estoy contenta con ello ni no voy a promoverlo nunca, pero preferiría que fuera en un lugar en el que se le informe por parte de personas capacitadas sobre lo que está tomando, cuál es el efecto, qué es lo mejor para tomar en cada momento… Al menos el riesgo es menor que ir la calle a un traficante que vende también otras drogas y cuyo único objetivo es ganar dinero, o que tal vez ha cultivado el cannabis con productos químicos dañinos para la salud.
En Barcelona estos clubes no tienen ánimo de lucro, igual que en el modelo maltés, pero en muchos casos son utilizados por grupos criminales y generan muchos beneficios. ¿Cómo piensa evitar que esto ocurra?
Hay un abuso, pero esto no puede ocurrir en Malta porque para cualquier local que vaya a abrir deberá tener una licencia y estará regulado por la administración. Nos aseguraremos de que sigan siendo organizaciones sin ánimo de lucro: no podrán tener beneficios pero tienen que ser sostenibles. Les apoyaremos para que no tengan pérdidas. Es un gran reto, pero ese es el trabajo que estamos haciendo.
¿Cómo se define esta sostenibilidad? Si alguien abre uno de estos locales imagino que querrá ganarse la vida
Tendrán un salario. No pueden ser un salario ridículo y estamos trabajando en ello ahora mismo. Pero sostenibilidad también significa seguridad, pruebas de calidad…Tendremos un sistema en el que recogeremos todos los datos: la cantidad de cannabis que se cultiva, la cantidad que se vende, la edad de los compradores, la frecuencia de los compradores, el nivel de THC ... Todo esto va a ser registrado. Al controlarlo todo de cerca, nos daremos cuenta muy pronto de si una organización no va bien y la apoyaremos para reconocer dónde está el problema.
Obtendrán datos interesantes.
Sí, es emocionante. Ahora estamos haciendo estudios de referencia sobre el volumen de usuarios. En unos años veremos cuál es el efecto de esta ley. Tendremos un sistema en el que habrá resultados cada año. Nos sentimos muy responsables ante Europa, no creemos que vayamos a trabajar solos, queremos compartir nuestros datos y trabajar juntos.
¿Prevén un aumento en el volumen de consumidores de cannabis?
Probablemente al principio puede haber un aumento, que la gente juzgará mal y dirá “oh, hay un aumento porque es legal”. No creo que sea así, sino que aumentará porque la gente será más honesta sobre su consumo.Y creo que a la larga se mantendrá igual o bajará. De hecho, tengo mucha curiosidad por ver lo que ocurre, no en un año, sino en como mínimo tres años.
Como presidenta de la nueva Autoridad del Cannabis, ¿qué responsabilidades tendrá además de regular este tipo de clubes? ¿Tendrá funciones ejecutivas?
Soy presidenta ejecutiva y voy a estar involucrada en el funcionamiento y la configuración de la Autoridad del Cannabis. Ahora estamos en el proceso de construcción del equipo, que estará dividido en tres secciones. Una de ellas estará basada en la educación: se formará a las personas que trabajan en los locales y a los cultivadores, pero también a las empresas, a la policía… La segunda sección abordará la regulación: habrá un grupo de personas dedicado a la supervisión de los cultivos y los locales, que llevará a cabo controles de calidad y trazabilidad del cannabis. Finalmente un tercer grupo abordará el aspecto financiero y administrativo, que es extremadamente importante, para garantizar que estos locales no tienen ánimo de lucro pero a la vez tienen los recursos para cumplir con el protocolo.
¿Cuándo esperan que abran los primeros locales?
No tengo una fecha, pero puedo decirle cuáles son los planes para los próximos meses: primero tenemos que concluir este estudio de referencia. A principios de abril vamos a celebrar un foro para todas las partes interesadas. Queremos que se impliquen en la definición de las políticas y los procedimientos. No celebraremos este foro para imponer, sino que queremos que trabajen con nosotros todos los actores. Una vez que las políticas y los procedimientos estén listos, podremos empezar a emitir las licencias.
¿Tal vez un par de años?
Me gustaría que fueran menos de dos años. De lo contrario, lo que sucederá es que la gente seguirá consumiendo cannabis que es ilegal y que no está sometido a pruebas de calidad. Eso es el mercado negro y es definitivamente algo que no queremos.
¿Quieren atraer a las grandes empresas mundiales de cannabis para que produzcan en Malta?
Hay mucho interés a nivel internacional, pero en este momento hay que tener en cuenta el tamaño del país, a menos que las empresas quieran cultivar en el mar… (ríe) Vamos a mantenerlo a nivel local y habrá normas muy estrictas. A muchos interesados les parecerá demasiado duro, pero es la única manera para poder cambiar la situación actual.
Aquí ha arrancado una subcomisión en el Congreso para estudiar la posible regulación del cannabis medicinal, sin visos de que se apruebe ninguna norma en un futuro próximo. ¿Cree que España podría quedarse atrás en esta nueva ola regulatoria?
Lo único que puedo decir sobre la situación en España es que veo mucha gente que realmente entiende cómo debería de ser el proceso y no creo que tengan voz. No se les está escuchando lo suficiente. Y además son voces basadas en datos científicos, en la profesionalidad, en muchos años de experiencia y creo que necesitan tener más protagonismo y ser escuchados. Y esta es la diferencia con Malta: nosotros al ser tan pequeños logramos que la gente con influencia, que sabe del tema, pudiera ser escuchada.
Usted ha trabajado durante muchos años en programas de rehabilitación para usuarios de drogas. ¿Hasta qué punto es necesario conocer la realidad de los consumidores para ocupar la posición que tiene ahora?
Esto es muy interesante. Cuando empecé fui una de las pioneras de la rehabilitación en Malta. Me formé durante 6 meses en Nueva York, luego en Italia y llegué a mi país, donde el enfoque principal para tratar a consumidores era la abstinencia total. Había muy poca apertura a la reducción de daños, no se entendía lo suficiente, pero a medida que trabajaba con consumidores me di cuenta de que algunos lo dejan y resuelven su adicción. Otros pueden aprender a consumir una sustancia y seguir funcionando bien dentro de la sociedad: yendo a trabajar, cuidando de su familia, teniendo relaciones, sin caer en la delincuencia... Esto lo aprendí no sólo con mis estudios, sino también con la experiencia. Tuve que cambiar mi perspectiva y aprender más sobre el concepto de reducción de daños y riesgos y comprender lo bien que puede funcionar. Al legalizar el cannabis estás creando la posibilidad de tener un marco y creer que la gente puede, con tu apoyo, estar capacitada para cuidar de sí misma.