Ellos son nuestros vecinos

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Estábamos tranquilas y estalló la guerra digital. Solo ha faltado que La Sexta y el periodista Jalis de la Serna pisarán las calles para que el Raval se convirtiera en trending topic. Lo llaman 'Apatrullando'. Qué peligrosas son las palabras. Antes patrullaba la policía, que son los garantes de derechos y también de deberes. Pero ahora permitimos que lo haga cualquiera y encima lo alentamos. Eso no es otra cosa que ejercer violencia desde los medios de comunicación.

¿Qué pudimos ver en el programa?. Luces, ninguna. De las cosas hermosas que se hacen en el barrio, de las entidades, vecinas, pequeños empresarios que intentan moverlo día a día, no apareció absolutamente nada. Eso no da dinero. Solo nos enseñaron oscuridad. Que también existe, como todos los lados (por cierto, el barrio de Sant Gervasi es en el que más drogas se ha detectado en las aguas residuales este último año). Pero claro. Solo se puede hablar de según qué mierdas, hablando en plata.

De los drogadictos de los que sí se puede hablar son los del Raval (como lo llaman ellos en el programa) porque generan más audiencia. Pero con esas audiencias sólo se consigue polarizar más a la sociedad. Dividir a nuestras vecinas. Crear odio entre ellos. Separar. Que suba la extrema derecha. Mirad Europa.

El programa no nos enseñó nada de la realidad de la gentrificación, de los turistas, de lo que realmente está echando a las vecinas de sus barrios y que está convirtiendo Barcelona en un parque de atracciones. Un modelo de ciudad que no solo nos está expulsando, sino que continúa creando guetos.

Hoy, dos activistas del Raval me han hecho una reflexión que me ha parecido muy interesante. Los que callejeéis realmente Barcelona os habréis dado cuenta de que en el Raval Nord están los equipamientos como el MACBA, el CCCB (ahí donde va la izquierda escucharse entre sí), a los restaurantes snob. Lo mainstream. Lo elitista. Es la zona donde los turistas pisan las calles.

En cambio, en el Raval Sud, en los márgenes, nos encontramos los centros cívicos, los centros de salud, o la sala Baluard (conocida vulgarmente como narcosala). Claro, lo que no vende, hay que esconderlo, taparlo.

Permitidme hablar de esas personas que utilizan este último espacio y que aparecieron en en el programa, porque he tenido la suerte o la mala suerte (en estas circunstancias) de conocerlos. El periodista Jalis de la Serna, en vez de crear un espacio seguro y de intimidad, echó a estas personas al ruedo. Para que la gente los juzgue. Por la audiencia. Las cifras. ¿La gente que vio el programa sabe que detrás de estas personas hay mucho sufrimiento? Hay mucha oscuridad. Hay infancias rotas. Dejar orígenes atrás. Prostitucion y violencia desde pequeños.

Pero claro, juzgar desde el sofá a golpe de tuit tomando una cañita o comiéndote tu sushi es realmente fácil. Por suerte existen estas salas desde hace 20 años. Fueran una lucha del barrio y de muchas vecinas para que estás personas no estuvieran en la calle consumiendo y lo hicieran en un espacio seguro. Por eso se llaman REDAN (reducción de daños).

Y dentro, la realidad es diferente a la imagen morbosa que se ha construido la gente. Hay un equipo maravilloso de profesionales. Enfermeras, psicólogas, psiquiatras y educadoras. Porque realmente lo que uno necesita no es sentir la aguja en el cuerpo. Es sentir una mano en la espalda. Es sentirse escuchado. Un vecino que te mire a los ojos y te sonría. Alguien que te lleve una manta o una bolsa de comida. Solidaridad. Amor. Y a lo mejor algún día habrá más luz que oscuridad.