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La guerra laboral del transporte de Barcelona amenaza los equilibrios políticos metropolitanos

El conflicto que afecta a buena parte de los sindicatos de Transportes Metropolitanos de Barcelona con la dirección y la empresa tiene detrás historias que van más allá de los aspectos directamente económicos. De hecho amenaza con hacer tambalear los delicados equilibrios políticos y económicos que preside Ada Colau desde el Ayuntamiento de Barcelona.

De entrada, en Barcelona hay dos empresas de transporte público: Transportes Metropolitanos de Barcelona, que gestiona el Metro, y Transportes de Barcelona, que gestiona los autobuses. Ambas funcionan bajo la marca Transportes Metropolitanos de Barcelona (TMB). Las acciones de las dos empresas son propiedad del Área Metropolitana de Barcelona (AMB), entidad formada por los 36 ayuntamientos del continuo metropolitano. La AMB está presidida actualmente por la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau.

La protesta laboral tanto en el Metro como en los Autobuses tiene tres reivindicaciones. La primera es la reclamación sindical de recuperar lo que se considera poder adquisitivo perdido fruto de la congelación aplicada en los últimos cuatro años. La segunda es reducir o eliminar el trabajo en precario en ambas empresas. En el tercer punto se encuentran varios aspectos, como la negativa de los sindicatos de Autobuses a aceptar que se encargue a empresas privadas transporte de superficie, lo que pasaría, en su opinión, si se implantara definitivamente en tranvía por la Diagonal.

Los actores

Tanto en el Metro como en Autobuses la actividad sindical es sólida. Tienen presencia los dos grandes sindicatos: CCOO y UGT, pero en el Metro cobra una fuerza especial la CGT. También hay organizaciones más pequeñas como SIT, ACTUB y COS en Autobuses, o SU en el Metro, entre otros.

Por el lado empresarial durante muchos años se ha dado una situación dual. Por un lado, los máximos directivos se abastecían de la cantera del municipalismo metropolitano. El PSC aportó hasta hace poco buena parte de los máximos responsables de TMB. Además, están los técnicos fichados por su preparación.

Assumpta Escarp, concejala de movilidad de Barcelona, del PSC, entre 2010 y 2011 presidió TMB. Fue sustituida por Joaquim Forn, de CiU, y mano derecha de Xavier Trias. Dídac Pestaña, ex alcalde de Gavà, por el PSC, fue desde 2011 hasta 2014 Vicepresidente de TMB. Este directivo tenía cargo a las dos empresas. Pestaña fue sustituido como Vicepresidente por Antoni Poveda, ex alcalde de San Juan de Espí, también del PSC. Otro ex alcalde socialista de Gavà, Joaquim Balsera, es la cabeza de marketing de TMB.

La proliferación de cargos socialistas se explica por la gran presencia durante muchos años de este partido en la vida política barcelonesa. A partir de 2011 la hegemonía socialista se convirtió en una entente cordiale entre el PSC y CiU.

Ahora preside TMB Mercedes Vidal, de Barcelona en Comú, y el vicepresidente es el mencionado Poveda. Debajo de este dúo ha creado una nueva figura, la del consejero delegado, que ocupa Enrique Cañas. Este técnico especialista en movilidad había sido asesor técnico en el AMB en representación de ICV, partido ahora socio de Barcelona en Común.

TMB ganó en 2014, último ejercicio cerrado del que se tienen datos, 5,2 millones de euros. Esto después de que las subvenciones públicas disminuyeran en 7,4 millones. Hay que decir que las aportaciones públicas al transporte urbano van bajando de acuerdo con planes plurianuales fijados.

Precisamente no deshacer el equilibrio financiero es lo que la dirección de TMB ha argumentado para no aceptar las reclamaciones obreras. Pero, desde la vertiente sindical, a estas afirmaciones se responde con un reto: “No pedimos que se ponga más dinero, sino que lo que hay se reparta mejor”, asegura Saturnino Mercader, miembro de CGT de Autobuses. Los sindicalistas aseguran una y otra vez que hay muchos directivos en la empresa y que esta no desvela lo que cuesta esta 'nomenklatura'.

Algunas cosas se saben, pero no todas. En datos homogéneos, en Metro de Barcelona había, con fecha de 31 de diciembre de 2015, 3.634 personas en plantilla. En Autobuses había 3.850, según fuentes oficiales de TMB. En total, pues, 7.844 personas. De esta cifra global un 8%, 598 personas, están excluidas del convenio, lo que significa que estos últimos salarios no son públicos. ¿Ninguno? No. Hay un pequeño grupo del que, globalmente, se sabe cuánto perciben.

20 sueldos de más de 100.000 euros

La documentación sitúa este grupo bajo el nombre de “Consejo de Dirección de TMB”, aunque desde la empresa se afirma que este organismo tendrá un nombre nuevo pronto. El Consejo de Dirección, del que no se dan los nombres pero todo hace pensar que engloba la cúpula técnica y política de las dos empresas, está formado por unas 20 personas de las que TMB ha facilitado las remuneraciones. Los que operan en Metro cobraron en 2014 un total de 97.685 euros de salario medio. Además, los complementos de este grupo suman para cada persona 12.596 euros. En Autobuses los salarios el Consejo de Dirección son semejantes: 97.596 euros de sueldo medio y 13.069 euros de complementos.

Pero aún hay otra categoría en la memoria de TMB que se sitúa fuera de convenio. Se llama “Directores de servicio” de cada uno de los ámbitos de TMB. En este apartado el salario medio es de 87.324 euros para Metro y 84.960 para Autobuses. Los complementos medios suman 15.029 euros en el Metro y 15.288 para Autobuses. El problema es que desde TMB no dan un dato clave: el número de estos directivos. De ellos la memoria se limita a afirmar que “gestionan un gran volumen de recursos humanos y económicos, o bien tienen una fuerte transversalidad que afecta a toda la organización”. Pero desde TMB afirman que pronto se hará pública este dato y el resto de las que afectan a TMB en virtud de la nueva normativa de transparencia que piensa aplicar la AMB.

Un último añadido. No todos los trabajadores que figuran como por convenio corresponden a alta dirección. En TMB explican que los últimos años se han incorporado personas que tienen perfiles profesionales y también salariales similares a los de la media de trabajadores de las dos empresas, pero no dan más detalles.

El conflicto en Barcelona sigue vivo. Los trabajadores critican a TMB y, por elevación, al gobierno de Barcelona por no aplicar en este ámbito lo que reclamaban antes de llegar al poder, tanto en la defensa de los derechos de los trabajadores como en materia de transparencia. Acusan a los políticos de plegarse de nuevo a “la sociovergencia”. Todo esto ocurre mientras Colau y su grupo negocian a toda máquina un pacto en Barcelona, con entre otros el PSC, que asegure una mayoría en el pleno para el resto de la legislatura.

Ejemplo valenciano

Los sindicatos explican que en la ciudad de Valencia el giro fue copernicano cuando se produjo el cambio de mayoría municipal. Compromís desveló que, en la Empresa Muicipal de Transporte de Valencia, que gestiona los autobuses de la ciudad, había 11 directivos que en 2012 cobraron 21.000 euros más que el presidente Fabra.

Tras una denuncia por fraude a la Seguridad Social presentada por CGT contra la dirección de EMT la cúpula tuvo que irse. La nueva, nombrada por la mayoría entrante, situó a técnicos para dirigir la empresa. Así, si el saliente cobraba 125.000 euros anuales, el nuevo cobra 70.000 y supedita su continuidad al cumplimiento del programa fijado. Los sindicalistas valencianos afirman que ahora “la política de relaciones laborales está marcada por la transparencia”. Lo dicen los que más guerrearon contra un equipo directivo, nombrado por el PP, que se conocían como “los mamuts”. Ahora, en la Valencia del cambio, hay paz social en el transporte municipal, afirman.