Yolanda Díaz tiene ocho días para conseguir un objetivo doble: que la reforma laboral salga adelante y que lo haga con la mayoría de la investidura, es decir, con una coalición que alinea a la mayoría de formaciones progresistas en el Congreso. Con esta misión entre ceja y ceja la vicepresidenta y ministra de Trabajo ha organizado un viaje de dos días a Barcelona con el que quiere mostrar una sintonía prácticamente total con los sindicatos catalanes más representativos, CCOO y UGT. Así lo ha hecho este miércoles, cuando se ha visto con la dirección de ambos y ha participado en una asamblea de la federación de servicios de Comisiones Obreras.
Tras los encuentros con los representantes sindicales, Díaz ha cenado este miércoles con Roger Torrent, conseller de Trabajo, ante quien la vicepresidenta ha expuesto las mejoras que supondría el nuevo marco laboral para los trabajadores en Catalunya. Torrent ha insistido en los últimos días en la necesidad de que la reforma laboral contemple cuestiones competenciales, como devolver a la Generalitat su capacidad de autorizar EREs y también la prevalencia del convenio territorial, dos aspectos que no se han incluido en el decreto. Es la primera vez que ambos políticos se reúnen y tienen previsto volver a hacerlo en el futuro, ya después de la votación sobre la reforma laboral, para tratar los diversos asuntos pendientes de sus respectivas carteras.
La vicepresidenta ha aprovechado su paso por Barcelona para enviar un mensaje inequívoco al Palau de la Generalitat, en el que Díaz y su equipo confía para que desatasque las negociaciones con el grupo parlamentario de ERC. Los republicanos, con sus 13 escaños, son la pieza clave de la suma parlamentaria que el equipo de Trabajo desea para el próximo día 3 de febrero, cuando se celebrará la votación del decreto sobre el nuevo marco laboral. “Estoy convencida de que esta reforma va a salir. Nadie podría decir a los trabajadores que una norma que va a suponer una mejora, no se va a aplicar”, ha advertido Díaz a ERC.
La unidad de la vicepresidenta con Javier Pacheco (CCOO) y Camil Ros (UGT), este último con excelentes relaciones con los republicanos, es en realidad la mejor carta del Gobierno para convencer a ERC. Pere Aragonès ocupa la presidencia de un territorio donde los sindicatos están totalmente alineados con la reforma laboral, algo que no puede decir ningún otro partido con el que se está negociando. En Euskadi los sindicatos ELA y LAB, mayoritarios, han considerado insuficiente la norma y están presionando con fuerza al PNV. Pero en Catalunya las cosas son justo al revés. El primer president de izquierdas en más de una década puede comenzar su mandato poniéndose en contra a las principales organizaciones sindicales.
“Creemos que este es un buen acuerdo, un acuerdo equilibrado y con que los trabajadores y trabajadoras catalanas ganarán”, ha expresado sin medias tintas el secretario general de UGT. “Queremos expresar un mensaje muy claro a los partidos: queremos que este acuerdo sea ratificado por la mayoría de izquierdas que tumbó a Rajoy, que invistió a este Gobierno y que aprobó los presupuestos”, ha subrayado Ros. Las relaciones de ERC con este sindicato son más que fluidas. Sin ir más lejos, el negociador de la reforma laboral por parte de los republicanos, el diputado Jordi Salvador, fue secretario general de la UGT en Tarragona.
Más contundente ha sido Javier Pacheco, líder de Comisiones en Catalunya, quien ha cargado contra los partidos que se niegan a dar apoyo a esta reforma asegurando que no respetan la representatividad del diálogo social. “Nadie nos tiene que dar a nosotros lecciones de lo que representa la soberanía popular”, ha dicho Pacheco, que ha considerado que si bien los partidos tienen legitimidad para decidir su voto, sería una “miopía política” que no respetasen lo pactado por los tres actores de la concertación, es decir, sindicatos, patronal y Gobierno. “No entenderíamos que una decisión contraía a la convalidación perpetuase las condiciones del PP durante muchos años. Esto no es un disparo al pie, es un disparo en la cabeza”, ha afirmado el secretario general de CCOO Catalunya.
Ante los representantes de la asamblea de la Federación de Servicios, la vicepresidenta ha defendido de forma apasionada el Real Decreto-ley que llevarán la semana que viene al Congreso y que supondrá, ha dicho, un “cambio histórico” en el marco de relaciones laborales. “A las voces que dicen que estos es maquillaje les digo, con cariño, que creo que deben estudiarse mejor el alcance de la norma”, ha asegurado. “Esta norma cambia el paradigma de las relaciones laborales en nuestro país”, ha apostillado.
Pese a la insistencia de la prensa, la vicepresidenta se ha cuidado de ser exquisita al referirse a ERC, partido del que han salido algunas quejas por declaraciones recientes hechas por otros miembros del Gobierno en relación a la negociación de la reforma laboral. “Respeto profundamente a ERC, sé de la sensibilidad social del partido”, ha dicho. Y ha rematado diciendo: “Solo tengo buenas palabras para el partido que acompañó en una política laboral sanadora durante la pandemia”.
Las relaciones de Díaz y los suyos con los republicanos, tanto en Madrid como en Barcelona, han sido muy buenas. Por el momento. Porque desde En Comú Podem, que ha aprobado los dos últimos presupuestos en Catalunya y se ha convertido en un socio más fiable que la CUP para Aragonès, advierten que la luna de miel acabaría si la semana que viene ERC rechaza la reforma laboral.
Como ocurre con la ofensa, no presiona quien quiere sino quien puede. En el caso de la ministra de Trabajo, no hay duda de que tiene armas poderosas para apretar a los republicanos. Más difícil de predecir es si será suficientes para cambiar una decisión que ERC tiene prácticamente tomada en contra del decreto.