Ciencia Crítica pretende ser una plataforma para revisar y analizar la Ciencia, su propio funcionamiento, las circunstancias que la hacen posible, la interfaz con la sociedad y los temas históricos o actuales que le plantean desafíos. Escribimos aquí Fernando Valladares, Raquel Pérez Gómez, Joaquín Hortal, Adrián Escudero, Miguel Ángel Rodríguez-Gironés, Luis Santamaría, Silvia Pérez Espona, Ana Campos y Astrid Wagner.
La pérdida de talento científico y el declive del programa Ramón y Cajal: “¡Santiago y cierra España!”
El afán por hacer noticias lleva a ver las cosas desde un ángulo único y a veces distorsionado. La noticia que se construyó sobre la coincidencia en el tiempo de un premio internacional concedido a un joven físico y la no concesión al mismo de un contrato en la última convocatoria Ramón y Cajal ha dado lugar no sólo al revuelo que se buscaba sino a desenfocar el tiro sobre la realidad de la I+D+i española. Algunos escritos han derivado en sensacionalismos superficiales y en críticas y sospechas que poco ayudan a entender la realidad de lo sucedido. Y menos aún ayudan a retratar con objetividad el mundo académico y sus vicisitudes actuales. Hagamos primero un breve repaso de los hechos.
El 6 de Mayo la Sociedad Europea de Física otorga al Dr. Diego Martínez Santos el Premio 2013 al mejor joven físico experimental en el campo de la física de partículas. Ese mismo día se le notifica que no ha quedado seleccionado dentro de los propuestos para un contrato postdoctoral en el programa Ramon y Cajal. La no concesión de un contrato Ramón y Cajal al Dr. Martínez Santos tiene al menos dos lecturas. Puede concluirse de este hecho que la asignación de contratos no se realiza de forma adecuada, o que hay tan pocos contratos que incluso investigadores de la valía del Dr. Martínez Santos quedan por debajo de la línea de corte y no alcanzan a asegurarse un contrato.
Muchas de las cosas que se han publicado estos días sugieren que los evaluadores del programa Ramon y Cajal han hecho mal el trabajo. Se ha llamado en la prensa al Dr. Martínez Santos “el mejor físico de Europa”, lo cual no se corresponde con los datos ni los hechos. No existe un premio al “mejor joven físico”. La Sociedad Europea de Física concede premios en 8 disciplinas que ni siquiera cubren todos los campos de la física. En particular, el Young Physicist Prize (Premio al Físico Joven) se concede a uno o más físicos de menos de 35 años que hayan realizado un trabajo excepcional en los campos de física de partículas o astrofísica de partículas. Dado que para solicitar un contrato Ramón y Cajal no es necesario tener menos de 35 años, ni trabajar en física de partículas, no tendría nada de particular que entre los candidatos que se han presentado a la convocatoria hubiera un número no despreciable de candidatos, de más edad y trabajando en otras disciplinas, con más méritos, más experiencia dirigiendo proyectos y estudiantes y mayor capacidad para conseguir recursos que el Dr. Martínez Santos. Debemos, pues, concluir que no hay evidencia alguna de que la comisión de selección del programa Ramón y Cajal haya hecho un mal trabajo. Este aspecto ha sido ya destacado en varias ocasiones durante la última semana por algunos de los candidatos que sí han sido seleccionados, por algunos articulistas, incluso aquellos que al principio criticaron la decisión, por el propio Dr. Martínez Santos y también por el codirector de su tesis doctoral el Dr. José Ángel Hernando Morata de la Universidad de Santiago de Compostela.
Lo que sí parece incuestionable es que el Dr. Martínez Santos es un investigador de gran valía y tremendo potencial, y que si no puede quedarse en España por falta de recursos es una pérdida considerable para el país. El principal problema subyacente, y al que deberían haber apuntado los medios de comunicación desde el principio, es la terrible limitación presupuestaria de la convocatoria Ramon y Cajal, el programa estrella de nuestro País para consolidar a los mejores científicos. Debemos recordar que este problema no afecta sólo a un físico galardonado, sino que afecta a muchos investigadores españoles que, independientemente de los premios que hayan recibido, han demostrado una gran capacidad para la investigación y no son capaces de establecerse en España por falta de recursos destinados a la investigación. Lo que debe centrar las noticias es que de los 700-800 contratos al año de las primeras convocatorias se pasó a 175 en la convocatoria de 2012. Si además tenemos en cuenta que la convocatoria se ha resuelto 17 meses después de la anterior, y no un año después de la anterior, nos encontramos con un número de contratos concedidos extraordinariamente bajo (123,6 por año).
¿Debemos concluir que el sistema de selección de candidatos del programa Ramón y Cajal es adecuado? Tampoco. La comisión de evaluación está obligada a seguir una serie de baremos publicados en la convocatoria. Si sigue esos baremos, la comisión hará bien su trabajo. Pero si son inadecuados, la selección será incorrecta pese a que la comisión realice correctamente su cometido. La última convocatoria del programa Ramón y Cajal incluía una modificación con respecto a convocatorias anteriores que nos sorprendió a todos los investigadores. Tradicionalmente, los candidatos al programa debían presentar en su solicitud, además de su currículo, una memoria describiendo el proyecto de investigación que pensaban realizar durante los cinco años del contrato. En la última convocatoria, este proyecto – que proporciona a la comisión una información importante para evaluar el potencial científico del candidato – ha sido eliminado. En su lugar, la comisión debe asignar hasta 20 puntos, sobre un total de 100, a la capacidad de liderazgo, al potencial del candidato para ser responsable de un grupo de investigación o de una línea de investigación independiente y su relevancia como investigador dentro del ámbito internacional. La introducción de criterios ambiguos y de cierto grado de subjetividad como este dificulta la labor de las comisiones, generando además dudas sobre sus resultados. Por desgracia, estas dudas se han visto amplificadas por el formato telegráfico del párrafo correspondiente del informe de la comisión, que incluía valoraciones tan sucintas y vagas sobre este nuevo punto que han incrementado la frustración de los candidatos y han sido de muy poca utilidad para comprender por qué su solicitud había sido desestimada.
Como ya hemos dicho, el caso del joven Dr. Martinez no es único, ni mucho menos. La prensa nos ha puesto ahora en primera línea a Nuria Martí Gutiérrez, joven y prometedora científica en el campo de las ciencias biomédicas a quien España ha cerrado las puertas. La noticia surge otra vez por contraste: por un lado fue despedida en el ERE de 2011 que afectó al Centro de Investigación Príncipe Felipe de Valencia, y por otro lado, tras emigrar a Oregón, participa en una importante investigación sobre clonación de células madre que ha sacudido a la opinión pública. Mientras nuestro Presidente del Gobierno oculta la disminución de la financiación de la ciencia española e incluso algunos políticos, llevados por sus dotes de confusión más atrevidas, nos hablan de jóvenes emprendedores que no temen irse al extranjero de la mano de su “impulso aventurero”, lo cierto es que la falta de oportunidades está haciendo que muchos de los mejores científicos no se queden y, menos aún, regresen, a nuestro país. Un país que no sólo los necesita más que nunca sino que invirtió mucho dinero público en su formación.
Estos casos también ponen de relevancia como la mala gestión política de la crisis agrava sus efectos sobre nuestro sistema de I+D+i. Aunque se multiplican las voces que apuntan que descabezar nuestros sistema educativo e investigador es la peor manera de abordar el fracaso del actual modelo productivo, las decisiones políticas en esta materia apuntan en dirección bien distinta. Incluso aceptando la necesidad de intensos recortes se podría hacer una política muy distinta. Una política que concordase, además, con la propuesta de la propia Secretaria de Estado Carmen Vela: utilizar los recortes para hacer cirugía en el sistema, eliminando los elementos que lo lastran en lugar de cebarse con quienes lo dinamizan. Por desgracia, mientras nuestros mejores investigadores jóvenes dejan el país por ser su despido o no renovación del contrato la solución instantánea más barata, ese porcentaje minoritario pero significativo de investigadores, técnicos y personal administrativo adicto al absentismo, al desayuno doble o simplemente poco productivo, no recibe el menor incentivo que estimule un cambio de actitud ni percibe la menor amenaza a su continuidad. En lugar de cuestionar los procedimientos de evaluación de las solicitudes de contratos Ramón y Cajal, probablemente el programa con la evaluación más rigurosa de nuestra I+D+i, debemos exigir al Gobierno que introduzca mejoras que refuercen la independencia y objetividad de la estrategia nacional de I+D+i, y que lance un programa de renovación progresiva del personal fijo y funcionario que multiplique el desempeño del sistema y abra la puerta de entrada al talento joven, provenga este de dentro o de fuera del país.
En los casos de estos y tantos otros jóvenes con currículos excepcionales que no pueden incorporarse al sistema I+D+i español estamos ante un efecto colateral más de la crisis política y de valores, de la cual la crisis económica es un mero reflejo. Y, tristemente, un efecto colateral más de la crisis, sea cual sea su gravedad y consecuencias, ya no es noticia.
Ver página del ilustrador Josep Berenguel
El afán por hacer noticias lleva a ver las cosas desde un ángulo único y a veces distorsionado. La noticia que se construyó sobre la coincidencia en el tiempo de un premio internacional concedido a un joven físico y la no concesión al mismo de un contrato en la última convocatoria Ramón y Cajal ha dado lugar no sólo al revuelo que se buscaba sino a desenfocar el tiro sobre la realidad de la I+D+i española. Algunos escritos han derivado en sensacionalismos superficiales y en críticas y sospechas que poco ayudan a entender la realidad de lo sucedido. Y menos aún ayudan a retratar con objetividad el mundo académico y sus vicisitudes actuales. Hagamos primero un breve repaso de los hechos.
El 6 de Mayo la Sociedad Europea de Física otorga al Dr. Diego Martínez Santos el Premio 2013 al mejor joven físico experimental en el campo de la física de partículas. Ese mismo día se le notifica que no ha quedado seleccionado dentro de los propuestos para un contrato postdoctoral en el programa Ramon y Cajal. La no concesión de un contrato Ramón y Cajal al Dr. Martínez Santos tiene al menos dos lecturas. Puede concluirse de este hecho que la asignación de contratos no se realiza de forma adecuada, o que hay tan pocos contratos que incluso investigadores de la valía del Dr. Martínez Santos quedan por debajo de la línea de corte y no alcanzan a asegurarse un contrato.