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Hacia el contenedor marrón: qué son los biorresiduos y cómo los gestionará Castilla-La Mancha

Contenedor marrón

Alicia Avilés Pozo

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Uno de los pilares del Plan de Gestión de Residuos de Castilla-la Mancha aprobado en diciembre de 2016 incluía el desarrollo de una estrategia para la gestión de los biorresiduos en esta comunidad autónoma. Fue una de las cuestiones que el Gobierno regional abordó en el último Congreso Nacional de Medio Ambiente (CONAMA), donde ya adelantó algunos de sus detalles. Ahora la orden para su implantación ya está aprobada, e incluye entre sus objetivos la mejora de la gestión de los biorresiduos mediante su recogida separada, y su tratamiento biológico, asegurando la calidad de los materiales obtenidos y garantizando su uso seguro en el suelo.

Para el Gobierno regional, se trata de una cuestión importante puesto que el ordenamiento jurídico español aún no ha establecido la obligación de esta recogida separada. Apela por tanto al compromiso “voluntario” de las distintas administraciones y entidades, sobre todo los ayuntamientos, a quienes esta medida afecta directamente.

Las medidas incluidas cubren un horizonte temporal de cinco años, desde 2018 hasta 2023, fecha en que se pretende que esté completada la implantación de la recogida selectiva a nivel regional. No obstante, en la estrategia se deja claro que este periodo podrá prorrogarse “en función de los resultados obtenidos”.

Pero, ¿qué son los biorresiduos? Son aquellos biodegradables procedentes de jardines, parques, los alimenticios y de cocina procedentes de hogares, restaurantes, servicios de restauración colectiva y establecimientos de venta al por menor; así como los originados en plantas de transformación de alimentos. En este caso, no se incluyen los residuos agrícolas o forestales, el estiércol, los lodos de depuración ni otros también biodegradables como textiles naturales, papel o madera tratada, que tienen sus propios procesos de recogida y reciclaje.

Un acercamiento: tipos y ejemplos

Según su naturaleza, este tipo de material puede ser de dos tipos. Los más comunes son los orgánicos -procedentes de alimentos y cocina, y denominados FORM en su fracción orgánica de los residuos municipales- y los generados en los comercios. El segundo tipo es la fracción vegetal (FV), originada en zonas verdes y áreas de vegetación tanto privadas como públicas.

Por poner varios ejemplos, hablamos de biorresiduos en el caso de pieles y restos de fruta, huesos y restos de carne, espinas y restos de pescado y marisco, cáscaras y pieles de huevo y frutos secos, y en general restos de comida y comida en mal estado. En el caso del papel, son biorresiduos el papel de cocina sucio, el cartón sucio de aceites y alimentos, o también las servilletas de papel. Y algunos restos vegetales pueden ser ramos de flores, plantas y hojas secas, malas hierbas y hojarasca. También lo son los excrementos de animales domésticos sin lechos ni arenas absorbentes. Actualmente todos se recogen como parte de la basura orgánica.

La estrategia castellano-manchega se ha elaborado teniendo en cuenta la amplia extensión de la región frente a su poca población. El ratio de recogida de residuos mezclados por habitante y año es aproximadamente de 379,88 kilogramos. Del promedio de los residuos de competencia municipal, correspondería un 15% del total a papel y cartón, un 10% a plásticos y envases ligeros, un 8% a vidrio, un 3% a metales, un 42% a la fracción orgánica y finalmente un 15% a una fracción-resto formada por residuos de madera, textiles y cauchos.

En la actualidad, las administraciones competentes para la recogida y transporte de los residuos domésticos son las entidades locales, las cuales optan en ocasiones por llevarlo a cabo a través de la gestión mancomunada, siendo una empresa privada o público-privada la concesionaria encargada. El coste de ello recae en el ayuntamiento, que repercute a los ciudadanos a través de las tasas. 

La estrategia persigue ahora diseñar y mantener un sistema flexible de recogida y tratamiento a nivel regional, si bien los diferentes modelos deberán determinarse en base a la configuración urbanística, las características demográficas y socioeconómicas, los procesos de generación y los aspectos climáticos. Así, el Plan de Acción contará con cuatro etapas: la adaptación de las instalaciones de tratamiento biológico, las campañas de información, formación y sensibilización del nuevo sistema de recogida selectiva, la implantación de la recogida selectiva de las fracciones FORM, y finalmente el compostaje comunitario.

En ello se implicarán desde el Gobierno hasta las entidades locales, pasando por los consorcios de residuos domésticos, la Federación de Municipios y Provincias, las asociaciones de consumidores, los colectivos ecologistas, las cooperativas agroalimentarias, las federaciones empresariales, las oficinas municipales de información al consumidor y las asociaciones vecinales.    

Entre las numerosas opciones de gestión, además de la prevención en origen, la Administración regional ha optado por la recogida mixta o selectiva, la digestión anaerobia y el compostaje, descartando la valorización energética, la incineración y el depósito en vertederos.

El compost, el mejor fertilizante

Una de las dudas que se plantearon durante la puesta en marcha de la estrategia qué tipo de procesos se realizaría para el tratamiento de biorresiduos. Se han descartado las opciones de valorización energética (como por ejemplo sí ocurre con la biomasa), incineración o depósito en vertedero, posicionando como opción prioritaria el “tratamiento biológico”, es decir, el compostaje (reutilización como fertilizante) y la digestión anaerobia (descomposición de material biodegradable). Para aquellas áreas rurales donde las cantidades generadas son reducidas y las distancias a puntos de tratamiento son superiores, se ha valorado la opción de implantar el autocompostaje o el compostaje comunitario.

El compost generado a partir de biorresiduos recogidos selectivamente se convierte en un producto fertilizante de calidad para emplear en jardinería, horticultura o agricultura, permitiendo sustituir a fertilizantes inorgánicos. Es importante en una región en la que los suelos presentan con carácter general un déficit de materia orgánica. El Gobierno ha tenido en cuenta que el problema es que haya una demanda suficiente para absorber el potencial generación de este producto. Para ello se tendrán en cuenta variables como las áreas de venta, las limitaciones del mercado, la creación de oficinas de promoción o incluso certificaciones independientes de la garantía de calidad y uso. También se contemplan acuerdos con el sector vitivinícola (usuario potencial del compost de calidad) y el trabajo conjunto con cooperativas agrarias.

La implantación del servicio de recogida selectiva será gradual. Se hará en dos fases temporales sucesivas: la primera, antes del 31 de diciembre de 2020, en municipios mayores de 5.000 habitantes e industrias agroalimentarias (en total, la recogida separada en este periodo será de un 68,33%); y la segunda, antes del 31 de diciembre de 2023, en el resto de localidades. La separación selectiva de biorresiduos se hará extensiva a comercios, hostelería, oficinas y mercados, así como al resto de actividades del sector servicios, en el momento en que el municipio en el que se ubiquen sus instalaciones proceda a implantar la recogida selectiva.

Asimismo, la recogida selectiva procedente del mantenimiento de las  zonas verdes irá ligada a la implantación de estos servicios en los diferentes  municipios, en función de las fases de implantación mencionadas. Por su parte, todas las industrias agroalimentarias  deberían contar con  servicios de recogida selectiva de los biorresiduos que generen antes del 31 de diciembre de 2020.

Como línea general, en plan de acción incorpora el despliegue de un contenedor específico para esta recogida selectiva en el caso de los biorresiduos domésticos. No obstante, cada ente local determinará qué sistema se adapta mejor a las necesidades de cada municipio. Ahora bien, en el caso de optar por contenedor específico, será de color de marrón con orificio de aportación dimensionado y sobretapa pequeña, para dificultar la aportación de bolsas de otras fracciones de mayor tamaño. Otras cuestiones como su ubicación o la frecuencia de recogida las determinarán también los entes locales.

Finalmente, la estrategia contempla un amplio lote de medidas de promoción de la separación selectiva de la materia orgánica. Algunas de ellas son: convocatorias  de  expresiones de interés a través del Programa FEDER 2014-2020 dirigidas a ayuntamientos y diputaciones provinciales; ayudas para proyectos de compostaje comunitario; uso de sistemas de pago por generación de residuos; campañas de información y sensibilización simultáneas a la implantación del sistema de recogida; actividades en centros educativos; y puntos informativos.

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