Cuando el vino se convierte en “tinta viva” para pintar
No es la primera vez que el vino se convierte en arte. Ya otras disciplinas como la narrativa, la poesía, el cine y el teatro han querido rendir homenaje a este producto universal pero dentro de su función especial: la de degustarlo y beberlo. Pero la Feria Nacional del Vino (FENAVIN) de este año ha vuelto a demostrar que se puede ir más allá en cuanto a su utilidad y la belleza de su color. Así lo ha demostrado la empresa Damajuana, dedicada a convertir el vino en tinta para dibujar etiquetas personalizadas para botellas o para utilizar en todo tipo de acuarelas.
La idea procede de Miguel Ángel Lozano, Licenciado en Bellas Artes que ha querido unir su carrera universitaria con su tierra: Jumilla (Murcia). Tras una investigación en la universidad, obtuvo una tinta ecológica y artesanal a partir de una de las variedades autóctonas de esta denominación y que resulta adecuada para dibujar y pintar. La llamó Damajuana en homenaje a su abuela Juana.
El perfeccionamiento de esta tinta le ha llevado a crear dos 'packs' en los que se incluyen varios tarritos con tinta, cacos pequeños de porcelana para la misma, el pincel para dibujar, la botella y un sobre con cuatro etiquetas adhesivas. Un segundo paquete incluye el soporte de la botella hecho mediante madera y acero, y también de forma artesanal para apostar por la industria local. Ambos se comercializan y están al alcance de todos.
Damajuana ha desarrollado el negocio hasta el punto de que ya dispone de la patente de la tinta de vino y del pigmento, si bien solo ha sacado al mercado la primera, porque en el segundo caso se tendrían que dirigir a un nicho de mercado “mucho más difícil y cerrado”. Su creador deja claro además que no hace falta que el vino sea de una determinada manera para hacer tinta: “se podría hacer con cualquier vino, pero lo hacemos con el nuestro para promocionarlo.
Además de las etiquetas adhesivas para la botella que se incluyen en el pack, su utilidad va mucho más allá y “se puede utilizar para todo tipo de acuarelas”. “No hace falta tener ninguna habilidad especial; lo bonito es que cada uno lo utilice con su letra y no darle tanta importancia a lo estético”. Igualmente, para usarla en otro tipo de soportes, es importante que la base sea un papel absorbente.
“Lo más bonito es que la tinta está viva, porque lo está el vino, y con el tiempo va cambiando el color, hay una parte de magia, pasando por tonos violáceos hasta que queda un color teja, y aunque se puede mezclar con otras tintas y pigmentos, lo bonito es que quede ese color, su brillo y olor”, concluye Miguel Ángel.