El penúltimo tropiezo como empresario de la Generalitat tiene nombre en inglés -Valencian International University (VIU)- pero resultados similares a los habituales: el fracaso. El patronato de la VIU ha aprobado definitivamente la venta del 70% de la entidad al grupo Planeta por 4 millones de euros después de haber invertido más de 30 en los cinco años de funcionamiento de esta entidad virtual, que nunca ha dado beneficios.
La adjudicación, cerrada tras un concurso abierto realizado en forma de diálogo competitivo, resulta francamente ventajosa para el comprador, el grupo controlado por el editor y empresario José Manuel Lara. Planeta se queda la mayoría de la sociedad por un valor inferior a sus activos, que la intervención fija en 6,38 millones de euros.
Ciertamente, la posición negociadora de la Generalitat no era buena. Desde la creación de la VIU, hecha en 2008 entre las críticas de todos los rectores valencianos, esta universidad online casi nunca ha superado los 1.000 alumnos, siempre ha estado en pérdidas y ha sido anualmente rescatada por las aportaciones de dinero público, de alrededor de 6 millones al año.
Otro caso de opacidad
Todo son, en cualquier caso, cifras aproximadas. La oposición, la Sindicatura de Comptes y hasta el interventor de la Generalitat se han quejado amargamente de la falta de transparencia de las cuentas de la VIU, gestionada entre una Fundación y su patronato, una fórmula jurídica que ha permitido que la entidad funcionara sin rendir cuentas.
La VIU fue lanzada con la aspiración de llegar rápidamente a los 5.000 alumnos, pero las pérdidas anuales, según fuentes del sector, pueden estar alrededor de los 3 millones al año, un total de 15 durante su primer lustro de vida. Y eso, a pesar de los ajustes en forma de despidos y reducción de salarios. Creada en 2008, aunque arrancó en 2009, nació con más profesores que estudiantes.
Planeta se ha comprometido a invertir 18 millones en los próximos años y a mantener el personal y la sede de la institución, ubicada en Castellón. Por supuesto, se descarta la construcción de una nueva sede diseñada por Frank Ghery, el padre del Guggenheim de Bilbao. En 2008, Alberto Fabra, entonces en su calidad de alcalde, viajó al estudio del arquitecto en California y cerró un acuerdo que, posiblemente, nunca se ejecutará.