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“No ha habido contagios y crucemos los dedos”: así se enfrentan los presos y expresos acogidos en el Casal de la Pau de València al coronavirus

Lucas Marco

Valencia —

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El Casal de la Pau, que acoge a expresos enfermos o sin recursos, mantiene a 19 personas viviendo y comiendo en el edificio de la calle d'En Llopis de València. Gracias a una rápida respuesta preventiva, no hay casos de contagios entre los residentes, que “han aceptado bien el confinamiento”, explica a eldiario.es la trabajadora social Leo Guzmán. “Son personas que padecen multipatologías y, aunque son jóvenes, la mayoría presenta situación de riesgo”, explica por teléfono Guzmán.

“Hasta la fecha no ha habido contagios y crucemos los dedos”, dice la trabajadora social. Desde el 11 de marzo, los responsables de la entidad empezaron a tomar medidas preventivas. Así, explicaron la situación a los presos acogidos, establecieron medidas de distanciamiento y redoblaron la limpieza y la desinfección. La asociación Domus Pacis, formada en 1972 y que cuenta con 239 socios y numerosos voluntarios, ha publicado el plan de medidas del Casal de la Pau para reducir al máximo el peligro de contagios.

Los trabajadores sociales de la entidad apoyan por teléfono al resto de expresos que viven en habitaciones alquiladas o en pisos compartidos y que están en pleno proceso de reinserción social. El Casal de la Pau, según el último informe anual publicado, atendió en 2019 a 490 personas y cuenta con programas de atención sociosanitaria y de acompañamiento jurídico.

Los presos acogidos “son conscientes de que son personas que pueden enfermar y que el resultado puede ser grave”, afirma Guzmán, quien considera que “lo han asumido bien”.

Además, el pasado 19 de marzo recibieron gel hidroalcohólico que se sumó a las reservas con las que contaba el Casal de la Pau antes de la crisis del coronavirus. “Ha habido un muy buen apoyo desde la Generalitat Valenciana, nos llaman continuamente”, explica la trabajadora social.

Los responsables de la entidad, que ha recibido numerosos premios y distinciones a lo largo de los años por parte de las instituciones, tomaron la decisión de reducir al mínimo la presencia de los colaboradores en sus instalaciones (muchas de sus voluntarias son de edad avanzada) y continúan prestando el servicio de asesoramiento jurídico por teléfono o correo electrónico.

El edificio de tres plantas, situado a espaldas de las Corts Valencianes, cuenta con una decena de baños, enfermería, cocina, comedor, lavandería, 14 habitaciones, así como salas de espacios comunes. Las numerosas actividades socioculturales que ofrecen a los presos en reinserción han debido ser pospuestas debido a la crisis del coronavirus y el hall de entrada de la planta baja, siempre lleno de gente que va y viene, permanece ahora vacío. Incluso el acceso a la zona de fumadores se ha visto limitado para asegurar las distancias de seguridad.

Las visitas a los residentes pronto fueron restringidas y los turnos de comedor se han ampliado para evitar aglomeraciones. “Tenemos la suerte de que es un edificio grande y se cumple la distancia; no hay situaciones de hacinamiento y eso favorece la tranquilidad”, apunta la trabajadora social. Las personas sin techo a las que también atendían (podían usar las duchas o desayunar) han sido derivadas al albergue instalado por el Ayuntamiento de València en el complejo deportivo de La Petxina.

Los responsables del Casal de la Pau conocen bien las malas condiciones de las prisiones (el de Picassent es uno de los centros penitenciarios con más sobrepoblación carcelaria de toda España). “Desgraciadamente para ellos, muchos han vivido ya el confinamiento dentro de una celda, en un ambiente mucho más reducido y con menos recursos de ocio y entretenimiento y saben lo que puede ser eso”, explica Guzmán.

Desde que se restringieron las visitas presenciales a las prisiones, en el Casal de la Pau han perdido el fluido contacto con las cárceles que irremediablemente siempre han tenido. “A nosotros nos ha llegado que el tema está tranquilo”, asegura la trabajadora social (y confirman fuentes de los sindicatos penitenciarios). “En las cárceles hay muchos reclusos y los sistemas médicos y sanitarios son escasos”, explica Guzmán.

Los responsables de la entidad confían en mantener con calma y buen ambiente el confinamiento forzado por la crisis del coronavirus para poder retomar cuanto antes sus actividades para la reinserción de los presos sin recursos o enfermos.

“La gente se está implicando y confío en que salgamos sin ningún contagio”, concluye Leo Guzmán.