Será porque en la Comunidad Valenciana el veroño no acaba de dar paso al otoño, pero la ausencia de climatización en las aulas sigue de actualidad, y para mal: la última de la Conselleria de Educación, y creo que es una primicia la que les doy, es que está preparando una normativa que podría prohibir la instalación de aires acondicionados en los centros educativos.
Esto es lo que algunos inspectores de Educación y también algún Ayuntamiento (que cita fuentes de la Conselleria) está adelantando a los directores de colegios que han preguntado por el asunto de la climatización, si bien la Generalitat no ha comunicado nada aún oficialmente a los centros.
Las causas alegadas por la administración para tomar esta posible medida (que será una realidad si la Conselleria no da marcha atrás en su actual intención según las bien informadas fuentes citadas) son sanitarias, ya que se apunta a los posibles brotes de legionella. Educación ya amagó en septiembre con esta excusa, que Sanidad desmintió, al decir que no había ninguna normativa que prohibiese el uso de aparatos en los centros educativos y que, en todo caso, recomienda que no se instalen aparatos de sistema aire-agua, para evitar que se puedan expulsar chorros de aire con partículas de agua en aerosol, principal vía de propagación de la bacteria.
Se da la paradoja de que en la actualidad ya hay aulas con aire acondicionado (en algunos centros públicos, también en los barracones y de forma bastante habitual en los concertados).
Señalan las fuentes que la normativa también pondrá coto a los ventiladores, por la posible peligrosidad de las aspas, y se habla concretamente de los de techo, existentes también en numerosas clases actualmente.
Las causas reales, sin embargo, son otras. Como recordarán, a principios de este curso, saltaron a todos los medios de comunicación, incluso en el ámbito estatal, las protestas de padres, alumnos y sindicatos docentes por el excesivo calor en las aulas, que en demasiadas ocasiones superaba por mucho los 27 grados máximos permitidos. Además de la denuncia social, las quejas oficiales al Departamento de Educación exigiendo climatización adecuada fueron muy numerosas. La avalancha de denuncias exigía que se solucionase el problema, al margen de las circunstancias meteorológicas puntuales de este septiembre tan veraniego, pues no es un asunto puntual, ni dado el clima de la zona lo será en un futuro.
Para la Generalitat, hacer frente a estas reclamaciones implicaría una inversión en aparatos y en facturas de luz que la perversa política de recortes en educación pública no está dispuesta a consentir. Por eso se inventa una excusa, digna de la trayectoria de este Gobierno, pues ya el anterior conseller de Educación, Alejandro Font de Mora, se negó a dotar de portátiles a los alumnos, a pesar de que el Ministerio de Educación (entonces socialista) se hacía cargo de parte del coste, alegando (¡atención!) que estos ordenadores perjudicaban la vista de los niños. Ni que decir tiene que otras comunidades se sumaron a la iniciativa, recogida en el Plan Escuela 2.0.
Si esto ocurría en 2009, cuando la crisis aún no había golpeado tan de lleno al país y con financiación parcial estatal, imaginen si ahora la Generalitat se va a querer hacer cargo de climatizar las aulas de la Comunidad y sus ayuntamientos van a querer o poder asumir el mantenimiento (pues esta es la función de las Concejalías de Educación de los consistorios). Nada nuevo, tampoco las patéticas y rastreras excusas basadas en la salud, en la habitual línea conservadora de meter miedo en el cuerpo a los ciudadanos, aunque sea a base de manipulaciones.
Parece obvio que prohibir la instalación de aparatos de aire por miedo al contagio por bacterias no es la solución, pues carecerían de ellos todos los edificios públicos que los tienen, incluidos –qué cinismo- los centros educativos. En todo caso, que se tomen las medidas sanitarias pertinentes; y en el caso de los ventiladores, que se establezcan las características técnicas a las que se deben atener los centros y se garantice también vía inspección y mantenimiento su seguridad ¿No es lo que se hace en todas las administraciones públicas? Si no es así, ¿debemos entender que hasta ahora no había garantías de seguridad? ¿Debemos pensar que se van a desinstalar los aires y los ventiladores, muchos de ellos, sépanlo, pagados por las asociaciones de padres y los propios centros?
Cualquier cosa por surrealista que sea puede pasar, tampoco me extrañaría que la normativa de marras se eternizara y fuera la excusa para hacer caso omiso a las reclamaciones de los distintos colectivos de la enseñanza, amparadas en la ley de riesgos laborales que prohíbe trabajar en esas condiciones. Puede que así le dejen el marrón al siguiente Gobierno, total, para mayo quedan dos telediarios, y ellos ya bastante han salido en los informativos por culpa de las asfixiantes escuelas.
Indignante. Repugnante. Ver cómo Educación vende en estos días su ranquin de calidad de colegios (elaborado con pruebas diagnósticas de poco fiar) y cómo se le llena la boca a sus responsables hablando de medidas contra el fracaso escolar que son papel mojado, mientras la señora consellera cuece desde su climatizado despacho un plan para que nuestros hijos e hijas se sigan cociendo en sus abandonadas aulas.