La hoy todopoderosa esadounidense Disney tuvo en sus comienzos una producción competidora valenciana. Así en 1939, mientras en los cines de Estados Unidos se proyectaba 'Blancanieves', en València los dibujos eran 'Tarde de toros'; en 1940 nacía 'Pinocho' y aquí 'Tempranillo hace tarde'; en 1941 'Dumbo' volaba mientras en nuestras pantallas se veía 'Riega, que llueve'; y paralelamente a los nuevos personajes de Bambi, Mickey Mouse o la Dama y el vagabundo, aquí se dibujaban los autóctonos Tom-Mix-Ito, el perro Séneca, Finita o Quinito.
Esta animación valenciana es ahora la protagonista de la muestra 'Pioners de l'animació valenciana (1939-1959)' del Museu Valencià de la Il·lustració i de la Modernitat (MuVIM) en la Sala Parpalló, con la cual se quiere rendir un homenaje a los precursores de la animación valenciana en tiempos de postguerra.
Esta exposición rescata la obra y las aportaciones de figuras relevantes del cine de animación, tales como Carlos Rigalt, Patricio Payá o Pérez Arroyo, además de su hijo. Unos autores capaces de generar una producción propia, innovadora y valiente, que les abrió las puertas para participar en los programas cortos de la productora CIFESA y su posterior implicación profesional en dos de las marcas más populares del cine del juguete, como Jefe y Payá.
“Se trata de un homenaje a aquellas personas que, en un contexto muy duro y difícil, tuvieron la audacia de constituir una industria del dibujo animado”, ha subrayado Rafel Company, director del museo. Una historia, en definitiva, “que entronca con la propia historia del MuVIM, y que toma el testimonio de propuestas precedentes como 'Stop Motion Don't Stop' o 'València en Vinyetes'”.
Precisamente, de la mano de Raúl González Monaj, comisario de la exposición, el MuVIM recupera este grupo de pioneros del cine de animación, mostrando sus creaciones más relevantes con proyecciones, dibujos, esbozos y materiales utilizados por ellos mismos en los procesos creativos, repasando también la obra de los creadores que pudieron servirles de inspiración.
El recorrido expositivo propuesto por el MuVIM muestra los innovadores trabajos de estos tres pioneros de la animación valenciana, repasando su propia evolución de la animación y su técnica, el complicado contexto histórico del momento y la soledad de la periferia valenciana frente a la potencia barcelonesa, en compañía de los principales personajes de los animadores, a través cinco secciones diferentes.
Las historias de los niños de postguerra
Las voluntariosas producciones de Carlos Rigalt las realizó acompañado del fotógrafo José Mª Reyes a instancias y bajo el paraguas del Estudio de dibujos animados CIFESA, en la que sería su primera y única incursión en la producción propia animada de la major local. Rigalt consiguió sacar adelante algunas de las primeras películas cortas de la edad de oro de la animación española, aunque no quedó rastro de ninguna de estas producciones.
La mayor parte del centenar de películas que componían el catálogo de los Cine Rai de Payá fueron obra de Patricio Payá (Novelda, 1909-1987) y las realizó entre 1940 y 1944. Se trataba de películas de tan solo un metro de longitud caracterizadas que, pese al primitivismo del sistema, cumplieron con creces su cometido evadiendo a varias generaciones de niños desde sus casas, acompañando a sus protagonistas en las más disparatadas y surrealistas peripecias con gran sentido del humor.
La serie de Quinito, con siete aventuras, fue el mayor de sus empeños y su último cortometraje, 'Quinito en sangre torera' (1947), sería reconocido con un segundo premio por el Sindicato Nacional del Espectáculo, organismo precursor de los Premios Goya.
Desde su propio domicilio y ayudados de su familia (esposa, hijos, novias de éstos y amigos) Joaquín Pérez Arroyo y su hijo Alberto abordan desde 1941 de manera autodidacta la realización de nueve cortometrajes y una pieza documental para las majors CEA y CIFESA, así como de cuatro anuncios para cines. Con obligatoriedad del NO-DO (enero de 1943), se puso el fin del metraje corto en el Estado español. Un hecho que llevó a esta familia a iniciar una segunda época adentrándose en el cine doméstico de juguete. La apuesta en este nuevo nicho será integral y comprenderá el diseño de proyectores y la realización de películas ex profeso para los mismos, sumando a la iniciativa a las principales marcas jugueteras del momento: Payá y Jefe.