El primer teniente de alcalde y responsable del Área de Desarrollo Económico Sostenible, Joan Calabuig, declara que “la acción turística va a ser un eje central de la estrategia económica de Valencia, con el objetivo de mejorar nuestro posicionamiento como destino” y el flamante nuevo director de la Fundación Turismo Valencia Valencia Convention Bureau, el prestigioso Antonio Bernabé aboga por “elevar los flujos para que vengan cada vez más turistas, alargando la estancia e incrementando el gasto por turistas”.
Una “política pública” necesariamente se deriva de la detección de un problema o una oportunidad que se considera que puede ser abordada adecuadamente de manera colectiva. En la exposición de motivos del primer decreto para la promoción del turismo en España, de 1905, el Conde de Romanones afirmaba. Consta que Suiza e Italia, que han favorecido esta corriente de excursionistas extranjeros, obtienen ingresos por valor de unos 200 millones de francos al año... Reúne España condiciones análogas a Suiza e Italia, así por su topografía y clima cuanto por los monumentos artísticos y la riqueza de recuerdos históricos, sin embargo, estas incursiones de extranjeros no han logrado la debida importancia a, a causa sin duda, de incurias y apatías lamentables, hijas de nuestro carácter nacional. En el diagnóstico previo se consideraba que las debilidades del destino consistían en la deficiencia de sus comunicaciones terrestres, el excesivo calor y sol en algunas estaciones del año, la pesada comida local, la generalizada falta de aseo y limpieza y las noticias de atentados e inestabilidad que llegan hasta el exterior-
Ciento diez años después, aunque el calor siga siendo el mismo, constatamos que la incuria. la apatía y el aseo han mejorado y parece que, mediante la ayuda de las políticas turísticas (y alguna contribución de la esferificación de Ferràn Adrià para el problema de la pesadez de la comida local) hemos superado esas debilidades y en 2015 el World Economic Forum considera que España es el destino turístico más competitivo del mundo. Creo que no podemos reportar otra historia con mayor éxito y hoy podemos decir que la política turística española es una de las políticas que, madurando desde finales de los años 50, ha contado con un infrecuente grado de consenso político, que ha sido claramente innovadora y que ha dispuesto de un sofisticado soporte de información (a través de la operaciones estadísticas del INE y de las encuestas del IET), inteligencia y excelente capital humano. Hoy en día tanto los actores público como privados españoles son de los más cualificados a nivel global y explican el éxito de la industria turística española en el resto del mundo, así como la capacidad de atracción y atención que nuestros agentes públicos y centros de formación en turismo generan a nivel mundial.
En la literatura científica no queda probado de forma contundente el efecto de la especialización turística en la transformación de la capacidad de crecimiento de una territorio a medio y largo plazo, pero no voy a discutir el efecto que ha tenido el turismo en el modelo de desarrollo español, y más aún la enorme resiliencia que ha mostrado en la época de crisis y en su capacidad de mantener empleo. Aún así también hay que reconocer que el turismo es una sector con una bajísima productividad, en el que la gran mayoría del empleo que crea es de escasa calidad, que se trata de un sector que depreda el territorio y dualiza los espacios –especialmente los urbanos-, que genera una elevada huella de carbono y en el que la base de su negocio consiste en transformar en productos turísticos los recursos de un territorio con la arriesgada consecuencia de degradar su intrínseca funcionalidad social. Dicho esto unas horas después de que se haya celebrado el día mundial del turismo podemos constatar, que en España en general y que en Valencia en particular los agentes que operan en el sector turístico son lo suficientemente capaces, las infraestructuras son las adecuadas, la famosa triple hélice y la coordinación público-privada es más fecunda que en otras áreas y el marco jurídico e institucional funciona en términos aceptables ¿No sería el momento de reducir el esfuerzo en términos de políticas públicas, más teniendo en cuenta que las ganancias muestran rendimientos marginales decrecientes? Si ya hemos solventado el problema y ya hemos aprovechado la oportunidad, ¿no sería el momento de dedicar nuestra atención, nuestra inteligencia y nuestros recursos hacia otros campos?.. Tener más de un 10% del PIB cuyo origen sea del sector turístico, como es el caso español, no puede considerarse un éxito del modelo turístico, sino probablemente como un fracaso del conjunto del modelo productivo. Hay que decir que en los países más innovadores como Suiza, Finlandia u Holanda el sector turístico apenas llega a suponer el 3% del PIB
Con esto no estoy posicionándome en contra del turismo, sino contra los planteamientos que sitúan a la actividad turística como eje estratégico de las políticas públicas en general o de las políticas urbanas en particular y a mayor gloria de los lobbies hoteleros y fondos buitres globales.
Desde la lógica de las políticas públicas, el turismo debería aparecer como un subproducto de aquellas políticas que hacen vivibles los espacios. El turismo es el share de atención que suscita un entramado de personas y espacios, pero no podemos confundir el fin (la mejora de las condiciones de la “vivibilidad”) con uno de sus indicadores (la atención turística que genera).
No estoy seguro que Valencia requiera de más turistas, ni de que se gasten más, ni de que alarguen sus estancias, ni que sea especialmente conveniente que el turismo se convierta en un eje central de la estrategia económica. Desearía que la interacción con los visitantes contribuyera a mejorar la calidad de la vida de la ciudadanía, ampliara las posibilidades enriquecedoras de la interacción social el intercambio de ideas, y que expandiera las oportunidades de desarrollo profesional de calidad en un contexto inspirador, creativo, conectado en redes globales, y centrado alrededor del conocimiento.
Pero así en general, yo, dejaría el turismo un poco en paz