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Manuel Molins, dramaturgo: “Acusar sin saber no es promover un mundo ni cristiano ni libre”

Un acto de “justicia cultural”. Con esas palabras ha definido el director del IVC, Abel Guarinos, el estreno en el Teatro Principal de València de Poder i santedat, del dramaturgo Manuel Molins, con la dirección de Paco Azorín. Hace dos semanas, esta obra de teatro fue noticia antes de su estreno tras las críticas del colectivo Abogados Cristianos y del Arzobispado de València “por violar el derecho a la libertad religiosa”.

Fue el cartel promocional en el que aparece un papa besando a un niño lo que provocó que Abogados Cristianos pidiera la retirada del cartel y la censura de la obra, y denunciara tanto al director, Paco Azorín, como a la Diputación de València, por un delito contra los sentimientos religiosos y, en el caso de los representantes públicos, de prevaricación de fondos públicos, ya que la obra está coproducida por el Instituto Valenciano de Cultura. El partido de extrema derecha Vox también acusó a la obra de “ofender a los católicos” sin haberla visto.

“Según la fiscal, no hay caso”, aseguraba este viernes horas antes del estreno Manuel Molins de una denuncia que no tendrá más recorrido que el alboroto y molestias que ha podido causar y que ha provocado varios ataques con pintadas en los carteles de la entrada del Teatro Principal, donde la obra se podrá ver hasta el 8 de noviembre

Esta no es la primera vez que fracasa una denuncia de esta asociación de juristas. El pasado mes de febrero una jueza absolvió al actor Willy Toledo de los delitos denunciados por Abogados Cristianos por unos comentarios que el actor publicó en su Facebook en los que se cagaba en Dios y en la Virgen, y por los que la asociación de juristas pedía una pena de hasta 22 meses de multa. En el caso de Poder i Santedat, Fiscalía se ha avanzado y ha desestimado la denuncia de Abogados Cristianos de retirar el cartel y la obra.

Sobre la historia, Poder i Santedat (Els Àngels de Sodoma) cuenta el periplo de Lucio Pacelli, un joven que, tras salir del seminario y antes de ordenarse sacerdote, investiga y descubre una serie de hechos dentro de la Iglesia católica que rechaza como es la corrupción, los abusos o los casos de pederastia. Interpretado por el actor valenciano Borja López Collado, el joven Lucio entra en una crisis de identidad y acaba siendo acusado de atacar a la religión. En 2017 esta obra obtuvo el Premi Octubre de teatro Pere Capellà.

Quien conoce la extensa trayectoria de Molins sabe que sus textos están escritos bajo lo que él denomina “teatro documentado” o “verdad documentada”, es decir, su obra se sostiene en investigaciones y reportajes de hechos reales y probados. “Yo estoy a favor de la libertad religiosa y de la libertad de opinión, pero que no digan mentiras. Según el Evangelio, la libertad tiene una condición: la verdad. Y Jesús dice que la verdad nos hará libres. Acusar sin saber, decir ‘fakes’, no es promover un mundo ni cristiano ni libre”, sintetizaba el dramaturgo, quien defendía su propio derecho a la libertad religiosa tras definirse como católico.

La obra abre este viernes 16 de octubre la temporada del Teatre Principal de València y también se representará en el Teatre Principal de Alicante, el 5 de noviembre, y en el Principal de Castelló, el 13 de diciembre. Tal como recordaba durante la presentación Abel Guarinos, la dramaturgia molinsiana “ha sido estudiada y aplaudida desde universidades de todo nuestro ámbito lingüístico, premiada con múltiples galardones, publicada profusamente y escenificada, desde finales de los años 60 hasta ahora”.

El director adjunto del IVC, Roberto García, añadía que Molins es “uno de nuestros grandes autores” y esta obra “ayuda a mejorar el mundo”. “En el actual estado de abolición de la verdad a causa de la toxicidad de las redes sociales o de la simplificación pueril del debate, la obra de Molins dialoga con nuestro presente desde una mirada valiente, compleja y haciendo un canto al amor y a la diversidad”, apunta.

“Un espectáculo hecho desde el amor”

El director teatral de la obra, Paco Azorín, es quien lleva a escena este particular montaje que él mismo ha definido como uno de los más complejos de su carrera. “A día de hoy, todavía no sé cuál es su temática”, decía Azorín de un texto cuya amplitud temática ha comparado con El Quijote. Momentos después, concretaba un poco más: “Habla de la libertad, de la religión, de Dios, de la relación con el mundo, de la fraternidad… Es una obra inabarcable y misteriosa, y ese misterio es lo que me ha traído aquí”.

Azorín es el responsable también de la escenografía y la iluminación -esta última junto a Ximo Olcina-. El director ha agradecido la implicación de todo el equipo de actores y actrices en un texto que “exige un compromiso personal que va más allá de lo profesional por las denuncias universales que contiene”.

“No les interesa la cultura”

Sobre la denuncia, Manuel Molins ha contado cómo fue la conversación telefónica con la dirigente de Abogados Cristianos, Polonia Castellanos, la misma que denunció a Willy Toledo. “No le interesaba la cultura, lo único que les interesaba era hacer política y decir que la Diputación de València había dado 17.500 euros y que eso era un escándalo porque con ese dinero se insultaba a los católicos”, ha contado Molins.

La respuesta del dramaturgo fue clara: “Yo también soy católico, pero a usted no la ha elegido nadie”. Sobre los fondos públicos recibidos, que se pueden consultar en el portal de transparencia de la Generalitat Valenciana, Molins ha defendido que se trata de una producción “muy grande” y, no obstante, “barata”: “Vengan y vean”.

Un acto de “justicia cultural”. Con esas palabras ha definido el director del IVC, Abel Guarinos, el estreno en el Teatro Principal de València de Poder i santedat, del dramaturgo Manuel Molins, con la dirección de Paco Azorín. Hace dos semanas, esta obra de teatro fue noticia antes de su estreno tras las críticas del colectivo Abogados Cristianos y del Arzobispado de València “por violar el derecho a la libertad religiosa”.

Fue el cartel promocional en el que aparece un papa besando a un niño lo que provocó que Abogados Cristianos pidiera la retirada del cartel y la censura de la obra, y denunciara tanto al director, Paco Azorín, como a la Diputación de València, por un delito contra los sentimientos religiosos y, en el caso de los representantes públicos, de prevaricación de fondos públicos, ya que la obra está coproducida por el Instituto Valenciano de Cultura. El partido de extrema derecha Vox también acusó a la obra de “ofender a los católicos” sin haberla visto.