“Había un elefante en la habitación y nadie hablaba de él: la salud mental”. El pasado 1 de febrero, 9.000 ciudadanos residentes en la Comunitat Valenciana recibían en su buzón una carta de la Generalitat en la que se les invitaba a sumarse a la redacción del Plan de Salud Mental. El escrito, con la rúbrica del presidente de la Generalitat, la consellera de Sanidad, y el Comisionado de Presidencia para la elaboración del plan, instaba a la población a participar de “una conversación sincera, como sociedad, sobre una dimensión fundamental de nuestro bienestar”.
La invitación, a la que respondieron con el compromiso 458 personas, buscaba conformar un panel de 70 ciudadanos que tras escuchar, meditar y deliberar, ofrecieran una respuesta razonada a la pregunta “¿Cómo debe abordarse la salud mental, drogodependencias y conductas adictivas en la Comunidad Valenciana?”. La respuesta comenzará a escribirse este sábado en la primera sesión de la convención ciudadana, un procedimiento de innovación democrática que coordina el psiquiatra Rafael Tabarés, nombrado comisionado de presidencia de la Generalitat para la Salud Mental el pasado abril. El catedrático en psiquiatría ha puesto en marcha un plan de choque para abordar la emergencia sanitaria en la población infantojuvenil y, junto a un gabinete de expertos en distintas ramas de la medicina y las ciencias sociales, impulsa el primer proceso participativo en salud mental a escala autónomica.
Los 70 ciudadanos, que han pasado varios filtros hasta obtener la muestra representativa, iniciarán la primera de las cuatro jornadas de trabajo este sábado en La Nau de la Universitat de Valencia. Durante los sucesivos fines de semana de marzo se realizarán otras tres sesiones en Alicante y Castellón, antes de la clausura de la convención en el mismo lugar.
En la primera convocatoria los participantes escucharán a personas expertas en procesos democráticos como Ernesto Ganuza, investigador en el CSIC, familiares de personas enfermas y usuarios del sistema de salud mental, representantes del mundo académico y especialistas del ámbito de la sanidad, que participaron de la reforma psiquiátrica en los años ochenta. La idea es que cualquier ciudadano, persona corriente, se implique en la redacción de un plan para el bienestar colectivo, desestigmatizando a un colectivo tradicionalmente empujado a los márgenes.
La pandemia ha provocado que todo cambie en relación con la salud mental, apuntaba el catedrático en una conferencia reciente: “Nos ha hecho conscientes de que cualquier persona puede ser susceptible de adquirir la condición de persona depresiva, angustiada, adicta, bebedora, o tener la intención de quitarse la vida”. Según Tabarés, el impacto de la crisis sanitaria, que se acumula a la climática y a la inestabilidad política, a un estado de emergencia permanente, ha golpeado a la población de forma similar a la Guerra Civil, con un desgaste constante y un aumento de las conductas autolíticas. Lejos del pesimismo, la cercanía a una situación dramática es una energía que se pretende aprovechar en los planes de reconstrucción económica, social y emocional.
Muestreo, selección y participación
La convención ciudadana se complementa con otras formas de participación telemática durante el proceso. Unas semanas antes del envío de las misivas, el Ejecutivo autonómico puso en marcha una encuesta para conocer las principales preocupaciones ciudadanas relacionadas con la materia, en la que participaron 3.000 personas. Las prioridades señaladas fueron la falta de personal y las listas de espera, el aumento de suicidios, los trastornos alimenticios, las conductas adictivas vinculadas a la tecnología y la ansiedad relacionada con el trabajo.
La convención cuenta con la intervención de un comité de personas expertas en diversas áreas (filosofía, literatura, sociología, historia, educación, clínica) con carácter consultivo, además de un comité de seguimiento formado por representantes de los grupos políticos parlamentarios de la Comunitat Valenciana, asociaciones de personas con enfermedad mental, familiares, agentes sociales (sindicatos y empresariado), colegios profesionales y asociaciones científicas afines a la psiquiatría, que velarán por el seguimiento del resultado del proceso.
Los 9.000 ciudadanos fueron elegidos de forma aleatoria de entre las personas registradas en el sistema valenciano de salud. Tras recibir las inscripciones, se llevó a cabo un segundo sorteo por parte del servicio técnico de aseguramiento sanitario de la Conselleria de Sanidad, para poder seleccionar las 70 personas participantes. En este sorteo también se ha tenido en cuenta el sexo, con una composición paritaria, el nivel de estudios y los tramos de edad y existe una representación proporcional por provincias.
La participación ha superado el 5%, un nivel de respuesta por encima del habitual en este tipo de procesos, que figura en el 2,5%. La cifra, apuntan en Presidencia, indica que existe en la Comunitat Valenciana un interés potencial por abordar el tema de la salud mental, por lo que la Generalitat ha habilitado un foro para seguir las sesiones. El elefante en la habitación se ha convertido en visible y ha adquirido voz propia.