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Empresa y universidad: La búsqueda de unas relaciones necesarias

Junto a la docencia, las principales funciones que la Universidad tiene, son la investigación y la difusión de esta investigación. Parece entonces necesario que deba existir una vinculación entre la Universidad y el mundo social y productivo que le envuelve, en tanto que es en ese mundo social y productivo donde puede conocerse y aplicarse aquello que se investiga o se trata de averiguar. Sin embargo, en la práctica, las relaciones que en el marco de la investigación tiene el mundo social y productivo con la Universidad, resultan no solo dificultosas sino que gran parte de las veces son prácticamente inexistentes o inaccesibles.

La pregunta que nos hacemos es aquella que trata de centrar la posible relación entre la Universidad y la empresa, esto es, ¿cómo es que las empresas no acuden a la universidad, si en ella -en la universidad- pueden estar los conocimientos y la ciencia que podría hacer evolucionar de manera positiva a las empresas y a la sociedad? Quizás en esta pregunta pueda estar en parte la respuesta con la que nos encontramos, y es que se está presuponiendo que la Universidad es el lugar donde se están redefiniendo, diseñando y mejorando los conocimientos que se requieren para hacer evolucionar de forma positiva a las empresas y a la sociedad en general, lo cual no deja de ser una mera presunción, una verdad cierta pero escondida, una verdad solo a medias. Lo cierto y verdad es que el distanciamiento entre la Universidad y la empresa tiene razones de índole práctica mucho más poderosas que la simple presunción a la que hemos hecho mención.

Así, en primer lugar se habla de la diferente cultura. ¿A qué se refiere ello? Se advierte que la cultura empresarial es distinta a la cultura universitaria. Se intuye que las formas de aprehender las cosas son diferentes. La cultura de la empresa está basada en los hechos, en la experiencia concreta; la universitaria está más volcada en los libros y en el pensamiento abstracto. El conocimiento empresarial es un conocimiento tácito; el universitario en cambio es más codificado. ¿Es cierto? Posiblemente sí lo sea. En cualquier caso, el conocimiento es necesario -tácito o codificado- para la mejora en general. El acercamiento entre ambas culturas, los libros y los hechos, parece irrenunciable.

Otra de las razones concretas que hacen que la relación entre la Universidad y las empresas sea distante o tibia, está en la distinta consideración que se le da al tiempo. Los tiempos en la Universidad tienen un interés relativo, en el mejor de los casos, el tiempo puede tener una consideración de largo plazo. En cambio, en la empresa la necesidad de aplicabilidad de aquello que se requiere es inmediata; el tiempo en la empresa tiene una cadencia rápida; cualquier necesidad de cambio en la empresa se presenta con la exigencia de urgente, difícil de aplazar. Los plazos difieren sensiblemente en una y otra entidad. Cabría ajustar esos plazos por parte de los dos sujetos haciendo que la universidad trabaje con horizontes temporales acordes con los requerimientos de la propia sociedad, y también haciendo que las empresas prevean con cierta perspectiva sus exigencias de evolución y cambio.

Unido a la diferencia en la concepción del tiempo está la agilidad con que se enfrenta los unos y los otros a las exigencias que se les presentan. Es mucho más ágil en la percepción de nuevas necesidades la empresa que la universidad. Sin embargo, en la mayoría de las circunstancias esta actitud de rapidez y agilidad por parte de las empresas, se desprende de una adaptabilidad a las circunstancias y no de un posicionamiento previo a las nuevas situaciones. La agilidad de la empresa suele ser una reacción defensiva a las exigencias que se presume que debe tener; en cambio, la reacción de la universidad, en términos de investigación, está regularmente concebida en el marco de una acción ordenada que responde a exigencias proactivas y más generales. En el lenguaje de la Universidad está más presente la previsión, frente al lenguaje general de la empresa en el que se prima el objetivo de la adaptación. De ahí que la innovación que viene marcada por la Universidad tenga un alcance más significativo y radical, frente a la derivada de la empresa que se limita en mayor medida a recoger cambios y adaptaciones incrementales.

Parece entonces que unos y otros se mueven en esferas, horizontes y perspectivas diferentes: concepción de tiempos distintos, actitudes y razones aparentemente contrarias. Pero lo que resulta más destacable de todo es la desconfianza de los unos hacia los otros. Así, una afirmación corriente hecha por los empresarios es aquella que manifiesta: ¿qué me van a enseñar a mí, a una empresa como la mía, hecha con mi esfuerzo, hecha con mi ingenio, hecha con mi experiencia,…. unas personas ajenas a mis intereses, aunque tengan muchos títulos, pero que no conocen las interioridades de la empresa? Por su parte, los equipos universitarios entienden que las empresas exigen y proponen temas de investigación que poco tienen que ver con un interés científico en el marco de sus competencias y de su status científico reconocido. Las investigaciones formuladas por las empresas tienen en muchos casos un horizonte cortoplacistas, de interés reducido y fuera del ámbito científico para que un equipo universitario llegue a interesarse por ellas. Y si bien ésta es la objeción fundamental, ello se agudiza aún más cuando se llega a desarrollar la investigación concreta y aparece un resultado que puede ser exitoso. ¿Qué ocurre entonces con la autoría, con su aplicación, con su difusión, con su comercialización, etc.? Es cierto que los resultados de la investigación pueden estar regulados en el marco de un contrato de confidencialidad y de explotación consensuada; a pesar de ello existen razones internas que manifiestan una seria contradicción. Las pretensiones de un científico son, el máximo desarrollo y la mayor divulgación del resultado de la investigación que haya podido lograr; de ello depende su futuro. En cambio las exigencias de un empresario son las de ocultar la aplicabilidad de aquel proceso y reservarse su desarrollo, mostrar solo su resultado, en tanto que ello le permitiría obtener una ventaja frente a sus competidores. Aparece así un conflicto de intereses que se requiere solucionar.

Y sin embargo, es a través de la universidad el conducto que permitiría que se alcanzarse con fluidez, facilidad y adaptabilidad la innovación y los cambios a las empresas y a la sociedad. Innovación que se revela como necesaria para hacer frente a las necesidades de un mundo cambiante como es al que nos enfrentamos. Es necesario el hacer un esfuerzo por acercar la cultura de la empresa al mundo universitario, y a la vez, tratar de entender el desarrollo universitario desde la empresa y la sociedad. Estamos habituados desde la universidad a hablar mucho con los libros y los números, y poco con las personas; deberemos hacer un esfuerzo y hablar más con las personas y las empresas. De la misma manera que las personas y las empresas deben hacerse ver y entender más con la universidad, despojándose de un cierto temor a entrar en lo que hasta ahora podría parecer el templo del saber. Sépase que el saber y el conocimiento es de todos; también de usted; nadie puede permitirse menospreciarlo.