El exitoso estreno en Valencia de una producción de la ópera bufa “Don Pasquale”, de Gaetano Donizetti, ha puesto una dosis de humor a la “semana trágica” vivida en el Palau de les Arts con la imputación de la hasta ahora intendente, Helga Schmidt, por prevaricación, malversación y falsedad documental.
Con el estreno de Davide Livermore como nuevo responsable artístico del coliseo, Don Pasquale ha logrado devolver la normalidad a la programación a Les Arts, colocando a la música por encima de cualquier otra incidencia.
Y es que, desde hace un año, el teatro de la ópera valenciano va de sobresalto en sobresalto: está sin director musical titular, Zubin Mehta dejó el Festival del Mediterrani en junio, la fachada del Palau se encuentra en fase de reconstrucción (a pesar de que el edificio apenas tiene diez años) y la programación de esta temporada ha quedado bajo mínimos (sólo cinco títulos por los recortes económicos impuestos por la Generalitat, propietaria del complejo).
Con este panorama, Livermore ha iniciado una nueva etapa como intendente-director artístico (en sustitución de Schimdt) con escaso apoyo institucional: sólo la secretaria autonómica de Cultura, Julia Climent, acudió como dirigente política más destacada de la Generalitaat.
Don Pasquale
La producción de Don Pasquale estrenada este sábado en Valencia data de 2001, y ha sido alquilada al Maggio Musicale Florentino, con Rodula Gaitanou como responsable de escena de esta reposición.
Pese a todas estas adversidades ajenas a lo estrictamente operístico, Roberto Abbado (sobrino del mítico director Claudio Abbado) tomó hoy la batuta y consiguió deleitar al público con una ópera cómica y desenfadada, llena de bellas melodías.
Con una orquesta que sigue diezmada y apoyándose en refuerzos temporales, Abbado logró extraer la mejor sonoridad y recrearse en los matices, tanto en los más dulces y poéticos, como en los más festivos y desenfadados.
Con dinamismo y firmeza, la Orquestra de la Comunitat Valenciana estuvo atenta a las directrices de Abbado para inundar la sala de musicalidad pero sin llegar a tapar la voz de los cantantes.
La escenografía de Isabella Bywater es una apuesta por la concepción clásica: una villa romana presentada como una casa de muñecas y con una acción repartida en tres niveles, con personajes vestidos al estilo del siglo XVIII y con las caras empolvadas que deambulan sin cesar arriba y abajo, aportando dinamismo a la escena.
En esta caja mágica de muñecas, a la que se añade el jardín en el acto tercero, se urde una conspiración para burlar al setentón y acaudalado don Pasquale, hasta conseguir finalmente que autorice la boda de su sobrino con una viuda plebeya y sin dinero.
El reparto
El veterano Michele Pertusi ha encarnado a un inocentón Don Pasquale, con una caracterización cómica pero sin llegar a la astracanada. El bajo italiano derrochó agilidad y soltura hasta convertir al personaje en un ser entrañable capaz de perdonar pese a ser humillado.
La soprano Nadine Sierra realizó un debut prometedor en Valencia con el papel de Norina. Con un timbre brillante y aterciopelado, cautivó al público con su agilidad para las florituras y la naturalidad de sus agudos.
Completando un elenco muy equilibrado, el barítono polaco Artur Rucinski (doctor Malatesta) fue un perfecto instigador de la chanza, mientras que el tenor Maxim Mironov (en el papel de Ernesto), tuvo momentos de gran sensibilidad (en las arias “Povero Ernmesto” y “Com'e gentil) aunque le faltó algo de fuerza.
Con una intervención centrada en el tercer acto, el Coro de la Generalitat tuvo una actuación solvente, manteniendo su ejemplar nivel de excelencia.
Con una programación cerrada hasta finales de 2015, en apenas unos días Davide Livormore ha superado todos los contratiempos, ha logrado que la normalidad volviera al Palau y ha iniciado con éxito una nueva etapa en la que música y la voz han vuelto a ser los protagonistas en Les Arts.