La finca El Poblet, situada en la localidad alicantina de Petrer y con un enorme valor histórico al haber sido sede del Gobierno de la II República al final de la Guerra Civil, pertenece a la entidad Cáritas Diocesana tras haberla heredado de su último propietario, el abogado Eliodoro Gras Beltrán, fallecido en febrero del 2020 a los 103 años.
La entidad caritativa pretende que la finca, con una extensión de 25 hectáreas, se convierta en un centro de fomento para el empleo y la formación contra la exclusión social y, en paralelo, mantiene negociaciones con el Ayuntamiento de Petrer para que pueda musealizarse y sea visitable por el público en la vertiente del valor histórico (el presidente Juan Negrín residió en El Poblet, también conocida como Posición Yuste, entre el 25 de febrero y el 6 de marzo de 1939, y allí se celebraron los dos últimos consejos de ministros del Ejecutivo republicano).
Sin embargo, El Poblet arrastra dos contenciosos interpuestos por el último dueño contra la declaración como Bien de Relevancia Local (BRL) por parte del Ayuntamiento de Petrer y contra la declaración de Bien de Interés Cultural (BIC) de la Generalitat Valenciana. En el primero de los contenciosos, tal como informó este diario, la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de la Comunitat Valenciana (TSJ-CV) estimó el recurso de la empresa inmobiliaria propietaria de la finca, actualmente controlada por Cáritas.
El segundo recurso, interpuesto por Eliodoro Gras, contra la decisión del Ejecutivo autonómico de declarar BIC el espacio (un nivel superior de protección) está pendiente de que La Sala de lo Contencioso Administrativo del TSJ-CV dicte sentencia, según han confirmado fuentes municipales. A pesar de la batalla jurídica del anterior propietario contra la protección histórica de la finca, las negociaciones avanzan a buen puerto.
Durante los últimos años de vida del propietario, la Generalitat Valenciana se mostró dispuesta a negociar la compra del emblemático espacio. Sin embargo, las negociaciones no llegaron a nada y el dueño recurrió contra la protección de la finca. “Al final, a última hora tomó la decisión de recurrir”, explica el edil de Cultura del Ayuntamiento de Petrer, el socialista Fernando Portillo, quien recuerda que la finca fue incautada al padre de Eliodoro Gras al inicio de la Guerra Civil. “Se la incautan al padre y tenía cierto valor sentimental”, agrega.
“Buen entendimiento” con la propiedad
De momento, el consistorio trabaja mano a mano con Cáritas para preparara un proyecto, que implicaría también a la Conselleria de Participación, Transparencia, Cooperación y Calidad Democrática que dirige Rosa Pérez Garijo, para definir los usos, especialmente en materia de visitas y con el objetivo añadido de musealizar el espacio vinculado al final de la Guerra Civil y a los últimos e inciertos días del Gobierno republicano de Negrín. “Hasta ahora esté habiendo buen entendimiento y creo que llegaremos a buen puerto, aunque hay que encajar muchas variables”, declara el concejal Fernando Portillo.
La propiedad, tanto durante la etapa de Eliodoro Gras como actualmente sus herederos de Cáritas, siempre han mantenido la finca en buen estado, costeando los servicios de jardinería de la enorme pinada. “La verdad es que todos los años había una inversión importante”, asegura Portillo. El abogado centenario, sin hijos, cedió en herencia a la entidad caritativa más de un centenar de propiedades.
La empresa Bimemara SLU es la propietaria de la finca. La matriz de la sociedad (Milaza SLU) cuenta con un patrimonio neto de 30,5 millones de euros, según sus últimas cuentas depositadas en el Registro Mercantil. A la espera de la resolución del TSJ-CV, la propiedad actual y el consistorio han dejado al margen los contenciosos para permitir que el público pueda visitar El Poblet.
“Hasta hace 15 o 20 años la finca de El Poblet era una gran desconocido, la gente no era muy consciente de los acontecimientos que se habían producido allí”, cuenta el edil, que destaca el trabajo de la comisión de memoria histórica local para dar a conocer el pasado de la finca. Además, el espacio “tiene un cierto halo de misterio, todo el mundo quería visitarla y no se podía”.
“Es raro la semana que no recibimos llamadas para visitarla”, sostiene el edil.