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La frágil salud mental de los jóvenes tras la DANA de Valencia: sin deporte ni música ni socialización

Tres testimonios de Massanassa y una de Catarroja que han hablado con este medio sobre la salud mental entre los jóvenes tras la DANA

Sergi Pitarch / Leila El Moudni Guerrero

València —
1 de enero de 2025 21:34 h

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La mal llamada generación de cristal se ha convertido en una figura resiliente y visible durante la catástrofe de la DANA en València, pero también les ha supuesto un esfuerzo mental asimilar lo que estaba ocurriendo a escasos metros de sus viviendas. Muchos de ellos, vecinos de los municipios afectados, siguen levantando la persiana y encontrándose con el mismo ecosistema: polvo en suspensión, garajes colapsados por el lodo e infraestructuras inservibles y destrozadas; elementos que les impiden volver a la rutina y cotidianeidad a la que estaban acostumbrados.

Paula Benlloch, Isabela Sánchez, Ianella Ferro y Lucía Álamo son cuatro chicas de Massanassa y Catarroja que se han puesto en contacto con este medio para denunciar la falta de espacios para jóvenes tras la histórica riada del pasado 29 de octubre. “No tenemos bancos para sentarnos, hay calles sin luz y espacios como teatros o gimnasios que están destruidos”, explica Sánchez.

Una de ellas confiesa que, durante las semanas más críticas, se “le quitaron las ganas de salir de casa” porque le suponía una odisea transitar por las calles embarradas y colapsadas por enormes montañas de objetos que el agua había acumulado. Y es que, aunque también fueron partícipes del confinamiento por la emergencia del COVID-19, las jóvenes sienten que la DANA ha sido un suceso “mucho peor”. “Ha supuesto un hecho más personal y no globalizado. Te impacta ver el estado de las cosas en primera persona”, aseguran.

Todas están en segundo de Bachillerato, un curso donde las calificaciones y el estrés cogen especial relevancia porque determinan el acceso a la universidad y trazan el inicio de un futuro profesional. Sánchez explica que no ha podido volver a la docencia en el IES Berenguer Dalmau de Catarroja porque el edificio no está en condiciones óptimas de reapertura. “Apenas hemos hecho dos semanas online y hace unas semanas nos reubicaron en el centro de la Florida en Catarroja en horario de tardes”.

A ello, añade que, desde la Conselleria de Educación, les han comunicado que iban a instalar barracones después de Navidad para volver a las clases en su horario habitual. Sin embargo, el pasado 20 de diciembre recibieron otro mensaje avisando de que no iban a estar operativos hasta finales de abril. Asimismo, la estudiante que cursa el Bachillerato de artes escénicas denuncia que no han consultado al alumnado si estaban de acuerdo con el horario “impuesto”, ya que hay compañeros que por las tardes tienen que realizar otro tipo de formaciones. “Hay gente que no puede desplazarse hasta el instituto y no han puesto buses”, subraya.

En este sentido, todas ellas manifiestan que sus notas han bajado porque existe una “falta de concentración” y consideran que juegan en desventaja de cara a la Prueba de Acceso a la Universidad (PAU). Además, Benlloch insta a este organismo que apliquen medidas efectivas y urgentes para mejorar la “educación”: “Es lo que más nos preocupa ahora. Ya no solo a los de Bachillerato, sino también a compañeros de la ESO. Es una situación de incertidumbre”.

La sensación generalizada que transmiten las afectadas es que la evasión a cuenta gotas de nada ha servido. “En la calle todo son conversaciones sobre la DANA o vivencias personales. Cuando entrabas a las redes sociales solo te aparecían vídeos de la tragedia. Sabemos que ayudan a visibilizar, pero los que vivimos esto en primera persona solo nos hacía que recordarlo una y otra vez”, admiten.

La falta de actividades o infraestructuras para reunirse les obliga a moverse hasta la capital del Túria para poder rehuir ese escenario de caos diario, pero confiesan que han llegado a sentirse culpables por “no quedarse a seguir ayudando”. “Llevo dos meses sin poder ir a bailar a una academia en Massanassa porque está destrozada. Además, hay sitios insalubres que tienen mucha humedad y moho en los que no se puede estar”, destaca una de ellas.

Preguntadas por las peticiones que solicitarían a las autoridades municipales y autonómicas, las jóvenes quieren que se impulsen puntos de encuentro cerrados para socializar, y así evitar “respirar polvo de forma constante” y sentirse seguras en un sitio con luz y sin baches ni agujeros: “Es imposible estar en la calle porque anochece pronto y es un peligro no ver nada”.

Recursos insuficientes y falta de infraestructuras municipales

Desde JovesNet, consorcio de centros de Juventud y profesionales de los distintos ayuntamientos de l'Horta Sud, existe una gran preocupación por la salud mental de este grupo poblacional. Gran parte de los centros juveniles han quedado totalmente arrasados o se están usando para otras funciones de la emergencia por la gota fría. Además, entre la plantilla de profesionales de Juventud, la precariedad es un agravante más de la situación, ya que “los programas son anuales y ahora 300 empleados- entre 40 y 50 en l'Horta Sud- están en el aire porque el contrato expiró el 31 de diciembre”.

En línea similar, los recursos para este 2025 son insuficientes y solicitan que se amplíen para poder contratar a más personal. Todos estos puntos se desarrollaron en una reunión con el Instituto Valenciano de la Juventud (IVAJ), en la que participaron autoridades como el director general, Vicente Ripoll, y la jefa de servicio de la Xarxa Jove, Ana Beltran, así como representantes de JovesNet y una veintena de profesionales de 12 ayuntamientos.

En declaraciones de Raül Camacho, técnico de Juventud de Massanassa, insiste en que durante la reunión faltó “empatía” por parte de la institución autonómica y asegura que una semana después de la DANA le remitieron un correo solicitándole anexos de un documento.

“Durante un mes, las oficinas del Ayuntamiento se han llevado al Espai Jove. Hemos tenido contacto en todo momento con los chavales que venían habitualmente y con los institutos. Hemos llegado a desplazarnos hasta Picassent en taxis para hacer talleres. Es importante trasladar esa sensación de que la juventud se ha implicado”, destaca, y añade que han pedido que se “refuercen los equipos y se incluyan psicólogos” en el plan de municipalización desarrollado en la Ley 15/2017, de 10 de noviembre, de políticas integrales de juventud.

Enrique Deltoro, animador juvenil, explica que han desaparecido los “espacios de sociabilidad y las actividades asociativas”: “Todo esto genera una situación complicada. En sus pueblos no pueden y se van a Valencia. Se van a necesitar recursos especiales para trabajar el acompañamiento de las personas jóvenes. Su espacio natural es la calle, el equipo de fútbol o la banda de música.”

Como acciones paliativas, el consorcio Joves Net considera que es necesario realizar un diagnóstico concreto de las infraestructuras destruidas a través de un formulario, ya que en las poblaciones más afectadas de l'Horta Sud “hay 20.000 jóvenes de 40.000 que forman parte de alguna asociación”. Además, proponen que se dediquen de forma gratuita los albergues juveniles del IVAJ, cuyo presupuesto rondaría los 200.000 euros.

Del mismo modo, solicitan una línea de subvenciones para que esta población pueda desplazarse a actividades y albergues; y que el número de profesionales de salud mental previstos en el Plan de Municipalización se dediquen exclusivamente a los pueblos más castigados. Respecto esta cuestión, la Mancomunitat de l’Horta Sud se ha ofrecido a colaborar con JovesNet en elaborar el diagnóstico del estado de los centros juveniles y ha exigido a la Generalitat un plan de ayudas para volver a reconstruirlos.

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