“Si algún niño que me está viendo tiene miedo y siente que no le van a querer, que sepa que va a encontrar su sitio, que va a cumplir su sueño y Javi y yo escribiremos historias para que se sienta inspirado”. El discurso, en boca de Javier Calvo, tardó minutos en convertirse en viral. El codirector de La Llamada recogía junto al resto del equipo el premio Feroz a la mejor película de comedia y aprovechó los focos para hacer un emotivo discurso reivindicando el derecho de las personas homosexuales a ser tratadas como personas. Un alegato a la visibilización de la diversidad que fue compartido y aplaudido al instante.
Apenas doce horas después, en la sala de juntas del ayuntamiento de Paiporta (Valencia), otro joven, aunque con menos público en la sala, pronunciaba otro emotivo discurso defendiendo el derecho a la diversidad. Guillem Montoro, de 22 años, será a partir del jueves el primer hombre transexual visible en acceder a una concejalía en el Estado Español. “Como persona trans, ahora tengo la oportunidad de llevar al colectivo trans a un puesto de representación publica en la política valenciana, donde mi voz sea escuchada y puesta en valor”. “Nadie debe imponer quién eres”, subrayaba en constantes ocasiones.
Técnico en Atención Sociosanitaria, técnico Superior de Promoción de Igualdad de Género, activista LGTBi y asesor en la elaboración de la Ley Trans valenciana, concurrió a las pasadas elecciones municipales en las listas de Compromís. Dos dimisiones después en la concejalía de Transparencia han propiciado su aterrizaje en la gestión de la corporación local. El joven estuvo meditando si hacer pública su condición por los comentarios y agresiones que podría suscitar y finalmente dio el paso: “Lo que no se nombra, no existe. Y la realidad es que las personas trans formamos parte de la sociedad”, ha explicado en su presentación, acompañado del director general de Igualdad en la Diversidad, José de Lamo, y de la alcaldesa de Paiporta, Isabel Martín. “La resistencia trans está aquí”, ha señalado el joven.
La casualidad ha querido que sea en ese mismo consistorio en el que una edil del PP publicara hace meses varios mensajes discriminatorios en redes sociales contra Cassandra Vera cuando esta fue juzgada en la Audiencia Nacional por chistes de Carrero Blanco. Guillem, a partir del jueves, cuando tendrá que trabajar en el mismo lugar, le tiende la mano: “No pasa nada, esta persona piensa de esta manera, pero yo estoy aquí. No pasa nada porque pienses que yo soy menos, que veas a las personas trans como alguien de quien poder mofarse... No pasa nada. Yo ya estoy aquí, estoy donde estás tú y somos iguales”.
Guillem es consciente de la expectación mediática de su toma de posesión y espera que algún día deje de ser noticia que una persona transexual llegue a un puesto de responsabilidad. “Es un poco abrumador en realidad, pero creo que hace falta para que la gente se dé cuenta de que las personas trans existimos y no somos extraterrestres, ni nada por el estilo”, bromea después de la rueda de prensa.
“No existen demasiados referentes transexuales”, apunta el concejal. “No hay referentes jóvenes visibles que se empoderen, que digan estamos aquí, existimos, tenemos una carrera, la gente nos apoya y estamos en el día a día. Creo -que visibilizarse- es necesario para la gente que en su día a día no conoce a ninguna persona trans. Sirve para quitar los estigmas”, insiste.
El joven lleva varios trabajando con menores en la Fundación Daniela, ejerciendo una labor de voluntariado. “Es necesario que los menores que no conocen a nadie como ellos encuentren un grupo, una representación de personas normales, como ellos, que compartan sus vivencias y se conozcan para favorecer nuestra vida”, señala.
Los niños y niñas son además los más vulnerables a los ataques transfobos. En España se estima que al menos un 23% de los menores transexuales han intentado suicidarse y los adolescentes que sufren acoso por su identidad sexual son incontables. Las aulas pueden ser un infierno. Por eso Guillem insiste en la importancia de trabajar con los menores, tanto con los y las jóvenes transexuales para que no se vean discriminados, como con el resto de adolescentes para que no sean una máquina de odiar.
Los expertos apuntan a que el mayor esfuerzo en educación para la no discriminación debe hacerse desde niños, desde las aulas. Educar en la diversidad como mejor receta. ¿Se puede educar a una persona para que no sea transfoba? “Educar para que alguien no sea algo-fobo es imposible. Vivimos en una sociedad que nos marca, una sociedad patriarcal, machista, en la que todo lo que se sale de la norma va a estar estereotipado, criticado, discriminado...”, lamenta. No obstante, se muestra ligeramente optimista: “En el ámbito de la diversidad sexual hay que tener claro que desde niños, desde infantil, hay que educar en la diversidad, en que hay muchos tipos de familia y no solo de hombre y mujer; que hay muchos tipos de cuerpos, muchas formas de ser hombre y de ser mujer, y que no pasa nada, porque todas están bien y cada persona puede ser como decida ser”.
¿Saben los medios hablar de transexualidad?
Al margen de la familia y la escuela, los medios de comunicación ejercemos como agentes socializadores y no debemos rehuir la responsabilidad al describir las diferentes realidades. ¿Sabemos los medios hablar con y de las personas trans?
“No es tanto el saber como el querer, interesarse por ofrecer la información de una manera correcta”, apunta Guillem. “La Federación estatal -FELGTB- remarca constantemente la importancia del lenguaje, de cómo hablamos cuando hacemos noticias. No es lo mismo decir 'un transexual' que 'una persona transexual', es más un adjetivo que un sustantivo. No somos solamente transexuales, somos personas y una de nuestras características es esa”, explica.
El joven considera que gran parte de la sociedad es transfoba por desconocimiento. “Como no hay personas que sean visibles y, si no se da el caso de que tienes a una persona trans en tu entorno cercano, no lo conoces”. La imagen que uno dibuja es el estereotipo que se repite incansable: el estrambótico, la marginal, el disfrazado, la fiesta. “Es lo que oyes y ves en la TV. ¿Y qué se ve? La transexualidad asociada a la noche, a las drogas, La Veneno y poco más. Asociamos ser trans a algo negativo, estigmatizante, algo que de da vergüenza”, critica el activista.
La discriminación cotidiana
Pese a que en la Comunidad Valenciana, con la aprobación de la Ley de Identidad de Género, la transexualidad deja de ser tratada como una enfermedad, para el resto del Estado -salvo en las autonomías con norma propia-, la norma estatal aún obliga a informes médicos que acrediten “disforia de género” para, por ejemplo, solicitar el cambio en la documentación. “La modificación de la ley de 2007 permitiría que mucha gente pudiera cambiar sus papeles al inicio del tránsito o cuando ellas desearan para poder tener una documentación acorde con su identidad. Yo hace dos semanas recibí la notificación de que se me había aceptado el cambio y ya tenía este aspecto. Llevo dos años explicando quién soy cuando voy a cualquier sitio, en el banco, cuando hago una matrícula por cualquier cosa... Todo el rato”, lamenta Guillem. A nivel laboral, son el colectivo con mayor tasa de paro; a nivel sanitario “hay mucho desconocimiento sobre cómo tratar a las personas trans, además de que la atención no es tan específica como nos gustaría que fuera. Necesitamos muchos avances”, concluye.
Entre la odisea en los trámites administrativos y las agresiones físicas y verbales hay todo un espectro discriminatorio que sufren las personas transexuales en su vida diaria. “Una vez fui al lavabo en una estación de autobuses, al principio de mi tratamiento hormonal, cuando no tenía el aspecto tan cambiado”, relata Guillem. “Entré al baño de hombres y un señor me dijo: 'este es el lavabo de hombres' y me tuve que salir. Me metí al de mujeres y, al salir, una señora me miró con cara de 'qué hace este aquí'. A partir de ahí vas evitando los lugares públicos hasta que tu aspecto no es visible para los demás porque te da hasta miedo por lo que te puedan hacer”, señala.
La cuestión de la genitalidad es otra de aquellas en las que la ignorancia saca su lado cruel. “Hablar de los genitales es el gran tabú de las personas trans. No necesitamos una genitalidad concreta para ser hombres o mujeres. No pasa nada si eres hombre con vagina o mujer con pene. Los genitales no te definen”, aduce Montoro.
El feminismo trans
transEl activista explica cómo la transfobia afecta en distinta forma en función del sexo, género y apariencia visible de la persona, en cómo el resto le perciben: “Se da además el estigma del género, creer que una mujer trans está perdiendo los privilegios que socialmente se le atribuyen como hombre porque se le percibe de esa manera... Que un hombre heterosexual -percibido- pierda sus privilegios para ser una mujer es como chocante, como si ser una mujer fuera algo denigrante, algo vergonzoso”.
“Y al contrario, a mi no se me cuestiona tanto porque soy un hombre y la gente me percibe de una manera normativa, no me ve estrambótico, me ve como lo que conciben como un hombre. Si vieran a una mujer trans... Las críticas habrían sido más grandes”, señala.
Respecto a la reticencia de algunos sectores feministas de incluir a las mujeres trans en la lucha, Guillem considera que deben ser partícipes porque son mujeres. “Conozco a personas feministas que rechazan a las personas trans. Lo respeto pero no lo comparto. Aunque todos hayamos sido educados en una cultura machista y seamos machistas y no lo queramos reconocer lo importante es deconstruirnos; ante aquellas cosas que llevamos interiorizadas en nuestra manera de ser, actuar y hablar. No hay mejor manera que incluir a las mujeres trans en la lucha feminista porque también son mujeres y tienen mucho que aportar”, justifica el concejal.