L'Albufera en crisis: la falta de lluvias y los vientos de poniente empeoran la situación del humedal, con el agua marrón desde hace meses

Laura Martínez

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El agua de l'Albufera de València se ha vuelto marrón y nadie sabe por qué. El lago cada vez es más salado, está perdiendo capacidad y se encuentra desde hace meses por debajo de sus niveles indicados para preservar el ecosistema. La ausencia de lluvias y los vientos de poniente continuados han supuesto una grave amenaza para el ecosistema del parque natural, según apunta la Confederación Hidrográfica del Júcar, que reunió esta semana de urgencia a las Administraciones implicadas para acordar un envío extraordinario de agua al humedal.

El martes se reunieron representantes de la Confederación Hidrográfica del Júcar, la Conselleria de Medio Ambiente de la Generalitat Valenciana, del Ayuntamiento de Valencia y representantes de los usuarios de la Acequia Real del Júcar y de las Acequias de Quart y Favara, con el objetivo de buscar soluciones ante la situación de emergencia del lago de la Albufera. En el encuentro se acordó el envío de emergencia de 6,5 hectómetros cúbicos de la concesión de la Acequia Real del Júcar, previstos para primavera, que han sido adelantados un trimestre por la falta de lluvias. Esta cantidad, sumada a los 8 hectómetros cúbicos enviados hasta el momento, completarían la aportación destinada al lago procedente de los ahorros de la modernización de la citada acequia. 

Aunque esta entrada de agua al lago estaba prevista para la primavera, las necesidades del humedal, dada la situación meteorológica, con una falta casi total de precipitaciones en los últimos meses, ha hecho necesaria su instrucción con carácter de urgencia, apuntan desde la Confederación Hidrógráfica. Además, ante la imposibilidad de derivar caudales procedentes de desembalses, los usuarios de riego han accedido a aportar el agua sobrante de riego a cambio de agua regenerada procedente de la depuradora de Pinedo a través de sus infraestructuras. Tras la reunión, el Consell se comprometió a la creación de una mesa de trabajo para evaluar periódicamente la situación.

El humedal mantiene desde septiembre las compuertas al mar cerradas, pese a que requiere de una comunicación constante para renovar el agua. A la bajada de los niveles se suma el color marrón que desde hace dos meses ha conquistado el lago, sin todavía explicación. En octubre, las aguas empezaron a adquirir progresivamente un tono anaranjado, que de momento permanece así. Un informe técnico apunta que puede deberse al cambio de color en las algas por reducción de clorofila, que les confiere el tono verdoso habitualmente, debido al calor elevado y persistente de este verano y otoño.

Las organizaciones ambientales representadas en la gestión del parque natural consideran “alarmante” la situación en l'Albufera. SEO-BirdLife, Acció Ecologista-Agró y Xúquer Viu se muestran preocupados por el estado del lago los dos últimos meses, “donde los niveles se han situado muy por debajo de los adecuados, y, algunos días, por debajo del nivel del mar, lo que ha propiciado la entrada de agua salada”.

Las organizaciones ambientales recalcan que advirtieron en las alegaciones presentadas al Plan Hidrológico, que entró en vigor en enero de 2023, “que los caudales ambientales de l'Albufera no eran suficientes y, sobre todo, que no estaban garantizados los requerimientos hídricos fijados en 210 hectómetros cúbicos. Solo los 14’5 hectómetros cúbicos procedentes de la modernización de la Acequia Real eran reales, un 7% del total que se ha estimado necesario por la buena salud de l'Albufera”. Además, reclaman que los requerimientos hídricos ambientales que necesita la laguna se incluyan en el plan de gestión del este espacio, necesario para pertenecer en la red Natura 2000, un documento obligatorio desde hace años que aún no tiene, “incumpliendo la normativa europea”.

Los efectos del cambio climático

El pasado 24 de noviembre la organización Acció Ecologista-Agró organizó unas jornadas divulgativas sobre los efectos del cambio climático en la laguna. Los expertos apuntaron al marrón del agua como uno de esos efectos hasta la fecha desconocidos, con consecuencias aún por ver, y recalcaron que gestionar bien el agua del lago es la mejor herramienta para mitigar el cambio climático en su entorno. Otra de las cuestiones que preocupa a los ecologistas es la quema de la paja del arroz, una actividad que se desarrolla cada año y provoca una humareda considerable sobre el entorno del parque natural y la ciudad.

Durante su intervención, Paco Collado, técnico del servicio Devesa-Albufera, hizo hincapié en los proyectos que se han desarrollado en la fachada litoral como respuesta a la vulnerabilidad del parque natural a alteraciones que ya son reales. Concretamente en los trabajos llevados a cabo para recuperar el cordón dunar y poder aumentar la protección de la línea de costa ante el efecto destructivo del mar que, debido al cambio climático, cada vez será mayor. Parte de estos proyectos ya se han ido consumiendo por los efectos de las mareas. “Desde 1948 a 2019 la elevación anual del nivel del mar se ha estimado en 1,6 milímetros /año. Sin embargo, teniendo en cuenta el efecto sinérgico negativo provocado por la dilatación del agua, esta cifra se ha duplicado. De manera que, de 1923 a 2020 dicha elevación ha pasado a ser de 3,3 milímetros /año”, apuntó.

La tendencia resulta alarmante al amenazar el ecosistema debido a la salinización del agua. Lucía Moreno, técnica de seguimiento de zonas húmedas del parque natural, señaló que este constituye un regulador climático a nivel regional de primer orden. “Los humedales son unos de los ecosistemas que más CO2 pueden secuestrar. No obstante, es cierto que esta capacidad depende del estado de conservación de los mismos”. Aquí entra en juego la gestión del ecosistema, que va más allá de la preservación de la franja arenosa que lo protege del mar, y que pasa por regular la cantidad y calidad de los aportes de agua que el lago requiere. A lo que se suma la necesidad de estudiar y enfrentar los efectos del cambio climático que azotan los recursos hídricos, y que “vendrán en cascada”. El parque natural, que venía siendo una excepción a la degradación de otras zonas gracias a los trabajos de recuperación, vuelve a estar amenazado.