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Historia de la cartelera 'Turia': cinco multas y un crítico a prisión por ponerle un cero al cine franquista

19 de junio de 2022 00:59 h

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A Antonio Santos, crítico de cine de la cartelera Turia, le tocó por sorteo escribir para el número 119 de la semana del 2 al 8 de mayo de 1966 sobre la película propagandística Posición avanzada de Pedro Lazaga. Le puso un cero y su crítica no dejaba títere con cabeza: “Posición avanzada es, así, una película destinada, como siempre a los alféreces provisionales, a los exsargentos, a los exsoldados analfabetos que tenían una novia en su pueblo y que lo pasaban bien en las trincheras porque allí conocían la amistad y luchaban por su patria... Y eso hace que uno desee, para la próxima ocasión, ver sobre las carteleras la advertencia «para mayores de 40 años». Porque la verdad es que, a estas alturas, y al menos a los españoles que aún no llegamos a los 30, este tipo de historias nos producen un soberano aburrimiento”.

Días más tarde, algunos de los protagonistas de la película —“cinco individuos con bigote de desfile de hormigas”— se presentaron, a punta de pistola, en el domicilio en el que vivía en la calle del Conde Altea de Valencia, según recuerda el veterano crítico en una conversación telefónica con elDiario.es. “Perdí el empleo, me despidieron por la actuación de los exalféreces provisionales y días después, de madrugada, me detuvo una pareja de policías de la Brigada Político Social”, relata Santos.

Procesado por un juez militar, pasó varias semanas en la Cárcel Modelo: “Fue para mi una especie de pequeña universidad breve porque los libros que eran imposible de adquirir en librerías corrían de preso en preso, que eran todos del Partido Comunista y del sindicato Comisiones Obreras”.

Cuando volvió por casa, descubrió que el manuscrito de su novela La factura del verdugo había desaparecido tras un registro policial. “Me entró una depresión creativa y dejé de escribir”, dice Antonio Santos. La del crítico fue la primera de las cinco multas gubernativas con las que la dictadura franquista amonestó a la Turia, en tiempos de la Ley de Prensa de Manuel Fraga Iribarne, ministro de Información y Turismo. “Estuvo a punto de desaparecer por las multas, la primera fue la mía”, lamenta Santos. El primer editor, Miguel Zamit, por poco no bajó la persiana de un negocio que no daba dinero, sólo problemas.

Es una de las historias que ha recuperado José Vanaclocha (Carlet, 1940) en Cultura y política en la ciudad de Valencia. Memoria del franquismo y de la transición a la democracia, itinerario de la Cartelera Turia (1964-1982), una edición particular de quien fuera crítico, articulista, administrador, editor y director de la mítica publicación de tamaño bolsillo y con llamativas portadas (la editorial Media Vaca publicó las cubiertas ilustradas por Miguel Calatayud).

En sus inicios, la publicación se nutrió de un grupo de jóvenes críticos muy influenciados por la revista francesa Cahiers du Cinéma. “Escribíamos de cine, teatro, música y exposiciones con un discurso político contra Franco lo más sutil posible, a base de indirectas y metáforas”, recuerda José Vanaclocha.

La obra, con prólogo de Juan Miguel Company, repasa la consolidación de la Turia como una referencia cultural en Valencia. Vanaclocha ha analizado unos 3.000 ejemplares conservados en su colección particular. Tras las multas y el encarcelamiento de Antonio Santos, la cartelera sufrió también la violencia de la extrema derecha durante la Transición: “La mayoría militábamos en el Partido Comunista porque nos parecía lo más vivo entonces y la ultraderecha nos hace varias visitas amedrentándonos, nos envían anónimos que publicamos”, dice Vanaclocha.

En julio de 1977 se produce otro llamativo hito en la historia de la Turia: un grupo de críticos gastronómicos, entre los que destaca el escritor Manuel Vázquez Montalbán, asisten como testigos al juicio contra Antonio Vergara, querellado por injurias y calumnias por el restaurante Río Miño tras una reseña nada elogiosa publicada en la cartelera (en el libro recientemente editado del fotoperiodista Josep Vicent Rodríguez, aparecen Vázquez Montalbán y el crítico gastronómico de Cambio 16 Xavier Domingo comiéndose una paella tras la vista oral). “Fue el primer juicio por cuestiones gastronómicas”, apunta con sorna José Vanaclocha.

A partir de la década de 1970 se consolida la publicación decana pero “el esplendor y la gloria de la ganancia de dinero y de las mejoras de las condiciones de salarios, con una sede con aire condicionado, llega en las décadas de 1980 y 1990”, recuerda el autor del libro. “Hubo dos aciertos: el tamaño bolsillo y que fuimos agrandando el interior hasta llegar a tirar 134 páginas y 15.000 ejemplares, llegamos a tener 34 paginas de publicidad, una burrada”, agrega Vanaclocha, quien lamenta la profunda crisis actual de las salas de cine tras el surgimientos de las plataformas online y de la pandemia de la COVID-19. “En cada película somos tres espectadores por sesión, eso no es viable”, apostilla.

El autor, ya jubilado, no esconde su decepción con la deriva de la Turia y con el panorama cultural valenciano, que “se limita al partido gobernante”. El crítico Antonio Santos, encarcelado por amor al buen cine, tilda la cartelera actual de “repelente”.

A Antonio Santos, crítico de cine de la cartelera Turia, le tocó por sorteo escribir para el número 119 de la semana del 2 al 8 de mayo de 1966 sobre la película propagandística Posición avanzada de Pedro Lazaga. Le puso un cero y su crítica no dejaba títere con cabeza: “Posición avanzada es, así, una película destinada, como siempre a los alféreces provisionales, a los exsargentos, a los exsoldados analfabetos que tenían una novia en su pueblo y que lo pasaban bien en las trincheras porque allí conocían la amistad y luchaban por su patria... Y eso hace que uno desee, para la próxima ocasión, ver sobre las carteleras la advertencia «para mayores de 40 años». Porque la verdad es que, a estas alturas, y al menos a los españoles que aún no llegamos a los 30, este tipo de historias nos producen un soberano aburrimiento”.

Días más tarde, algunos de los protagonistas de la película —“cinco individuos con bigote de desfile de hormigas”— se presentaron, a punta de pistola, en el domicilio en el que vivía en la calle del Conde Altea de Valencia, según recuerda el veterano crítico en una conversación telefónica con elDiario.es. “Perdí el empleo, me despidieron por la actuación de los exalféreces provisionales y días después, de madrugada, me detuvo una pareja de policías de la Brigada Político Social”, relata Santos.